Cambio climático: últimas noticias sobre el fin del mundo
Dahr Jamail - Tom Dispatch
Crecí planificando mi futuro, preguntándome a qué
universidad me gustaría asistir, qué estudiaría y, más tarde, dónde trabajaría,
qué artículos escribiría, cuál podría ser mi próximo libro, cómo pagaría una
hipoteca y cuál sería la próxima excursión de montaña que me gustaría hacer.
Ahora, me pregunto sobre el futuro de nuestro planeta. Durante
una reciente visita con mi sobrina de 8 años y mis sobrinos de 10 y 12, me
contuve de preguntarles qué querían hacer cuando fueran mayores, o cualquiera
de las preguntas orientadas al futuro que solía hacerme a mí mismo. Lo hice
porque la realidad de su generación bien puede ser que aquellas preguntas sean
reemplazadas por dónde conseguirán agua dulce, de qué alimentos dispondrán y
qué partes de su país y del resto del mundo serán todavía habitables.
La razón, por supuesto, es el cambio climático, y todo lo
malo que podría ocasionar me fue revelado en el verano de 2010. Estaba
escalando el Monte Rainier, en el estado de Washington, por la misma ruta que
había utilizado en un ascenso de 1994. En lugar de experimentar las puntas
metálicas de los crampones unidos a las botas crujiendo en el hielo de un
glaciar, me di cuenta de que, a gran altura, aún estaban raspando contra la
roca volcánica a la vista. Hacia el anochecer, mis pasos provocaban chispas.
La ruta había cambiado tan drásticamente como para confundirme.
Me detuve en un momento para mirar en lo profundo del acantilado hacia un
glaciar bañado por la suave luz de la luna, unos cien metros más abajo. Se me
cortó el aliento cuando me di cuenta de que estaba mirando lo que quedaba del
enorme glaciar que había escalado en 1994, justo en aquel sector en que había
hecho crujir el hielo con los crampones. Me detuve en seco, respirando el aire
enrarecido de esas altitudes, mi mente luchando por entender el drama inducido
por el cambio climático que se había desarrollado desde la última vez que había
estado en ese lugar.
No he vuelto a Mount Rainier para ver cuánto más ha
retrocedido el glaciar en los últimos años, pero recientemente me embarqué en
una búsqueda para entender cuánto malo podía ser. Descubrí un conjunto de
científicos serios -para nada una mayoría de los científicos del clima, pero
atípicamente reflexivos – que sugieren que el asunto no es solo muy, muy malo:
es catastrófico. Algunos de ellos, incluso, creen que si el actual ritmo de
emisión de dióxido de carbono a la atmósfera, por la quema de combustibles
fósiles, se combina con la liberación masiva de metano, un gas de efecto
invernadero aún más potente, la vida tal como la hemos conocido los seres
humanos se terminará en el planeta. Temen que estemos cayendo por un precipicio
a un ritmo espeluznante.
Los más conservadores en ciencias del clima, representados
por el prestigioso Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC),
pintan escenarios apenas menos espeluznantes, pero dediquemos un poco de tiempo
-como hice yo- a lo que podríamos llamar científicos al borde del precipicio, y
a escuchar exactamente lo que tienen que decir.
***
“Como especie, nunca hemos experimentado 400 partes por
millón de dióxido de carbono en la atmósfera “, dijo Guy McPherson, profesor
emérito de biología evolutiva, recursos naturales y ecología de la Universidad
de Arizona, experto en cambio climático hace 25 años . “Nunca hemos estado en
un planeta sin hielo en el Ártico, y vamos a romper el techo de las 400 ppm …
en un par de años. En ese momento, también veremos cómo desaparece el hielo del
Ártico en el veran0. Este planeta no ha experimentado un Ártico libre de hielo
durante al menos los últimos tres millones de años “.
Para los no iniciados, en los términos más simples, esto es
lo que significaría un Ártico libre de hielo cuando de calentar el planeta se
trata: con menor capa de hielo sobre las aguas del Ártico que la refleje, la
radiación solar sería absorbida directamente por el mar Ártico. Esto calentaría
las aguas y, por lo tanto el planeta, todavía más. Este efecto tiene el
potencial de cambiar los patrones climáticos globales, variar el flujo de los
vientos e incluso algún día posiblemente alterar la posición de las corrientes
de viento más altas, o jet streams. Las jet streams polares son como
ríos de corrientes rápidas que fluyen en lo alto en la atmósfera de la Tierra y
empujan a las masas de aire frío y caliente, jugando un papel fundamental en la
determinación del clima del planeta.
McPherson, que tiene el blog Nature Bats Last (La
naturaleza es la última en golpear), añadió: “Nunca hemos llegado hasta
este punto como especie y las implicaciones son verdaderamente graves y
profundas para nuestra especie y para el resto del planeta viviente”.
Aunque su perspectiva es más extrema que la del grueso de la
comunidad científica, que considera que un verdadero desastre puede ocurrir dentro
de muchas décadas, McPherson está lejos de ser el único científico que expresa
tales preocupaciones. El profesor Peter Wadhams, experto del Ártico de la
Universidad de Cambridge, ha estado midiendo el hielo del Ártico durante 40
años, y sus hallazgos ponen de relieve los temores de McPherson. “El descenso
en el volumen de hielo es tan rápido que vamos a quedar en cero muy
rápidamente”, dijo Wadhams a la prensa. De acuerdo con datos actuales, se
estima “con un 95 por ciento de certeza” que el Ártico tendrá veranos
completamente libres de hielo en 2018 (investigadores de la Armada de Estados
Unidos predijeron un Ártico sin hielo incluso para antes, en 2016.)
El científico británico John Nissen, presidente del Grupo de
Emergencia de Metano del Ártico (del cual Wadhams es miembro), sugiere que si
la pérdida de hielo marino del verano pasa “el punto de no retorno” y “se
liberan catastróficas cantidades de metano del Ártico”, estaremos en una
“emergencia planetaria instantánea.”
McPherson, Wadham y Nissen representan sólo la punta de un
iceberg en deshielo de científicos que ya nos está advirtiendo sobre un
inminente desastre que afecta especialmente a la liberación de metano del
Ártico. En la atmósfera, el metano es un gas de efecto invernadero que, en una
escala de tiempo de relativamente corto plazo, es mucho más destructivo que el
dióxido de carbono (CO2). Es 23 veces más potente que el CO2 por molécula en
una escala de tiempo de 100 años, 105 veces más potente a la hora de calentar
el planeta en una escala temporal de 20 años. Y el permafrost ártico,
en tierra y más allá de la costa, está lleno de metano. “El lecho marino –dice
Wadham- es un permafrost en alta mar, pero ahora se está calentando y
fundiendo. Ahora estamos viendo grandes penachos de metano burbujeando en el
Mar de Siberia … millones de kilómetros cuadrados, donde la cubierta de metano
está siendo liberada”.
Según un estudio recién publicado en la revista Nature
Geoscience, se está liberando el doble de metano de lo que se creía
desde la Plataforma Ártica de Siberia Oriental, un área dos millones de
kilómetros cuadrados frente a las costas del norte de Siberia. Sus
investigadores encontraron que al menos 17 teragramos (un millón de toneladas)
de metano están siendo liberados a la atmósfera cada año, cuando un estudio de
2010 había detectado sólo 7 teragramos liberados.
Al día siguiente de que Nature Geoscience publicó su
estudio, un grupo de científicos de la Universidad de Harvard y otras
instituciones académicas publicó un informe en Proceedings of the National Academy of Sciences que muestra
que la cantidad de metano que se emite en Estados Unidos, tanto de petróleo
como de actividades agrícolas, podría ser un 50% mayor que las estimaciones
previas y 1,5 veces más altas que las estimaciones de la Agencia de Protección
Ambiental (EPA) norteamericana.
¿Qué tan serio es el potencial global de metano acumulado?
No todos los científicos creen que sea una amenaza inmediata o incluso la
principal amenaza que enfrentamos, pero Ira Leifer, experto en atmósfera y
océanos de la Universidad de California, Santa Barbara, y uno de los autores
del reciente estudio sobre el metano del Ártico, me señaló que “la extinción masiva del Pérmico ocurrida hace 250 millones de
años está relacionada con el metano que se cree es la clave de lo que causó la
extinción de la mayoría de las especies en el planeta entonces.” En ese
episodio de extinción, se estima que el 95% de todas las especies fueron
exterminadas.
También conocida como “La Gran Mortandad”, fue provocada por
un flujo de lava masiva en una zona de Siberia que dio lugar a un aumento de la
temperatura global de 6°C. Eso, a su vez, provocó el derretimiento de los
depósitos de metano congelados bajo los mares. Liberados a la atmósfera,
provocaron que las temperaturas se dispararan aún más. Todo ocurrió en un
período de unos 80 mil años.
Actualmente, estamos en medio de lo que los científicos
consideran la sexta extinción masiva de la historia planetaria, con entre 150 y
200 especies que se extinguen cada día, a un ritmo mil veces mayor que la tasa
de extinción “natural” o de “background”. Este evento ya puede ser comparable
con, o incluso superior a, la velocidad e intensidad de la extinción masiva del
Pérmico. La diferencia es que la nuestra es causada por el hombre, no va a
tomar 80.000 años, sólo llevó hasta ahora unos pocos siglos y está ganando
velocidad de una forma no lineal.
Es posible que, sobre las grandes cantidades de dióxido de
carbono procedentes de los combustibles fósiles que siguen entrando en la
atmósfera en cantidades anuales récord, un aumento de la liberación de metano
marque el comienzo de la clase de proceso que llevó a la Gran Mortandad.
Algunos científicos temen que la situación sea ya tan grave y con tantos
circuitos de retroalimentación en marcha que vayamos camino de causar nuestra
propia extinción. Peor aún, algunos están convencidos de que podría ocurrir
mucho más rápidamente de lo que generalmente se cree posible: incluso en el
transcurso de las próximas décadas.
***
Como reza un informe de la NASA, “¿es un gigante climático dormido el
que se despereza en el Ártico?”: “A lo largo de cientos de miles de años, los
suelos congelados o permafrost del Ártico han acumulado grandes reservas de
carbono orgánico -un estimado de 1.400 a 1.850 petagramos (un petagramo es 2,2
billones de libras, o mil millones de toneladas métricas). Eso es
aproximadamente la mitad de todo el carbono orgánico almacenado en los suelos
de la Tierra. En comparación, cerca de 350 petagramos de carbono se han emitido
desde toda la combustión de combustibles fósiles y de las actividades humanas
desde 1850. La mayor parte de este carbono se encuentra en suelos vulnerables a
la descongelación, a tres metros de profundidad”.
Científicos de la NASA, y otros, están aprendiendo que el
permafrost del Ártico -y su carbono almacenado – pueden no estar tan
permanentemente congelados como su nombre lo indica. El científico Charles
Miller, del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA, es el investigador
principal de Experimento de Vulnerabilidad de los Reservorios Árticos (CARVE),
una campaña de cinco años dirigida por la NASA sobre el terreno para estudiar
cómo el cambio climático está afectando el ciclo del carbono en el Ártico.
Miller le dijo a la NASA: ”Los suelos de permafrost se están calentando incluso
más rápido que la temperatura del aire del Ártico –de 2.7 a 4.5 grados
Fahrenheit o(1,5 a 2,5°C) en tan sólo los últimos 30 años. Como el calor de la
superficie de la Tierra penetra en el permafrost, amenaza con remover estos
reservorios de carbono orgánico y liberarlos a la atmósfera en forma de dióxido
de carbono y metano alterando el balance de carbono del Ártico y, en gran
medida agrava, el calentamiento global “.
El investigador teme que los resultados potenciales sean el
derretimiento a gran escala del permafrost. Como señala, “los cambios en el
clima pueden desencadenar transformaciones que simplemente no son reversibles
en nuestras vidas, que puede causar cambios rápidos en el sistema de la Tierra
que requerirán adaptaciones por las personas y los ecosistemas.”
El reciente estudio de la NASA destaca el descubrimiento de
fuentes de metano activas y crecientes de hasta 150 kilómetros de diámetro. Un
científico a bordo de un barco de investigación lo describió como un burbujeo
notable a simple vista, en el que el agua de mar se parece a una gran piscina
de soda. Entre los veranos de 2010 y 2011, de hecho, los científicos
encontraron que en el transcurso de unos años unas ventanas de metano de sólo
30 centímetros de diámetro se habían vuelto de un kilómetro de ancho, un
aumento del 3,333% y un ejemplo de la rapidez con la que partes del planeta
están respondiendo a la alteración del clima.
Miller reveló otro hallazgo alarmante: “Algunas de las
concentraciones de metano y dióxido de carbono que hemos medido han sido
grandes, y estamos viendo patrones muy diferentes de lo que sugieren los
modelos”, comentó sobre algunas de las conclusiones del CARVE. “Vimos
explosiones a gran escala regional de más dióxido de carbono y metano que lo
normal en el interior de Alaska y en toda la vertiente norte durante el
deshielo de primavera, y que duró hasta después del recongelamiento de otoño.
Para citar otro ejemplo, en julio de 2012 vimos metano en los pantanos Innoko
Wilderness, cuyo nivel estaba 650 partes por mil millón más alto que los
normales. Eso es similar a lo que puedes encontrar en una gran ciudad”.
Moviéndose debajo del Océano Ártico, donde están el hidrato
de metano -a menudo descrito como gas metano rodeado de hielo- un informe de
marzo de 2010 publicado por Science indicó que contienen
acumulativamente el equivalente a de 1.000 a 10.000 gigatoneladas de carbono.
Comparemos este total con las 240 gigatoneladas de carbono que la humanidad se
ha emitido a la atmósfera desde el inicio de la revolución industrial.
Un estudio publicado en la prestigiosa revista Nature en
julio de 2013 sugirió que un “eructo” de 50 gigatoneladas de metano a partir de
la descongelación del permafrost del Ártico bajo el mar de Siberia Oriental es
“muy posible en cualquier momento”. Eso sería el equivalente a al menos 1.000
gigatoneladas de dióxido de carbono.
Incluso el relativamente sobrio IPCC ha advertido sobre tal
escenario: “La posibilidad de un cambio climático abrupto y/o cambios bruscos
en el sistema de la Tierra provocado por el cambio climático, con consecuencias
potencialmente catastróficas, no se puede descartar. La retroalimentación
positiva de calentamiento podría causar la liberación de carbono o el metano de
la biosfera terrestre y los océanos”.
En los dos últimos siglos, la cantidad de metano en la
atmósfera ha aumentado de 0,7 partes por millón a 1,7 partes por millón. La
introducción de metano en grandes cantidades en la atmósfera, temen algunos
científicos del clima, puede tornar inevitable un aumento de la temperatura
global de entre 4°C y 6°C.
La capacidad de la mente humana de captar y entender esa
información está poniéndose a prueba. Y mientras esto pasa, más datos sigue
llegando — y las noticias no son buenas.
***
Consideremos esta cronología:
* Fines del 2007: El IPCC anuncia que el planeta va a
sufrir un aumento de temperatura de un grado Celsius debido al cambio climático
hacia 2100.
* Fines de 2008: El Centro Hadley para la
Investigación de Meteorología pronostica un aumento 2°C para 2100.
* Mediados de 2009: El Programa Ambiental de la ONU
predice un aumento de 3,5 °C para 2100. Este incremento podría eliminar el
hábitat para los seres humanos en este planeta, ya que casi todo el plancton de
los océanos sería destruido, y los cambios de temperatura asociados matarían
muchas plantas de la tierra. Los seres humanos nunca han vivido en un planeta
con 3,5 C por encima de la actual línea de base.
* Octubre 2009: el Centro Hadley para la
Investigación Meteorológica difunde una predicción actualizada, que sugiere un
aumento de la temperatura de 4°C para 2060.
* Noviembre de 2009: el Global Carbon Project, que
monitorea el ciclo global del carbono, y el Copenhagen Diagnosis, un informe de
la ciencia del clima, predicen 6°C y 7°C de aumento en la temperatura media,
respectivamente, para 2100.
* Diciembre de 2010: el Programa Ambiental de la ONU
predice un aumento de hasta 5°C para 2050.
* 2012: el informe World Energy Outlook de la
conservadora Agencia Internacional de la Energía (AIE) establece un aumento de
2°C en 2017.
* Noviembre de 2013: la misma AIE predice un aumento
de 3,5°C para 2035.
Una reunión informativa de la fallida Conferencia de Partes
(COPA) de Copenhague de la ONU sobre cambio climático en 2009 proporcionó este
resumen: “El nivel del mar a largo plazo que corresponde a la concentración
actual de CO2 es de unos 23 metros por encima de los niveles actuales, y las
temperaturas serán más altas en 6° C o más. Estas estimaciones se basan en
registros climáticos reales a largo plazo, no en modelos “.
El 3 de diciembre, un estudio de 18 eminentes científicos,
entre ellos el ex director del Instituto Goddard de la NASA para Estudios
Espaciales, James Hansen, demostró que el largamente sostenido objetivo
internacional de limitar los aumentos en la temperatura media mundial a 2° C
estaba errado y muy por encima del umbral de 1°C que debería mantenerse para
evitar los efectos de un cambio climático catastrófico.
Y tengamos en cuenta que las distintas evaluaciones
principales de las futuras temperaturas globales rara vez asumen lo peor acerca
de la posible retroalimentación climáticas como las del metano.
***
Las muertes relacionadas con el cambio climático ya se
estiman en cinco millones al año, y el proceso parece estar acelerándose más
rápidamente que la mayoría de lo que los modelos climáticos han sugerido.
Incluso sin tener en cuenta la liberación de metano congelado en el Ártico,
algunos científicos ya están pintando un cuadro verdaderamente desolador del
futuro humano. Por ejemplo, el biólogo Neil Dawe, del Canadian Wildlife Service
, dijo en agosto a un periodista que no le sorprendería que la generación que
le sigue fuera testigo de la extinción de la humanidad. Alrededor del estuario
próximo a su oficina en la isla de Vancouver, él ha sido testigo de la
desintegración de la “red de la vida” y “eso está pasando muy rápido”.
“El crecimiento económico es el mayor destructor de la
ecología”, dice Dawe. “Aquellas personas que piensan que puede tener una
economía en crecimiento y un medio ambiente sano están equivocados. Si no
rebajamos nuestros números, la naturaleza lo hará por nosotros”. Y él no es de
los que confían en que la Humanidad será capaz de salvarse a sí mism. “Todo
está peor y seguimos haciendo las mismas cosas. Porque los ecosistemas son tan
resistentes, que no castigan la estupidez precisamente de inmediato”,
Guy McPherson, de la Universidad de Arizona, comparte esos
temores. “Vamos a tener muy pocos seres humanos en el planeta debido a la falta
de hábitat”, dice. Sobre los estudios recientes que muestran lo que implicará
el aumento de temperatura para ese hábitat, aclara que “sólo están contemplando
el CO2 en la atmósfera”.
La pregunta entonces es: ¿podría alguna versión de extinción
o casi extinción debida al cambio climático acabar con la humanidad, y
posiblemente en un lapso increíblemente corto? Cosas similares han ocurrido en
el pasado. Hace 55 millones de años, un aumento de 5°C en la temperatura media
mundial ocurrió al parecer en sólo 13 años, según un estudio publicado en la
edición de octubre 2013 de Proceedings of the National Academy of Sciences.
Otro reporte de la edición de agosto 2013 de Science reveló que en el
corto plazo el clima de la Tierra cambiará diez veces más rápido que en
cualquier otro momento de los últimos 65 millones de años.
“El Ártico se está calentando más rápido que cualquier otro
lugar en el planeta”, dijo el climatólogo Hansen. “Hay posibles efectos
irreversibles de la fusión del hielo marino del Ártico. Si con ello luego el
Océano Ártico se calienta, y se calienta el fondo del océano, entonces vamos a
empezar a liberar los hidratos de metano. Y si dejamos que esto suceda, es un
punto de inflexión potencial que no vamos a queremos que ocurra. Si quemamos
todos los combustibles fósiles, entonces sin duda el hidrato de metano, con el
tiempo, será liberador y agregará varios grados centígrados más de
calentamiento, y no está claro que la civilización pueda sobrevivir a semejante
cambio climático extremo”.
Sin embargo, mucho antes de que la humanidad haya quemado todas
las reservas de combustibles fósiles en el planeta, grandes cantidades de
metano serán liberadas. El cuerpo humano es potencialmente capaz de manejar un
aumento de 6°C a 9°C en la temperatura del planeta, pero los cultivos y el
hábitat que utilizamos para la producción de alimentos, no. Como dijo
McPherson, “con un aumento de la línea de base de 3,5°C a 4°C, no veo ninguna
manera de tener hábitat. Estamos a 0,85 C por encima de la línea de base y ya
ha actuado de desencadenante de todos estos ciclos de retroalimentación
climáticos”.
Y añade: “Toda la evidencia apunta a un aumento seguro de
3,5°C a 5°C de la temperatura global por encima de la “norma” de 1850 para
mediados de este siglo, posiblemente mucho antes. Esto garantiza una
retroalimentación positiva, ya en marcha, lo que lleva a 4,5°C-6°C o más grados
por encima de esa base, lo que es un nivel letal para la vida. Esto es en parte
debido al hecho de que los seres humanos tienen que comer y las plantas no
pueden adaptarse con la suficiente rapidez para los siete mil a nueve mil
millones de habitantes que seremos. Así que vamos a morir”.
Si creen que el comentario de McPherson sobre la falta de
adaptabilidad es exagerada, tenga en cuenta que la tasa de evolución arrastra
el ritmo del cambio climático a un factor de 10.000, según un paper de la edición de agosto 2013 de Ecology
Letters. Por otra parte, David Wasdel, director del Proyecto Apollo-Gaia y
experto en múltiples dinámicas de retroalimentación, dice: “Estamos
experimentando un cambio de 200 a 300 veces más rápido que cualquiera de los
eventos de extinción principales anteriores”.
Wasdel cita con especial alarma determinados informes
científicos que muestran que los océanos ya han perdido el 40% de su
fitoplancton, la base de la cadena alimentaria oceánica mundial, debido a la
acidificación inducida por el cambio climático y a las variaciones de la
temperatura atmosférica (según el Center for Ocean Solutions: “Los océanos han
absorbido casi la mitad de las emisiones humanas de CO2 lanzado desde la
Revolución Industrial. Aunque esto ha moderado el efecto de las emisiones de
gases de efecto invernadero, está alterando químicamente los ecosistemas
marinos cien veces más rápidamente de lo que ha cambiado en al menos los
últimos 650.000 años”).
“Esto ya es un evento de extinción en masa. La pregunta
es hasta dónde va a llegar, qué tan grave será. Si no somos capaces de
detener la tasa de aumento de la temperatura y volver a ponerla bajo control,
entonces un evento de alta temperatura, tal vez otros 5°C-6°C borraría al menos
el 60% y el 80% de las poblaciones y las especies de la vida en la Tierra”.
***
En noviembre de 2012, incluso Jim Yong Kim, presidente del
Banco Mundial (una institución financiera internacional que concede préstamos a
los países en desarrollo), advirtió que “un mundo 4°C más caliente puede, y
debe, evitarse. La falta de acción sobre el cambio climático amenaza con hacer
que nuestros hijos hereden un mundo completamente diferente del que estamos
viviendo en la actualidad”.
Un informe encargado al Banco Mundial advirtió que sí
estamos en camino de un “mundo 4°C más cálido” marcado por olas de calor
extremo y la subida del nivel del mar amenazante para la vida.
Los tres diplomáticos sobrevivientes que lideraron las
conversaciones sobre cambio climático de la ONU afirman que hay pocas
posibilidades de que el próximo tratado sobre el clima, si alguna vez se
aprueba, evite que el mundo se sobrecaliente. “No hay nada que pueda ser
acordado en 2015 que pudiera estar en línea con la meta de los 2°C”, afirma Yvo
de Boer, secretario ejecutivo de la Convención Marco de las Naciones Unidas
sobre el Cambio Climático en 2009, cuando fracasaron los intentos de llegar a
un acuerdo en una cumbre en Copenhague. “La única manera de que un acuerdo de
2015 (en París, N.de la T.) pueda alcanzar una meta de 2 grados es desconectar
de golpe toda la economía mundial”.
El experto en atmósfera y océanos Ira Leifer está
especialmente preocupado por los cambios en los patrones de precipitación que
un proyecto de informe del IPCC, recientemente filtrado a la prensa, sugiere
para el futuro: “Cuando miro que los modelos predicen un mundo de 4°C más
caliente, veo muy poca lluvia en vastas franjas de la población. Si España se
convierte en Argelia, ¿dónde conseguirán los españoles el agua para sobrevivir?
Tenemos partes del mundo muy pobladas que tienen altas precipitaciones y
cultivos, y cuando las lluvias y los cultivos desaparezcan y el país se empiece
a parecer más al norte de África, ¿qué mantendrá con vida a la gente?”
El informe del IPCC sugiere que podemos esperar un cambio
generalizado de los patrones de lluvia mundiales más al norte, quitando del
futuro suministro de agua a áreas que ahora reciben abundantes lluvias. La
historia nos muestra que cuando el suministro de alimentos colapsa, surgen las
guerras, al tiempo que el hambre y las enfermedades se propagan. Todas estas
cosas, temen los científicos ahora, podría suceder en una escala sin
precedentes, especialmente dada la naturaleza interconectada de la economía
global.
“Algunos científicos sugieren hacer planes para adaptarnos a
un mundo de 4°C más cálido”, comenta Leifer. “Si bien es prudente, uno se
pregunta cuál es la parte de la población que vive ahora que podría adaptarse a
un mundo así, y mi opinión es que es sólo unos pocos miles de personas que
busquen refugio en el Ártico o la Antártida”.
No es sorprendente que los científicos con estos puntos de
vista a menudo no sean los más populares de la clase. McPherson, por ejemplo, a
menudo es llamado “Guy McStinction”, a lo que responde: “Sólo reporto
resultados de otros científicos. Casi todos estos resultados se difunden en
publicaciones establecidas y reconocidas. No creo que nadie esté cuestionando a
la NASA, o Nature o a Science, o Proceedings of the National
Academy of Sciences. Estos y otros que reporto son razonablemente bien
conocidos y provienen de fuentes legítimas, como la NOAA (la Administración
Nacional Oceánica y Atmosférica estadounidense), por ejemplo. No estoy
inventando esta información, sólo estoy conectando un par de puntos, y es algo
para lo que muchas personas tienen dificultades “.
McPherson no tiene muchas esperanzas para el futuro, ni en
la voluntad del gobierno para hacer algo parecido a los cambios radicales que
serían necesarios para aliviar rápidamente el flujo de gases de efecto
invernadero a la atmósfera, ni espera que los principales medios de
comunicación pongan mucho esfuerzo en la presentación de informes sobre todo
esto porque, como él dice, “no hay mucho dinero en el fin de la civilización, y
menos aún en la extinción humana”. La destrucción del planeta, por otro lado,
es una buena apuesta “porque hay dinero en esto, y siempre y cuando sea ese el
caso, va a continuar”.
Leifer, sin embargo, está convencido de que existe una obligación
moral para no darse por vencido y que se podría torcer el camino hacia la
destrucción global. “En el corto plazo, si se consigue hacer lo correcto por el
interés económico de la gente, ocurrirá muy rápido”. Y ofrece una analogía para
considerar si la humanidad estaría dispuesta a actuar para mitigar los efectos
del cambio climático: “La gente hace todo tipo de cosas para reducir su riesgo
de cáncer, no porque se le garantiza que no lo padecerá, sino porque uno hace
lo que puede y contrata la protección y los seguros de salud necesarios para
tratar de reducir el riesgo de contraerla”.
Los signos de una crisis climática que empeora nos rodean,
querramos verlos o no. Ciertamente, la comunidad científica los capta. Al igual
que innumerables comunidades que ya experimentan los efectos del cambio
climático en forma sorprendente y que se preparan a nivel local ante desastres
cada vez peores, como inundaciones, sequías, incendios forestales, olas de
calor y tormentas. Las evacuaciones de islas bajas del Pacífico Sur ya han
comenzado. La gente en esas áreas se ve obligada a enseñar a sus hijos a
adaptarse a aquello en lo que estamos convirtiendo al mundo.
Mi sobrina y sobrinos están haciendo algo similar. Están
sembrando verduras en un jardín del patio trasero y sus ocho pollos
proporcionan más que suficientes huevos para la familia. Sus padres tienen la
intención de enseñarles a ser cada vez más autosuficientes. Pero ninguna de
estas acciones sinceras puede mitigar lo que ya está en marcha en lo que respecta
al clima global.
Tengo 45 años, y muchas veces me pregunto cómo mi generación
sobrevivirá a esta crisis climática inminente. ¿Qué pasará con nuestro mundo si
las aguas árticas de verano quedan realmente libres de hielo dentro sólo unos
pocos años? ¿Cómo será mi vida si tengo que experimentar un aumento de la
temperatura global de 3,5° C?
Y por encima de todo, me pregunto cómo podrán sobrevivir las
generaciones venideras.
Dahr Jamail ha escrito mucho sobre el cambio climático,
así como el desastre petrolero de British Petroleum en el Golfo de México. Ha
recibido numerosos premios, incluyendo el Martha Gellhorn de Periodismo y el
James Aronson de Periodismo para la Justicia Social. Es autor de dos libros:
“Más allá de la Zona Verde: crónicas de un periodista independiente en el Irak
ocupado” (Beyond the Green Zone: Dispatches from an Unembedded Journalist in
Occupied Iraq) y “La voluntad de resistir: soldados que se niegan a combatir en
Irak y Afganistán” (The Will to Resist: Soldiers Who Refuse to Fight in Iraq
and Afghanistan). Actualmente, trabaja para el servicio en inglés de Al
Jazeera, en Doha, Qatar.
Fuente: http://www.tomdispatch.com/blog/175785/tomgram%3A_dahr_jamail%2C_the_climate_change_scorecard/
ENVIADO POR RED FOROBA
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