Una trama con tensión nuclear
El Gobierno busca
montar una cuarta central con la tecnología canadiense de Embalse, pero el país
del Norte demora el acuerdo. Al mismo tiempo, negocia una quinta central con
China, Rusia, Estados Unidos, Francia y Corea
Por Fernando
Krakowiak
El Gobierno
pondrá en funcionamiento antes de fin de año Atucha II, la tercera central
nuclear argentina. A partir de entonces acelerará las negociaciones para
comenzar la construcción de dos nuevas centrales. Busca montar una cuarta con
la tecnología canadiense que usa Embalse, pero el país del norte demora el
acuerdo. Por eso al mismo tiempo negocia una quinta central de uranio
enriquecido con China, Rusia, Estados Unidos, Francia y Corea, que también
podrían hacer algún aporte para la cuarta. El objetivo oficial es elevar el
porcentaje atómico en la matriz energética hasta el 18 por ciento para contar
con una fuente de base estable, que no genere emisiones de dióxido de carbono y
ayude al mismo tiempo a disminuir las importaciones de combustibles.
En diciembre de
2009, el Congreso declaró de interés nacional a través de la Ley 26.566 la
construcción de una cuarta central nuclear, de uno o dos módulos, y la
extensión de la vida útil de Embalse. La intención del gobierno era que la
nueva central fuera de uranio natural y agua pesada, con la tecnología
canadiense Candu (Canadian Deuterium Uranium). La Argentina ya había adquirido
esa tecnología para la construcción de Embalse y tenía la autorización para
replicarla en el país. Por lo tanto, lo único que necesitaba era actualizarla
con los últimos desarrollos canadienses. En ese momento, el gobierno de Canadá
había iniciado la privatización de la firma estatal AECL (Atomic Energy of
Canada Limited) y prometieron que en seis meses el traspaso estaría concluido.
Sin embargo, la venta se demoró casi dos años y forzó al gobierno argentino a
cambiar sus planes.
La Argentina
tenía previsto negociar con Canadá no sólo la construcción de una cuarta
central sino, también, la extensión de la vida útil de Embalse, pero el
gobierno de Stephen Harper comunicó que no privatizaría AECL con contratos
firmados. Por lo tanto había que esperar a que se concretara la venta de la
firma, prevista para mediados de 2010, aunque el plazo se cumplió y no hubo
novedades. Esa situación complicó al gobierno porque los canadienses son los
únicos que desarrollaron la tecnología Candu para centrales de agua pesada y
uranio natural. Entonces, el ministro de Planificación, Julio De Vido, comenzó
a evaluar la posibilidad de cambiar y construir la nueva central con agua
liviana y uranio enriquecido, tecnología en la que China, Rusia, Estados Unidos,
Corea y Francia son expertos. Los primeros contactos para avanzar en esa
dirección los mantuvo en la Cumbre sobre Seguridad Nuclear que se organizó en
Washington, en abril de 2010.
Finalmente, en
junio de 2011, la constructora Lavalin compró la canadiense AECL y la renombró
Candu Energy. Dos meses después, Cristina Fernández de Kirchner firmó con Candu
Energy los contratos de extensión de vida de Embalse y se comenzó a negociar
nuevamente la construcción de la cuarta central, pero los avances fueron pocos
porque la firma canadiense dijo que no podía garantizar financiamiento propio
porque los bancos le exigían que Argentina cerrara antes la negociación con el
Club de París. Mientras tanto, De Vido siguió negociando con las empresas de
países que se especializan en uranio enriquecido para que también presenten sus
ofertas.
Lo más
conveniente para la Argentina es construir una cuarta central Candu porque
maneja la tecnología, tiene una planta de agua pesada en Neuquén y, si bien
importa el uranio, controla el proceso de fabricación de los elementos
combustibles. Eso le permitiría elevar a cerca del 50 por ciento el porcentaje
de integración nacional de la planta y abaratar la obra. No obstante, en el
Gobierno siempre tuvieron claro que el desarrollo del plan nuclear no puede
depender de la voluntad de Canadá. Por eso surgió la idea de seguir negociando
con los canadienses, pero al mismo tiempo darle forma al proyecto para la
construcción de otra central con uranio enriquecido, tecnología que tiene una
serie de ventajas, pero en la que Argentina no se especializa, lo cual
incrementará los costos.
De Vido dejó en
claro esta situación en la conferencia nuclear que se realizó en San
Petersburgo a fines de junio. El ministro confirmó entonces que se va a
construir una cuarta central de uranio natural y una quinta de uranio
enriquecido. En ese momento declaró a Página/12 que la central de uranio
natural permitirá utilizar en plenitud la planta de agua pesada de Arroyito y
disponer del conocimiento adquirido por las empresas argentinas en la
construcción de Atucha II. “Va a ser una central con tecnología de base
canadiense y un aporte nacional importante”, aseguró. Además sostuvo que la
Argentina seguirá adelante con el proyecto de una quinta central de uranio
enriquecido porque las unidades de generación son un 50 por ciento más potentes
y permiten una mayor continuidad operativa, de hasta 18 meses, aunque se
requerirá un mayor porcentaje de tecnología importada. “Estamos cerrando una
etapa y paralelamente abriendo otra para ganar tiempo”, concluyó De Vido.
Lo que busca el
Gobierno es tratar que la empresa que construya la quinta central de uranio
enriquecido y agua liviana (los chinos de CNNC y los rusos de Rosatom son los
que aparecen con más chances), también realice algún aporte para la cuarta
central, que se haría con tecnología canadiense. El objetivo es reducir al
mínimo indispensable el aporte de Candu Energy para poder avanzar, aunque esta
última firma no ofrezca financiamiento para la obra.
El Congreso
autorizó al gobierno sólo la construcción de una cuarta central con uno o dos
módulos, pero la Ley 26.566 no hace referencia a una quinta central. No
obstante, fuentes oficiales afirmaron a Página/12 que ése no será un
inconveniente para avanzar porque la idea es montar un módulo de uranio natural
y agua pesada, y otro de uranio enriquecido y agua liviana. De hecho, luego de
la tragedia de Fukushima en marzo de 2011, la Agencia Internacional de Energía
Atómica recomienda que cada módulo tenga su propia sala de control. Por lo
tanto son como dos centrales diferentes y no necesitan siquiera ser construidas
en el mismo lugar. De Vido adelantó que las primeras licitaciones serán antes
de fin de año, pero todo depende de cuándo se ponga finalmente en
funcionamiento Atucha II porque, antes de avanzar con una cuarta central, la Presidente Cristina Fernández de Kirchner quiere que la tercera esté proveyendo
energía al Sistema Interconectado Nacional.
Tomado de pagina
12 de ar
No hay comentarios:
Publicar un comentario