El mayor acuario de Europa Por Efe Reportajes foto Edificio
del oceanario. - Efe
Texto: Ignacio Ortega
El arponero canadiense Ned Land habría sido feliz si, en vez
de ser capturado por el Nautilus, hubiera tenido la oportunidad de recorrer
20.000 leguas de viaje submarino en el acuario de Moscú y de ver con sus
propios ojos especies nunca vistas entonces por el hombre.
Por cierto, el Nautilus Pompilius, un molusco cefalópodo de
irrepetible forma, figura entre sus inquilinos; al igual que los sempiternos
tiburones que atacaron al capitán Nemo en el banco de perlas descrito por la
novela de Julio Verne.
Y es que hablamos de un acuario con 25 millones de litros de
agua y más de 8.000 ejemplares, desde cetáceos de varias toneladas a peces de
apenas varios centímetros.
"Es el mayor de Europa. El edificio tiene 23.000 metros
cuadrados de superficie", señaló a Efe Marina Zhuravliova, directora del
Centro de Oceanografía y Biología Marina "Moskvarium".
MÁS DE 500 ESPECIES MARINAS
Debido a su superficie, el acuario, en cuya construcción
entre 2013 y 2015 participaron biólogos, arquitectos e ingenieros, tuvo que
elegir como sede el mayor Centro de Exposiciones de Rusia.
Las más de 500 especies marinas no se arremolinan ni chocan
unas contra otras en permanentes atascos submarinos como ocurre en otros
acuarios urbanos, sino que deambulan libremente ante la atónita mirada de los
visitantes.
Existen los clásicos acuarios cerrados, las piscinas
abiertas -en los que se pueden tocar con las manos los cangrejos-, los túneles
con bóvedas acristaladas en los que los escualos provocan escalofríos al pasar
por encima del visitante, y las vitrinas de varios metros de largo y ancho,
que, en ocasiones, más parecen pantallas de cine submarinas y que tienen como
actores principales a los cetáceos.
Las estrellas son sin lugar a dudas las orcas, más conocidas
como ballenas asesinas. De verlas por vez primera, uno no diría que se trata de
un animal peligroso capaz de arriesgarse a quedar varado en la orilla con tal
de atrapar focas con sus enormes fauces.
En el acuario moscovita hay tres ejemplares: un adulto y dos
crías. Hacen los delicias de los visitantes por su simpatía -hasta parece que
son capaces sonreír- y su cercanía, ya que les encanta acercarse a los
cristales, pueden fijar la mirada y no les asustan los flashes.
LAS COMUNICATIVAS BELUGAS
Las orcas provienen del mar de Ojotsk -que está flanqueado
por la península volcánica de Kamchatka, la región de Magadán, la isla de
Sajalín y el archipiélago de las Kuriles-, al igual que las belugas, las
llamadas ballenas blancas.
Esta sí que es una especie absolutamente inofensiva. Este
cetáceo es grande como una ballena, pero ágil y comunicativo como un delfín, ya
que es capaz de emitir una gran variedad de sonidos gracias a su característica
protuberancia frontal.
De hecho, las dos belugas comparten piscina con cinco
delfines. "En una demostración de que la atmósfera que hemos creado es
ideal, poco después de la inauguración nació un pequeño delfín", aseguró
Zhuravliova, mientras señalaba con la mano a una pequeña cría que no se separa
ni un momento de su madre.
La aventura comienza con las mantas de los mares de Asia
Oriental, tan graciosas como peligrosas, ya que disponen de un aguijón que
genera electricidad biológica, mortal tanto para sus depredadores como para el
hombre. Quizás por eso sus cuidadores les mantienen alimentados en todo momento
con gambas, mejillones y calamares.
Entre los moluscos impresionan especialmente los cangrejos
de Kamchatka, frente a los que los bueyes y centollas de otros lares parecen
nécoras.
Son los cangrejos rojos gigantes oriundos del mar de Bering
y que se pueden encontrar también Alaska. Al estirar las patas pueden llegar a
alcanzar casi dos metros de un extremo a otro. Lo último que se le ocurre a uno
es comérselos, lo contrario que pasa con las langostas americanas, un manjar en
cualquier restaurante.
TAMBIÉN PIRAÑAS
En las aguas calientes y procedentes de la India y del
sureste de Asia podemos admirar lampreas, tortugas, caimanes y, cómo no, las
pirañas.
Las vegetarianas apenas reciben visitas, mientras que las
carnívoras congregan a decenas de visitantes a la espera de que esos demoníacos
peces reciban su comida diaria a base de carne roja.
No menos peligrosas son las morenas y los peces león,
tremendamente venenosos. Además, se pueden ver peces transparentes, voladores y
peces cuchilla, que tienen la costumbre de estar boca abajo la mayor parte del
tiempo.
Sin olvidar los mal encarados lucios que más parecen
cocodrilos fluviales y la impresionante arapaima amazónica, que puede pesar
hasta 200 kilos y medir casi 5 metros.
La última sorpresa nos llega de la mano de ejemplares
traídos de los lagos de Asia Central y Siberia.
Del Caspio provienen los prehistóricos esturiones, cuyas
huevas son el caviar negro. Pero el lago Baikal, el más profundo del mundo,
tiene un habitante inesperado: las focas fétidas o nerpa.
Son muy parecidas a sus primas marinas, pero con la
diferencia en que son más entradas en carnes y viven en agua dulce. Para los
científicos sigue siendo un misterio cómo estos mamíferos fueron a parar al
corazón de Siberia a miles de kilómetros del mar.
Sea como sea, son igual de juguetonas que las focas comunes,
motivo por lo que los diez ejemplares del acuario participan, tres días a la
semana, en el espectáculo acuático al que pueden asistir hasta 2.300 personas.
Junto a los delfines, morsas y leones marinos hacen las
delicias de los amantes de sus piruetas circenses. No sólo saludan con sus
aletas, sino que también bailan al ritmo de la música.
Las morsas incluso son capaces de hinchar globos, mientras
las ballenas blancas dejan que sus adiestradores se suban a sus lomos para
darse un paseo por la piscina.
No obstante, de nuevo, son las orcas quienes roban todo el
protagonismo, aunque no pierden la oportunidad de mojar a los espectadores en
sus inocentes chapuzones. Tomado de los tiempos de Bolivia
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