La Habana Vieja, catedral de tesoros arqueológicos
Justo en los días en que la antigua Villa de San Cristóbal
de La Habana cumplía su aniversario 498, el Gabinete de Arqueología de la
Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana llegaba a sus 30 años de
creado, bajo la guía del Doctor Eusebio Leal Spengler
Autor: Orfilio Peláez
Los descubrimientos arqueológicos en La Habana Vieja enriquecen
el patrimonio histórico-cultural de la ciudad que cumplirá en 2019 sus 500
años. Foto: Alberto Borrego
Justo en los días en que la antigua Villa de San Cristóbal
de La Habana cumplía su aniversario 498, el Gabinete de Arqueología de la
Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana llegaba a sus 30 años de
creado, bajo la guía del Doctor Eusebio Leal Spengler.
Desde sus tiempos iniciales, la entidad dedicó buena parte
de las investigaciones proyectadas a la búsqueda de aquellos elementos que propiciaran
conocer cómo se asentó y creció la capital, en qué lugar fueron establecidos
los primeros grupos poblacionales, cuáles eran sus hábitos dietéticos y las
costumbres prevalecientes, a fin de obtener un retrato lo más fiel posible de
la vida habanera durante la etapa colonial.
Lo anterior condujo entre otras labores, a la realización de
excavaciones arqueológicas en lugares añejos de la urbe, dirigidas a obtener
información, avanzar en el conocimiento e intentar comprender el quehacer de
las sociedades precedentes.
En opinión del reconocido arqueólogo Róger Arrazcaeta
Delgado, quien ha dirigido el Gabinete de Arqueología de la Oficina del
Historiador de la Ciudad de La Habana a lo largo de casi cinco lustros, más
allá de sus atractivos turísticos, La Habana Vieja es una verdadera catedral de
tesoros arqueológicos, donde aún queda mucho por escudriñar y descubrir.
Precisó que los trabajos acometidos allí a lo largo de tres
décadas aportaron abundantes y nuevos conocimientos, referidos –por ejemplo– a las
técnicas constructivas y materiales empleados en la edificación de casas en el
transcurso de la etapa colonial, tipos de decoraciones murales y pinturas,
especies de madera utilizadas en las viviendas, variedad de alimentos,
vajillas, e incluso, hasta la procedencia y comercio de los artículos de
consumo, particularmente los de cerámica y vidrio.
Aseveró que también pudieron rescatar miles de objetos
empleados por las familias habaneras entre los siglos XVI y XIX, lo cual además
de facilitar una reconstrucción histórica más cercana al pasado de la ciudad,
ha influido en el enriquecimiento del legado cultural cubano.
REVELACIONES NOTABLES
Según plantea Arrazcaeta Delgado, uno de los hallazgos más
notables hechos por los especialistas y técnicos del Gabinete de Arqueología
tuvo lugar hace algunos años en el inmueble sito en la calle Mercaderes esquina
a Lamparilla (allí radicó la antigua Ferretería de Isasi), cuando en medio de
las faenas de restauración de la vivienda en el 2005, apareció un hueco con basura
del siglo XVI.
Como señala el especialista, al principio hubo duda acerca
del uso primario que pudo tener, pues podría tratarse de un hoyo abierto para
verter basura doméstica o una cantera de extracción de roca caliza y tierra,
rellenada luego con desechos de la actividad humana. «Luego de analizar la
estratigrafía del terreno y el contenido de las cosas descubiertas, llegamos a
la conclusión de que se correspondía con la segunda hipótesis planteada y al
poco tiempo empezamos las excavaciones», subrayó.
Dada la variedad y el estado de conservación de la mayoría
de los objetos hallados, el lugar devino en el sitio arqueológico más
importante del siglo XVI conocido hasta el momento en La Habana Vieja.
El listado contempló huesos pertenecientes a varias especies
de palomas, patos, flamencos, grullas, gallinas, corderos, cerdos, vacas,
además de esqueletos de peces, mejillones, ostras y carapachos de tortugas,
dando fe de los alimentos consumidos por los pobladores de la casa y
probablemente también de las áreas vecinas.
Una de las novedades más ilustrativas consistió en el primer
reporte para toda el área del Caribe de restos del pato doméstico, así como la
elevada talla del ganado vacuno introducido desde España, y la localización de
un cuerno casi completo de un ejemplar de venado macho adulto, que constituyó
la evidencia más temprana de la presencia de dicho animal en nuestra región,
acotó Arrazcaeta.
No menos interesante resultó la aparición de dados de hueso
para juegos, botones, monedas españolas de los reinados de Carlos II y Juana, y
de Felipe II, amuletos contra el «mal de ojos»
botijas, porcelana de la Dinastía Ming, y más de 30 tipos de cerámica,
procedentes del periodo comprendido de 1519 a 1600.
Igualmente extrajeron un amplio número de las llamadas
cerámicas de Tradición Aborigen, empleadas con fines culinarios y hechas por
aborígenes asentados en las inmediaciones del poblado de Guanabacoa y en la
propia Habana Vieja. Ello muestra que durante el siglo XVI nuestros «indios»
convivieron con los demás habitantes citadinos.
Entre los trabajos que se acometen actualmente por el
Gabinete de Arqueología, en colaboración con otras instituciones, figuran las
excavaciones emprendidas en tramos de la denominada Muralla de Mar, a un
costado del Castillo de la Fuerza frente a la Avenida del Puerto, construida
por la metrópoli española como parte del sistema defensivo de la urbe.
Sobre esa faena que retoma las labores de rescate de tan
importante obra, iniciadas originalmente por el Doctor Eusebio Leal en 1984,
Arrazcaeta informó que fueron halladas algunas cimentaciones de una antigua
pescadería edificada en 1835 y otras estructuras constructivas pertenecientes a
la batería de cañones San Francisco Javier.
Los descubrimientos más significativos, comentó, se hicieron
en un basurero del siglo XVIII colindante a los restos de la referida Muralla,
conformado por tierra muy oscura y rica en carbón de leña, cenizas de cocina,
virutas y pedazos de madera de carpintería y materia orgánica, localizado a
unos dos metros de profundidad en estado semianaeróbico.
«Tal condición favoreció la conservación de restos muy
perecederos, entre ellos piezas de madera torneada de muebles, un carretel de
hilo, suelas de zapato de cuero y semillas de guanábana, coco, calabaza,
níspero y mamey de Santo Domingo».
Recuperaron de igual forma fragmentos de vajillas de
mayólicas mexicanas de Puebla, cáscaras de huevos, pipas de caolín inglesas
para fumar tabaco, nuevas vasijas de cerámica de Tradición Aborigen, mayólicas
europeas y algunos tiestos de porcelana china. Dichas piezas ratifican el
notable comercio existente en la ciudad en aquella época y el relevante
patrimonio arqueológico que aún espera por ser develado bajo el suelo de La
Habana Vieja. TOMADO DE LA GRANMA DE CUBA
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