viernes, 29 de diciembre de 2017

COP 23 , PROMETER TODO Y NO CAMBIAR NADA

La COP 23 como  prometer todo, para que nada cambie…
Por Osvaldo Nicolás Pimpignano

La Conferencia de Naciones Unidas sobre Cambio Climático, es un organismo internacional destinado a producir normas que reduzcan y mitiguen el Cambio Climático. La COP 23 se reunió en Bonn, Alemania desde el 6 al 17 de noviembre del 2017 en su 23° reunión anual y aprobó las primeras reglas para la implementación del Acuerdo de París para reforzar la lucha contra el fenómeno de Cambio Climático “a partir del 2020”.
El mega evento se debio realizar en las Islas Fiyi, quien debió resignar la locación, en razón de un ciclón que la  desbastó el año pasado, sin embargo fue su gobierno quien lo presidió.
La cita, reunió a miles de personas en esta ciudad alemana, cuna de Ludwig Van Beethoven. Altos representantes de gobiernos y organizaciones sociales, bocetaron durante dos semanas la partitura con la que bailará el mundo en materia ambiental al menos hasta el año próximo y donde concurrieron cerca de 25.000 participantes provenientes de 195 países, entre presidentes, ministros, negociadores, técnicos, científicos y representantes de innumerables ONGs y concluyó con la adopción del documento que denominaron “Momento Fiyi para la implementación”, que fija fechas para a lo largo de 2018 continuar el trabajo iniciado.
Aquí debo hacer un alto para que se interprete el título de la nota.
Estas negociaciones nacieron en el marco de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), suscrita en 1992 dentro de lo que se conoció como la Cumbre de la Tierra en Río de Janeiro.
Un protocolo fue inicialmente adoptado cinco años después, el 11 de diciembre de 1997 en Kioto, Japón, de quien tomó el nombre en ocasión de la COP 3, es decir hace 23 años, pero no entró en vigor hasta el 16 de febrero de 2005. En noviembre de 2009, eran 187 estados los que ratificaron el protocolo. Los gobiernos signatarios de dichos países pactaron reducir en, al menos un 5 % en promedio las emisiones contaminantes entre 2008 y 2012, tomando como referencia los niveles de 1990, reconozco y me disculpo por esta lección de historia, pero es que esta, es la historia.
El acuerdo entró en vigor después de la ratificación por parte de Rusia el 18 de noviembre de 2004, Estados Unidos, el mayor emisor de gases de efecto invernadero mundial en ese momento, (en la actualidad el segundo después de China), no ha ratificado nunca el protocolo y en rigor de verdad los plazos del protocolo vencieron y se renovaron sin que tuviera ningún resultado, la contaminación mundial continuó aumentando a pesar de las reglas, compromisos, declaraciones y promesas que anualmente realizaron todos sus participantes, quizás por esto se lo reinvento el año pasado como “el Acuerdo de París”.
Pero el nuevo nombre dejó viejas costumbres y personajes grandilocuentes, como el líder del Programa de Clima y Energía de WWF Internacional, Manuel Pulgar-Vidal, quien indicó que “el Acuerdo de París precisa de reglas para dar coherencia a los planes nacionales de acción, para una mayor transparencia, inclusión, monitoreo, verificación de compromisos”, pero recalcó que todo esto en principio sería una especie de “guía para la implementación del Acuerdo de París”, y se tiene que aprobar definitivamente en la COP24 de 2018 en Polonia. Vale decir que con suerte, casi tres décadas después de la Cumbre de Rio se “podría” concretar una guia para tratar el problema del Cambio Climático.
Mientras tanto los países desarrollados continúan emitiendo gases de efecto invernadero y en los países en vía de desarrollo, reclaman la ayuda tecnológica prometida para desarrollarse sin contaminar. Esta ayuda se prometió en varias de estas reuniones anuales e invariablemente los promesantes se disculparon, con el siguiente argumento, que las tecnologías están protegidas por patentes privadas y en nombre de la libertad, los estados no pueden hacer uso de ellas y mucho menos proporcionarlas gratuitamente. A esto debemos agregar que los países desarrollados han encontrado una forma ingeniosa de reducir sus propias emisiones de gases, trasladaron sus actividades sucias a países del tercer mundo sin mínimas normas ambientales donde además, pagan retribuciones miserables. Realmente un tema que habría inspirado a Joan Manuel Serrat en sus años mozos a una nueva versión de “Algo Personal” les recomiendo, la vuelvan a escucharlo, ayudará a comprender lo que afirmo.
Y así, mientras esperamos ¿esperanzados?  la guía para la implementación del Acuerdo de París, nuestro Ministro de Medio Ambiente y Desarrollo Sustentable, no quiso dejar pasar la oportunidad de informar al mundo que la Ley de Bosques y de Glaciares argentinas, redactada para proteger la foresta nativa es inviable y no se puede alcanzar de ninguna manera y que por esto La Ley requiere que los diputados provinciales peleen el presupuesto en el Congreso y no sólo lo demanden al Poder Ejecutivo, y que la deforestación cero solo será una realidad, forestando, “Por eso trabajamos en un plan nacional de forestación”. Esta afirmación no deja dudas sobre la ignorancia del Ministro sobre el tema, confunde bosque nativo con monte implantado y que los primeros fueron colocados por la naturaleza en lugares donde es preciso resguardar el suelo y las fuentes de agua,  que es una atrocidad arrasarlos para correr la frontera sojera y ganadera.
También ignora, que los montes implantados se los realiza en llanuras cercanas a donde se consume madera, modificando la estructura del suelo y las fuentes hídricas. El eucalipto una de las estrellas de la forestación, es una esponja que consume el agua a muchísima distancia de donde se lo plantó causando daños a otras producciones, daño colateral lo llaman. Un ejemplo es nuestra provincia de Entre Ríos donde se desplaza la agricultura y la ganadería que alimenta a nuestros habitantes por montes de eucaliptus y pinos que abastecen a las fábricas de celulosa instaladas en la República Oriental del Uruguay, a orilla del rio homónimo y por las que todavia tenemos un pleito pendiente. Otro tanto ocurre en Corrientes y Misiones. Es sin duda una adaptación del ministro a los requerimientos del todo  poderoso mercado, quien para que no queden dudas cerro el tema afirmando  que disminuimos la deforestación, pero nuestra posición al respecto es “tenemos que plantar cada vez más árboles y cambiar los hábitos. El número que establece la ley no es alcanzable.”
Pero no terminaron allí las declaraciones del ministro Bergman en la cumbre de Cambio Climático quien confirmó que el Gobierno quiere revisar las leyes de Bosques y de Glaciares porque “esas normas” son “grandes ideas irreales” y que su sanción respondió a una “épica legislativa”.
Bergman, confirmó en Bonn, que el Gobierno considera necesario “revisar” la Ley de Bosques y la Ley de Glaciares. “Los proyectos de leyes de ordenamiento territorial requieren revisión porque son grandes ideas irreales que no tienen mecanismos de implementación, cabría preguntarse, es incapaz el Ministro de crear esos mecanismos de implementación.
La declaración del ministro surgió de una consulta periodista sobre los lineamientos que trascendieron de la reunión que el presidente Mauricio Macri mantuvo en la Casa Rosada con el titular de la Cámara Argentina de Empresarios Mineros (CAEM), Marcelo Álvarez, y otros empresarios mineros, que pidieron al mandatario “flexibilizar” la Ley de Glaciares para poder desarrollar la actividad en zonas que la actual normativa lo prohíbe para resguardar las fuentes de agua que contienen los glaciares. En estos momentos en Argentina la palabra “flexibilizar” es una señal de alarma.
En diálogo con PáginaI12, el abogado Enrique Viale, de la Asociación Argentina de Abogados Ambientalistas, calificó la disertación de Bergman como “una vergüenza internacional”. “Ha llamado la atención de muchas de las organizaciones y de los referentes mundiales; justamente en plena conferencia internacional de Cambio Climático, dijo que van a revisar dos leyes claves para la adaptación al cambio climático, como la Ley de Bosques y la Ley de Glaciares”, señaló Viale. El abogado aclaró, además, que “las leyes no son inaplicables; pero confrontan con los grandes poderes de Argentina.  La de bosques con los grandes sojeros y la de glaciares con el lobby minero, con las grandes transnacionales mineras”. “Ellos son los que hacen todo lo posible, para que no se cumplan las leyes, pero son absolutamente aplicables; son leyes de “Presupuestos mínimos”, (es decir todavia sujetas a endurecimientos en que el caso los requiera) que deberían tener una aplicación efectiva, pero no se aplica por los lobbies. No es por una cuestión de que están mal redactadas o que no son claras”, agregó. Pero además durante la conferencia de prensa, el ministro sostuvo que “entre todos tenemos que buscar balances entre desarrollar actividades productivas y cuidar nuestros recursos naturales”.
Lo que no aclaro Bergman, es como podrá cuidar los recursos naturales desarrollando  actividades productivas sobre los mismos, en este caso minería, sobre los glaciares que son uno de los recursos acuíferos más importantes de la Argentina y que de esta forma quedarían contaminados o desaparecerían. Los ciudadanos de las provincias cordilleranas afectados aseguran que “El agua vale más que el oro”, y agrego yo, que el oro se lo llevan gratis desde el 10 de diciembre de 2015 sin siquiera pagar regalías y las economías regionales quedan en riesgo de desaparecer.
“La burrada más grande que dijo Bergman, muy preocupante, es que las leyes son ‘épicas’”, opinó Viale, al considerar que “le faltó el respeto al Congreso y a la participación ciudadana”. Para el abogado el gobierno busca hacer una “trumpización de la política ambiental”, ya que “emulan al presidente de Estados Unidos, que se ha encargado de flexibilizar la legislación ambiental y debilitar los organismos de control para favorecer a las grandes empresas. Están respondiendo a los intereses sojeros y a los grandes intereses mineros”. Finalizó
Para terminar, quizás para retomar el motivo que lo llevó a la COP 23 de Bonn, Bergman afirmó que no estamos de acuerdo con la posición de Trump, “No vamos a confrontar con la posición de Estados Unidos de irse del acuerdo. Es un país que rechazó las metas, pero no la reducción de las emisiones (¿?) y que hay que continuarlas. Es un interlocutor más para la sustentabilidad climática. El lugar de Argentina es el de los consensos y el diálogo. Tampoco quedan dudas que el Ministro de Medio Ambienté y Recursos Naturales no se informó sobre las políticas que lleva a cabo Trump.

Mientras altos funcionarios le parloteaban a la comunidad internacional, una de las propuestas más relevantes era la de Timoci Naulusala, un niño de 12 años, cuya aldea en la provincia de Tailevu, en Fiyi, fue azotada por el ciclón el año pasado. “Mi otrora hermoso pueblo ahora es un páramo estéril y vacío”, dijo a los miles de participantes. “El cambio climático llegó para quedarse a menos que hagas algo al respecto”.  

Estoy pensando muy seriamente dejar de escribir sobre Conferencia de Naciones Unidas sobre Cambio Climático y aburrir a los lectores con siempre el mismo resultado. Si analizamos la cantidad de gases contaminantes que se generan con el movimiento mundial de 25.000 personas anualmente para concurrir a la misma, sin que nadie seriamente proponga y acepte alguna solución. Sin duda que el mejor aporte a la mitigación que pueden hacer las COP, es no volverse a realizar.

Osvaldo Nicolás Pimpignano
Periodista de Investigación

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