IMPORTANCIA DE ROLLOS Y FARDOS EN LA NUTRICIÓN GANADERA
Los henos se caracterizan por su alto tenor de materia seca,
alrededor del 87%. Los procedentes de leguminosas son además ricos en
proteínas, resultando los de alfalfas los más solícitos en merito a su gran
calidad forrajera y reconocida palatabilidad. Por: José Pedro Rinaudo Los
forrajes conservados cumplen diferentes roles en la alimentación del ganado;
además de ser una solución para superar baches donde escasea el pasto, resultan
muy importantes recursos para equilibrar las dietas durante todo el año,
posibilitando incrementar la carga animal de los establecimientos ganaderos.
La fibra es uno de los componentes principales de la dieta
para la vaca lechera. Favorece una buena mezcla de los alimentos en el rúmen,
estimula la rumia y la producción de saliva que permite regular la acidez
ruminal. Un buen ambiente ruminal se reflejará en una mayor concentración de
grasa butirosa. En la alimentación de los rodeos en nuestro país, el heno ocupa
un lugar muy importante. Cabe señalar que rollos-fardos constituyen una fuente
primaria de fibra y desempeñan una función trascendental en la manutención del
ganado bovino. Cuando consideramos la nutrición de los vacunos, se impone
destacar que la fibra reduce las posibilidades de empaste, evita diarreas en
dietas muy húmedas, favorece la rumia y el flujo de la saliva y, mejora la
utilización de la suplementación con concentrados. Resultando insustituible en
alimentación en base a sueros o permeados de suero. La fibra es un sustento
elemental en las raciones de las vacas, razón por la cual que cuando está
ausente o se provee en dosis insuficientes es habitual se originen
inconvenientes metabólicos.
Los henos se caracterizan por su alto tenor de materia seca,
alrededor del 87%. Los procedentes de leguminosas son además ricos en
proteínas, resultando los de alfalfas los más solícitos en merito a su gran
calidad forrajera y reconocida palatabilidad. En el otro extremo se ubican los
provenientes de rastrojos de cosecha, dado su baja calidad nutricia; su
utilización solo se justifica en períodos de escasa oferta forrajera, o para
suministrarle a determinada categoría animal de inferior requerimiento.
En el vademécum de cultivos aptos para henificar ocupan su
lugar la moha y el mijo. La moha es una especie de ciclo muy corto, el que se
los cortes de realizan entre los 50 – 60 días de la siembra, se realiza su
procesamiento con las plantas en prepanojamiento o panojadas (sin granos).
La soja también puede ser conservada como silaje o heno. En
su haber contabiliza el alto rendimiento de forraje de muy buena calidad,
destacado por elevado tenor de proteínas y digestibilidad. A tal efecto los
indicados son grupos altos, los que deben ser implantados con la misma densidad
y metodología que los sembrados para cosecha de granos. Distintas son las
causas que intervienen en la calidad del heno: especie y variedad forrajera,
estado fisiológico de la planta, fertilidad del lote, condiciones climáticas
imperantes durante el corte, secado a campo y cosecha, presencia y cantidad de
malezas en el cultivo, daños ocasionados por insectos y enfermedades de las
plantas, operación de corte, hilerado y/o enfardado y, almacenamiento.
Corresponde puntualizar que praderas de excelente aptitud, pueden derivar en
henos de muy mala calidad, si no son elaborados adecuadamente tomado de envío
de pregón agropecuario
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