Un año sin la Chica
Vaca
En su primer año de ausencia la Chica Vaca es recordada por su
devoción a Santo Domingo, a quien siguió aún en silla de ruedas para cumplir la
tradición que heredó de su mamá.
Por Rafael Lara | Margarita Rivas recuerda a su célebre tía
política, la Chica Vaca. HENRY PADILLA/ Cumplió con su misión tradicionalista
hasta el último día de su vida y hace un año, un día como hoy, Managua acompañó
a la Chica Vaca hasta su última morada, un entierro donde hubo bailes y música
de chicheros en el Cementerio General de Managua. La tumba de Juana Francisca
Villalta Lezama –su nombre de pila– está adornada con orillas amarillas y
blancas, como la bandera de la iglesia, y fue visitada por sus familiares al
cumplirse el primer año de su muerte. “Se le había colocado una réplica de
Santo Domingo, pero ya se lo robaron”, comenta Félix Corea, esposo de Vania
Escobar, una de las tataranietas de la célebre tradicionalista que por 80 años
le bailó a Santo Domingo de Guzmán. “En realidad ella nunca tuvo hijos, pero
todos nosotros le decíamos abuela. Nunca se casó. Nos confesó que conoció el
amor, pero que no le gustó”, comenta Escobar. Luego dijo que el único novio que
llegó a tener la Chica Vaca fue un militar, pero al final se casó con Santo
Domingo, a quien le fue fiel hasta el día de su muerte. LA VAQUITA Villalta en
innumerables entrevistas brindadas sobre el origen de su promesa confesó: “A mi
madre le encantaba andar de vaca con Santo Domingo, y yo me le pegaba como
ternero. En 1934, cuando ella murió, me tocó a mí seguir con la vaca”. La señora
Margarita Rivas aún recuerda a su tía política y este año le pareció triste su
ausencia. “Aquí está la Vaquita, es la que usaba su mamá y tiene más de cien
años”, dice Rivas mostrándonos la clásica figura con la que Francisca los 1 y
10 de agosto daba saltos en un recorrido de diez kilómetros, acompañando a la
diminuta imagen de Santo Domingo. Los últimos tres años, cuando ya no podía
caminar, hacía el recorrido en silla de ruedas, siempre con su vaca en la
cintura.
Asimismo, Rivas recuerda que todos los años desde el mes de
junio comenzaba a arreglar a su vaca. La vestía y le ponía orlas de papel crepé
alrededor para darle cuerpo, y convertirse en el alma de la fiesta donde todos
la rodeaban y respetaban.
“Mis hijas este año fueron a Santo Domingo, pero no con la
vaca”, expresó Rivas. Luego comentó que a pesar de la ausencia física de la
Chica Vaca, ellas prepararon y vistieron a la vaquita, y que los promesantes de
Santo Domingo de Abajo llegaron a bailarle. TRADICIONALISTAS
Uno de los fieles compañeros de tradición de la Chica Vaca
fue el Cacique Mayor, Oscar Ruiz, también declarado tradicionalista de las
fiestas agostinas de Managua.
Al lado de su clásico penacho, Ruiz señala que la conoció en
las fiestas y eran buenos amigos. “Igual que Lisímaco Chávez (1929-2006), la
Chica Vaca y yo somos muy respetados en las fiestas, porque saben que lo
hacemos con fervor, nunca tomamos licor y estábamos muy formales con la
tradición”, explica Ruiz. Reflexionando sobre el aporte que hacen los
tradicionalistas, Ruiz se quejó de que ya en la vejez, instituciones como la
Alcaldía de Managua, la Asamblea Nacional o el Instituto Nicaragüense de
Turismo los olvidan.
"Somos personajes de las fiestas de Managua que nos
hemos ganado un lugar en su historia. Nosotros no vamos a morir, porque la
gente siempre nos recuerda". Oscar Ruiz, Cacique Mayor. TOMADO DE NUEVO
DIARIO DE NICARAGUA
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