Arándanos y
agroquímicos en Blueberries S.A. Recibimos en la redacción de DIARIOJUNIO la investigación
del periodista Patricio Eleisegui, que se titula “Fruto de la Desgracia”. El
trabajo periodístico se desarrolla en Concordia y gira en torno al arándano y a
su forma de producción con agroquímicos. “El Fruto de la Desgracia” involucra
la muerte de Edgardo Ferreyra de 48 años, trabajador de Blueberries SA, y a
actores como la vocera y empresaria Graciela M. de Taylor, la doctora Mónica
Murtagh y OSPRERA (Obra Social de los Trabajadores Rurales), entre otros. Lo
siguiente es un anticipo en exclusiva del minucioso trabajo de investigación
que se divulgará en estos días; el mismo muestra y expone lo que sucede en
Concordia alrededor del arándano. Edgardo
Ferreyra de 48 años. Antes de morir mostroó su cuerpo y sus dolencias a la
prensa
AGROTÓXICOS Y CANCER : Leila, arrancada como la maleza
El periodista Patricio Eleisegui de Buenos Aires es autor de
“Envenenados. Una bomba química nos extermina en silencio” (Ed. Wu Wei 2014).
En él expone los efectos nocivos en la salud de las personas de los
agroquímicos que se utilizan en el cultivo de soja. Ahora vuelve a aparecer en
el campo periodístico con una investigación sobre la producción y la gestación
del arándano en Concordia, titulada “Fruto de la Desgracia. Agroquímicos y
esclavos para un mundo con arándano argentino”.
TESTIMONIO EN PRIMERA PERSONA: “YO COMÍ ARÁNDANO ENVENENADO”
“Yo comí arándano envenenado… En el 2012 fui y comí de vuelta. Había caído
piedra y para no perder la fruta, la empresa le echó químicos. Querían que la
fruta haga cáscara otra vez. Eso es lo que me contaminó a mí. Ahora tengo todo
el cuerpo tomado con linfomas. Ahí mismo, en la empresa, murió un muchacho de
Concordia por la misma causa y hay diez más complicados en la misma situación.
Esos son de distintas partes de país. Los dolores que siento son insoportables.
Estoy con quimioterapia”, relataba Edgardo Ferreyra, oriundo de Federación,
también remisero y albañil; quien trabajó en temporada de cosecha, de octubre a
diciembre. Ferreyra explicaba en el primer contacto con Eleisegui,
durante el mes de abril, que la tarea que desempeñaba dentro de la empresa
Blueberries era la de operario: “Trabajaba adentro del galpón, manejando los
botones de las máquinas, nada más. Máquinas que elevan la fruta para la
envasadora. Que no venga la fruta muy rápido, esas cosas. Yo no estaba en el
campo ni nada. Estaba en blanco y todo”. “Los primeros síntomas de la
intoxicación los empecé a sentir a fines de ese 2012 que yo comí. Después
estuve todo el 2013 enfermo, imposibilitado. Los de la mutual OSPRERA (obra
social de los trabajadores rurales) me rechazaron todos los papeles. Y la
empresa, como hace un año, terminó la zafra y cerró la oficina. Todos
desaparecieron”, exponía Ferreyra; testimonio que va desandando a lo largo de
la investigación.
MONICA MURTAGH, LA MÉDICA DESENTENDIDA DE LOS AGROQUÍMICOS
La doctora que lo atendió es Mónica Murtagh, jefa en el
servicio de Hematología del hospital Masvernat, “directamente me encuentra
cáncer en la sangre. Al mes de los primeros estudios ya tenía la mitad de los
glóbulos rojos que debería tener. Todos los bultos en el cuerpo me empezaron a
aparecer a partir de enero de este año”, contaba Ferreyra a Eleisegui. A lo que
agregaba “Está comprobado, eso me dijo mi médica, que no había que comer
arándanos porque estaba con químico”.
El mismo Eleisegui contactó, vía telefónica, a la médica
Mónica Murtagh, y después de un par de preguntas, “la doctora en cuestión hizo
gala de contradicciones hasta concluir el diálogo de manera intempestiva. En
todo momento, su intención fue la de no referirse a la situación del ex empleado
del arándano, incluso adujo desconocer su dolencia”.
“No tengo idea de qué productos se usan en los arándanos.
Pero los organofosforados no son la bomba de Hiroshima”, expresaba la médica
Mónica Murtagh. El autor del libro “Envenenados” es contundente en relación a
las palabras y a la postura de la profesional de la salud Mónica Murtagh ante
la problemática de los agroquímicos: “Pese a que en todo momento remarcó su
desconocimiento respecto de los plaguicidas que se aplican sobre la fruta, la
especialista insistió con que ´no se puede decir que hay una relación directa
con los organofosforados´-palabra que jamás pronunció este autor en todo el
diálogo- además de repetir una apreciación que fija una postura frente al
problema de la contaminación con agroquímicos: “Los organofosforados no son la
bomba de Hiroshima”. El “Fruto de la Desgracia” explica el origen y el devenir
de los organofosforados, cuyo principal desarrollo se dio en la Segunda Guerra
Mundial pero aparece como gas letal en la guerra entre Irak-Irán de los años 80
y en los atentados terroristas en Japón del ´94 Y ´95, hasta llegar a
convertirse en parte de activa de los pesticidas. La investigación brinda
información rigurosa y detallada de los pesticidas basados en organofosforados
que se utilizan sobre el arándano en Concordia; en un fragmento nos dice:
“-pese a que Murtagh dijo no estar al tanto de los químicos que demanda la
actividad- se destacan los insecticidas metilazinfos y clorpirifos que tanto la
germana Bayer como la estadounidense Dow comercializan bajo las etiquetas
Gusathion 36 SC y Lorsba”. ARÁNDANOS SIN LAVAR PARA EL MERCADO INTERNO Patricio
Eleisegui consultó a Graciela M. de Taylor, la vocera de la Asociación de
Productores de Arándanos de la Mesopotamia Argentina (APAMA), sobre la
vinculación entre la producción del arándano y agroquímicos. “Hoy no existe
producción que no lleve agroquímicos. Yo soy productora de cítricos también, y
de variedades de frambuesa y nueces. Toda la producción frutihortícola,
absolutamente toda, a no ser que venga con una certificación de orgánico, lleva
agroquímico”, manifestó la empresaria Graciela M. de Taylor y vocera de APAMA. Reconoció
que “La fruta va así. Se pasa nada más por una clasificación para sacar el
arándano que está deteriorado. A la fruta no se le hace nada posterior”,
aseverando que “Un problema por contaminación con algún producto o un residuo
de fumigación te puede pasar con cualquier fruta”.
La reflexión que decanta de las expresiones vertidas por
Graciela M. de Taylor en el “Fruto de la Desgracia” es la reveladora frase de
Eleisegui: “La misma cámara que nuclea a las empresas productoras de Concordia,
reconocen y destacan que la fruta no se limpia o lava en ningún momento”. En la
investigación aparecen distintos relatos de ex empleados, por ejemplo, de La
Granja Azul SRL, donde uno de ellos destaca que: “En Concordia se usa mucho
glifosato. No se le aplica a la planta del arándano, pero si al suelo,
alrededor del tronco, para matar los yuyos. Al momento del análisis, los
productores tienen mucho cuidado de dónde toman las muestras. Así, no se saca
fruta de la parte de debajo de la planta”. Luego, y en estricto off the record,
un despachante de aduana con pasado en la exportadora Sun Belle cuenta la forma
en que se comercializa la fruta, explicitando que “Por supuesto que el arándano
no se lava. El inconveniente está sobre todo en el producto que queda para el
consumo interno, porque es el descarte y directamente no se controla qué tiene
y qué no”. ARÁNDANO CON BROMURO DE METILO PARA EEUU Cabe destacar que al
arándano que se exporta desde Concordia a los Estados Unidos, el que representa
el 95%, le corresponde una fumigación extra. La misma es exigida por Estados
Unidos a sus proveedores para poder comercializar la fruta. Antes de su envío
al mercado norteamericano la fruta resulta empacada en pallets que luego son
fumigados con bromuro de metilo, el cual elimina los residuos químicos.
CONCLUSIÓN El trabajo periodístico brinda detalles del titular
de Blueberries SA, el empresario mendocino Ulises Sábato quien presenta
domicilio en Nueva Jersey, EEUU. Contacta al abogado de Edgardo Ferreyra,
Andrés Pessolani, quien cuenta que “la misma empresa les daba la fruta para que
coman en el horario del almuerzo. Y esa fruta venía con químicos”. La
investigación consta de un capítulo titulado “Cultivar con esclavos”. Allí se
entrevista con Alcides Camejo, actual secretario general del sindicato de la
Fruta de Entre Ríos, quien aporta material fotográfico sobre las condiciones
laborales de los empleados del arándano, una estructura que mueve en Concordia
hasta 15.000 trabajadores. Para no extendernos por demás, recomendamos a quien
esté interesado en la problemática de los agroquímicos en Concordia, la lectura
del “Fruto de la Desgracia” de Patricio Eleisegui, el cual verá la luz pública
en breve. Tomado de diario junio , sugerido en face de elsa
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