Las playas del río
Magdalena muestran un espectáculo devastador
Arriba, el puente Monumental que comunica a Antioquia con
Santander a la altura de Puerto Berrío. Y abajo, el puente La Paz que une
Antioquia con Boyacá y es el segundo más largo del país. En ambos casos, se
observa el río en sus condiciones normales de navegabilidad y en sus
condiciones actuales de sequía . FOTOS JUAN ANTONIO SÁNCHEZ
Puente La Paz que une Antioquia con Boyacá.
El río Nare, en el sector La Pesca en Puerto Nare, es uno de
los sitios más afectados por el fenómeno de El Niño. En la zona no hay
pescadores y los pocos comerciantes sobreviven de milagro. JUAN ANTONIO SÁNCHEZ
El río se puede
caminar de lado a lado.FOTO
POR MARÍA VICTORIA CORREA FOTOGRAFÍA JUAN ANTONIO
SÁNCHEZENVIADOS ESPECIALES | PUBLICADO HACE 2 HORAS
Infografía
4.500 familias pescadoras hay en el Magdalena Medio
antioqueño.
1,4 billones de pesos ha invertido el Gobierno Nacional en
atender la sequía en todo el país.
2,5 billones de pesos es el monto del proyecto de
navegabilidad del río
que inicia en firme este año.
que inicia en firme este año.
La sequía impactó fuertemente sobre el río Magdalena a su
paso por Antioquia. Los pescadores reportan una disminución en la producción
del 90 por ciento. El turismo se reactivó.
Mientras que 4.500 pescadores del Magdalena Medio antioqueño
llevan dos meses implorando que llueva y esperan la subienda tomando tinto, una
romería escandalosa invade el río Magdalena y en las enormes playas que ha
dejado la sequía preparan sancocho. El Magdalena es un fantasma. Un
espejito de
agua. Un recuerdo feliz.
En Puerto Berrío, Puerto Nare y Puerto Triunfo el único
afectado por la sequía ha sido el río. No hay desabastecimiento de agua. No hay
ganado muerto. La producción de pescado disminuyó en un 90 por ciento. El
turismo se reactivó. Las autoridades locales dicen que si la sequía sigue, el
impacto en el campo será evidente. Hoy en estos tres municipios antioqueños se
puede caminar gran parte de lo que era el lecho del río sin mojarse los
zapatos.
De Puerto Berrío a Nare
De Puerto Berrío a Nare
El ambiente es de fiesta y en los bajos del puente
Monumental que une a Antioquia con Santander, a la altura de Puerto Berrío,
unas 500 personas —pueden ser más— convierten al entonces caudaloso río en una
estera de gente que pasan la tarde de domingo en carpas improvisadas al lado de
un sancocho. El Magdalena es ahora una cancha de fútbol, una cocina, una
pileta.
Ahí, tomando el sol, está Paula Aguinaga, una
lugareña quien advierte que estas playas, las del Magdalena, son mejores que
las de Santa Marta... y se ríe.
Las playas de las que habla son cerca de 500 metros de arena y de piedras, es el lecho del río, por el que se puede caminar casi hasta la mitad del cauce, sin mojarse. Una hazaña de otros meses. Paula cuenta que no recuerda —nadie recuerda— que el río se secara tanto. “Lo que nos ha permitido la sequía es que hemos vuelto al río. Mis vecinos y mi familia traemos una guitarra y cantamos y hoy hicimos sancocho, ¿quiere un poquito?”. Pregunta la mujer mientras uno de sus vecinos muestra que el agua del río está “absolutamente limpia” y que se puede tomar, por lo que con un vaso se sirve un poco y toma. Él también ofrece.
Los pescadores, entretanto, se ocupan en otras cosas. Algunos montaron negocios en las playas del río y venden gaseosas, papitas y fritos; construyeron baños, pusieron mesas, ofrecen sombra y música y hay una pista de baile improvisada. Todo en un mismo lugar: entre la arena y las piedras del río. Los otros salen a pescar lo que queda, o como diría Paula, salen a “colar” el Magdalena. Ellos mismos lo saben y advierten que están pescando animalitos que no miden si quiera 10 centímetros. Y otros pescadores, efectivamente toman tinto en el mercado de Puerto Berrío ya que hoy ni ayer ni
antier salieron de faena.Las playas de las que habla son cerca de 500 metros de arena y de piedras, es el lecho del río, por el que se puede caminar casi hasta la mitad del cauce, sin mojarse. Una hazaña de otros meses. Paula cuenta que no recuerda —nadie recuerda— que el río se secara tanto. “Lo que nos ha permitido la sequía es que hemos vuelto al río. Mis vecinos y mi familia traemos una guitarra y cantamos y hoy hicimos sancocho, ¿quiere un poquito?”. Pregunta la mujer mientras uno de sus vecinos muestra que el agua del río está “absolutamente limpia” y que se puede tomar, por lo que con un vaso se sirve un poco y toma. Él también ofrece.
Los pescadores, entretanto, se ocupan en otras cosas. Algunos montaron negocios en las playas del río y venden gaseosas, papitas y fritos; construyeron baños, pusieron mesas, ofrecen sombra y música y hay una pista de baile improvisada. Todo en un mismo lugar: entre la arena y las piedras del río. Los otros salen a pescar lo que queda, o como diría Paula, salen a “colar” el Magdalena. Ellos mismos lo saben y advierten que están pescando animalitos que no miden si quiera 10 centímetros. Y otros pescadores, efectivamente toman tinto en el mercado de Puerto Berrío ya que hoy ni ayer ni
Entre las carretillas vacías de pescado está Carlos
Medina, quien vende hace 20 años en el mercado de Berrío. Un mercado que
hoy no huele a pescado, en el que nadie ofrece más por una tira de bocachicos,
en el que nadie estruja, en el que nadie grita: “pescado, pescado, lleve el
pescado”. No. Apenas una docena de carretillas ocupan media cuadra. “La sequía
ha estado bastante pesada. No hay pescado. Es que las ciénagas necesitan de
agua. Cuando había pescado yo llenaba toda esta carretilla, con decirle que se
me regaba el pescado, se me caía a la calle. Por eso, compré una nevera para
poder almacenar, hoy no hay necesidad, lo poco que nos llega lo vendemos ahí
mismo”, explica Carlos y advierte que las carretillas se extendían a lo largo
de dos cuadras. Hoy no están. Sus dueños toman tinto.
Julián Arboleda Maya, secretario general y de
gobierno de Puerto Berrío, dice que el impacto de El Niño, hasta el momento, no
se ha sentido. “El más afectado ha sido el río que ha estado en sus niveles más
bajos, pero afortunadamente todavía tenemos el bombeo normal del acueducto.
Estamos abastecidos”.
Frente a los niveles del río, señala que sí es un factor
preocupante por su impacto en la economía de la región. Explica que hoy en día
el afluente está en 1,95 metros y hace un año, para esta época, estaba en 2,20
metros. El río normalmente cruza por Puerto Berrío a una altura de 3,50 metros.
Ahí se mantiene. Cuando está en creciente alcanza los 5,10 y puede pasar a 5,47
y ahí se declara la alerta roja. La última vez que alcanzó esa altura fue hace
cinco años con el fenómeno de La Niña.
“Aquí siempre hemos tenido sequías y siempre se han formado
las playas en el río, pero las playas de hoy nunca se habían visto. Es un
espectáculo. No hemos declarado la alerta roja porque tenemos agua. Todavía
tenemos el control de la situación”, dice el funcionario.
De la reducción en la pesca, dice que es lamentable. “El
pescado que están sacando hoy es de tamaño muy pequeño y ahí lo que está
pasando es que estamos atacando la reproducción de peces. El lado bueno de la
sequía es que se reactivó el turismo, están viniendo personas de todo lado a
ver las playas nuestras. Para mí, realmente eso es un espectáculo porque es
debajo del puente Monumental en donde casi la mitad del río está convertido en
playa”.
A una hora de ahí, aparece Miguel Antonio Díaz,
un pescador del corregimiento La Pesca en Puerto Nare. Miguel es un pescador
sin río. Al frente de su casa en donde lleva más de 40 años pescando, el río se
secó. Literal: no hay río. Hoy existe un camino de piedra que desde hace un par
de meses se puede transitar. Miguel tiene 47 años de los cuales 40 ha vivido en
la ribera y ha pescado a un metro de la puerta de su casa. Hoy no. “El río
todos los días amanecía más seco hasta que un día desapareció, hay que bajar
unos 50 metros para poder encontrar el cauce, es una situación grave. Estoy
viviendo de milagro, haciendo marañas para sobrevivir, hoy fuimos a pescar, por
ejemplo, río arriba y no nos fue bien. La situación está fea. Pero ¿qué hacemos
frente a esto? Seguir esperando a ver qué pasa, esperar que llueva y que el río
vuelva”.
Miguel habla del río Nare, que desemboca en el Magdalena. El
único ruido que hay viene de “la Isla del Sol”, un enorme estadero que tiene
música a todo volumen. No hay gente para bailar. Don Aldemar Zuluaga es
su dueño y en el rostro se le ve la desolación. “Tengo este negocio hace 14
años y es la primera vez que me quedo sin río. El río pasaba a menos de 50
centímetros de los quioscos y hoy, mire, no está, para poder verlo hay que
caminar unos 100 metros. Créame, mujer, todo esto era agua, agua, desde hace un
mes no hay nada, solo piedras. Lo único bueno es que la poquita agua que está
bajando es muy limpia”.
El fondo de la sequía
Rodrigo Antonio Morales, presidente de la
Federación Colombiana de Pescadores Artesanales y Ambientalistas, revela que el
impacto de la sequía se ha visto reflejado en la disminución de la producción
pesquera en un 90 por ciento.
Indica que desde hace años vienen planteando el tema de la
conservación de las ciénagas ya que para ellos, la sequía fue la punta del
iceberg de una problemática ambiental de fondo que tiene que ver con el cuidado
del río y de sus afluentes. “No es solo sequía, el tema es que no se han
implementado las acciones de mitigación y conservación que se requerían. No hay
acciones concretas”, señala.
Sin embargo, agrega que esta sequía para ellos es una de las
más graves que han vivido y que una subienda medianamente buena no se ve desde
hace cinco años. “La problemática radica en que todas las ciénagas tienen sus
conectividades con el río Magdalena y están totalmente perdidas. Estoy hablando
de ciénagas de 500 y 700 hectáreas que hoy están reducidas en un 70 por ciento.
Le insisto, son muchos factores que nos han llevado a esta situación, no es
solo la sequía”.
Morales sostiene que le propusieron al gobierno
departamental realizar un foro para que las corporaciones autónomas unifiquen
esfuerzos para buscar una solución real en lo que tiene que ver con la
conservación de la pesca y el cuidado del ambiente. “Sí hemos pensado en
solicitar un subsidio para pasar estos días malos, pero la solución no es el
subsidio, la solución es recuperar todo el sistema productivo que alimenta el
río Magdalena como son las ciénagas y conservar su conectividad con el río”,
puntualiza.
Desde el puente de La Paz, que une a Antioquia con Boyacá,
en Puerto Triunfo, el espectáculo se repite y es devastador. Del potente río,
de su corriente, de su furia, solo queda una lámina de agua que no arrastra y
por la que también se puede pasar caminando. Aquí tampoco hay
desabastecimiento, no hay animales muertos, hay cultivos de cacao afectados y
hay docenas de turistas que también van en busca de las playas para hacer
sancocho.
Magdalena Torres, funcionaria técnica de la
Ugam-Umata de Puerto Triunfo, afirma que el fenómeno de El Niño se ha sentido
en el sector pesquero y en la producción de cacao.
“En la Hacienda Nápoles se tienen 80 hectáreas de cacao
plantadas que ya están en plena producción, pero desde hace dos años estamos
perdiendo un pico de cosecha que es el pico de octubre y la gente se está
sosteniendo solamente con el pico de abril. Por eso consideramos que se ve muy
afectada la producción de cacao al igual que los potreros y los pastos, pero
tenemos buena reserva de acuíferos y de humedales que nos han permitido que el
drama no sea mayor”. Destaca que el impacto positivo está en el incremento del
turismo.
El río, aquí en el Magdalena Medio antioqueño, es un zarpazo
a la nostalgia. Un lamento. Una algarabía. El Magdalena es un pescador que toma
tinto en las horas de faena.
PARA SABER MÁSALERTA ROJA A LO LARGO DEL RÍO
El Ideam mantiene la alerta roja debido a que siguen los
niveles bajos en extensos sectores del río Magdalena, con valores inferiores a
los promedios mínimos históricos mensuales de esta época del año. Se mantiene
la condición de niveles bajos en el río en la cuenca media desde Puerto Salgar,
Puerto Berrío, Barrancabermeja, Puerto Wilches, San Pablo, Gamarra, Tamalameque
hasta El Banco. Por lo anterior, advierte el Ideam, se presentan problemas de
abastecimiento de agua y de navegación ya que se puede restringir el paso de
grandes embarcaciones. TOMADO DE E EL COLOMBIANO
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