La próxima semana
se comerán las primeras hamburguesas de carne producida en un laboratorio a
partir de células madre. Un ‘lujo’ que de momento cuesta casi 300.000 euros
El filántropo
anónimo que ha financiado el estudio será el primero en probar la hamburguesa
in vitro. Robyn Lee
Un filántropo
anónimo ha financiado el desarrollo de la carne in vitro, cultivada en
el laboratorio a partir de células madre de ternera. Y será el primero en
probarla, en forma de hamburguesa, el próximo 5 de agosto. Ese día se
convertirá en el primer humano en conocer el sabor de la carne artificial, y su
buche digerirá la pieza de carne picada más cara de la historia. Unos 300.000
euros por medio kilo.
Ya hace unos años
que varios equipos de científicos trabajan en el desarrollo de la carne
artificial. Su objetivo: fabricar proteína animal más barata y sostenible,
ya que la ganadería es una actividad con un gran impacto ambiental. Según ha
asegurado a ‘The Independent’ Mark Post, el científico de la Universidad
de Maastrich responsable de crear la hamburguesa in vitro, «La ganadería
produce un 39 por ciento del total de emisiones de metano, un 5 por ciento de
las de CO2 y un 40 por ciento de las de óxido nitroso».
Según un estudio de la Universidad de Oxford, producir carne
cultivada a partir de células madre necesitaría solo una centésima parte de la
tierra necesaria para la ganadería convencional, alrededor de un 90 por ciento
menos de agua, y reduciría las emisiones de gases de efecto invernadero
en una medida similar. Aun así, al menos de momento, su precio es prohibitivo y
su comercialización imposible. Antes debería pasar los controles sanitarios
necesarios para garantizar su calidad, su inocuidad y sus propiedades. Los más
optimistas calculan que podrán llegar a los supermercados en los próximos 5 o
10 años.
La hamburguesa
que degustará el filántropo anónimo –que desvelará su identidad, según The
Independent, ese mismo día– estará formada por más de 3.000 hebras de carne
artificial, cada una del tamaño aproximado de un grano de arroz.
Probablemente no será ni tan tierna ni tan sabrosa como la alternativa
convencional. La carne, aunque está compuesta principalmente por proteínas,
adquiere su sabor en combinación con la grasa, de la que la versión in vitro de
momento carece.
Además de
producir carne de una manera menos contaminante, y liberar terreno para otras
ocupaciones, esta tecnología puede permitir crear alimentos más sabrosos, más
baratos, y más saludables al poder elegir cuánta y qué clase de grasa cultivar.
Lo que está claro, al menos de momento, es que no se pueden crear chuletones,
ni solomillos, sino piezas más parecidas a la carne picada o al relleno de
salchichas.
Tomado de el
correo de país vasco
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