viernes, 6 de noviembre de 2015

MEJORAR LA EFICIENCIA EN CENTROS TURÍSTICOS BUSCA CUBA para evitar derroche

 El derroche duele en los cayos
La aspiración del país es que nuestras instalaciones turísticas ofrezcan el mayor confort y el mejor servicio; pero a ello debe sumarse también el empleo más eficaz de los recursos disponibles Autor: Ortelio González Martínez |
Rafael Guerra Yero (derecha), jardinero en el hotel Iberostar Daiquirí, intercambia con uno de los directivos sobre el ahorro de agua. Foto: del autor
CIEGO DE ÁVILA.— “No gastar más de lo que tenemos”, “hacer más con el menor gasto posible”, son frases que se escuchan a diario cuando se habla de economía en Cuba. En el trasfondo de ellas hay una esencia común, que es la máxima de cualquier emprendimiento empresarial: ser rentable y más que eso, ser eficientes en su gestión de generar in­gresos para el país. Y está claro que no todas las em­presas son iguales. Algunas requieren mayores inversiones, otras más tecnologías, conocimiento, ma­terias primas, recursos… Pero en cualquier ca­so, el gasto que se produce tiene que estar acompañado de racionalidad (equivalencia con lo que se ingresa) y tampoco puede andar aje­no al contexto en el cual la entidad se desenvuelve. El turismo es hoy una de las fuentes más importantes de ingreso de divisas al país. La llamada industria del ocio es, además, una de las que tienen mayores perspectivas de desarrollo y, con ese cometido, resulta imprescindible que en ella reine el buen desempeño.
Que nuestras instalaciones ofrezcan el ma­yor confort, acompañadas del mejor servicio y una propuesta variada para el disfrute, caracterizada por nuestros valores culturales, es la aspiración; pero resulta mucho mejor si además ello se logra con el empleo más eficaz de los recursos disponibles. Tales pensamientos acuden sin falta cuando se tienen delante situaciones como la que ocurre actualmente en el polo turístico Jardines del Rey, donde el agua, ese líquido imprescindible para las actividades diarias, no corre adecuadamente por los canales de la eficiencia. Para ilustrar el asunto, si en estos momentos se decidiera cerrar los grifos de entrada de agua potable a los hoteles que no cumplen con el índice de consumo, solo uno de los 14 quedaría abierto. Múltiples pueden ser las razones que alimentan el sobreconsumo, como lo refleja el in­forme de las inspecciones realizadas a la in­fraestructura turística de los islotes del norte de Ciego de Ávila, suministrado a este diario por autoridades de la Delegación de Recursos Hi­dráulicos en la provincia; mas reducir al mínimo estos factores es vital no solo por razones de economía, sino también para no afectar el servicio a los clientes, a otros sectores de la so­ciedad e incluso, por cuestiones ambientales.  ¿LOS DRAGONES Y LA EXCEPCIÓN?  Entre los hoteles más consumidores en lo que va de año, de acuerdo con la cantidad de metros cúbicos de agua por habitación en un día (m3/hab/día) se encuentran el Playa Coco (172 % de la norma), el Colonial (166), Villa Cojímar, en Cayo Guillermo (157), Meliá Cayo Coco (147) y el Tryp Cayo Coco (133). Y si en vez de medirse el gasto por m3/hab/­día, se le contabilizara por habitaciones ocupadas —a juicio de este redactor como en verdad debiera ser—, los porcentajes anteriores se dispararían a cifras que en algunos casos sobrepasan seis veces la norma.
El derroche es hijo de varias razones: pérdidas en las redes soterradas, en los sistemas de abasto a las piscinas, deficiencias en los descargues sanitarios, llaves que permanecen abiertas, válvulas con mal funcionamiento, irri­­gación de las áreas verdes con el agua potable, la no sectorización y metraje por áreas, unidos a otros “salideros” en la mente de quienes aún dilapidan ese recurso. Raúl Gómez Paz, jefe del departamento de servicios técnicos del hotel Colonial, refirió que las redes son muy antiguas y aunque se ha trabajado en diferentes zonas, falta por hacerlo en el bloque central, con un probado sobregasto, en tanto de las 458 habitaciones totales, allí hay 184, dos restaurantes buffet, igual número de es­­pe­cializados, una discoteca, un snack-bar y un ranchón de playa, con la desventaja de que es muy difícil detectar los salideros porque, cuan­do existen, la mayoría de las veces el agua se escabulle por un sistema de canaletas subterráneas. “Otra agravante —comenta— es que en las zonas reparadas los tubos de polietileno de alta densidad han presentado salideros por las uniones, a causa de las deficientes soldaduras realizadas en su momento por fuerzas del Micons y Emprestur”. A lo largo de las 20 hectáreas de tierra que abarca Villa Cojímar, en Cayo Guillermo, los esfuerzos no han podido evitar el sobregasto. Ylayaly Rodríguez Orrelly, gerente de la instalación en el momento de la visita, reconoce la existencia del sobreconsumo y, a similitud de lo que sucede en el Colonial, esgrime como uno de los elementos el envejecimiento de las redes, con más de 20 años de explotación, sin descartar las indisciplinas que siempre aparecen. “Si queremos eliminar el derroche, se necesita de un programa encaminado a mejorar las redes o sustituirlas donde sea necesario; mu­chas de las nuestras se encuentran, incluso, obstruidas por el magnesio y las raíces de las plantas. También debemos contribuir a crear conciencia del ahorro en­tre los trabajadores, porque el déficit de agua en el subsuelo es una realidad”. Considerar al preciado líquido co­mo un recurso tan importante como la electricidad, sin darlo por sentado, y prever, desde el inicio mismo del proyecto de una nueva instalación hotelera, las variantes más adecuadas para ofrecer al cliente un servicio de primera y a la vez ahorrar en lo posible, tiene que convertirse en el modo de actuar cotidiano, especialmente de cara a las proyecciones futuras de crecimiento. Mas la cosa no va solo de inversiones, innovaciones y tecnologías; el hombre es clave en este cometido, como lo evidencia el hotel Ibe­rostar Daiquirí, en Cayo Guillermo, la excepción cuando en verdad debiera ser la regla, con un gasto que se ajusta a la norma de 0,8 m3/hab/día. Pese a que sobre las normas de consumo —se­gún rige la Resolución 58 del 95, del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos—, se discute tanto como de la nómina del equipo Cuba al torneo Premier 12, en el hotel Iberostar Dai­quirí nadie habló de otras más indulgentes, porque consideran que pueden cumplir con las actuales, y lo han demostrado. Los especialistas aseguran que allí la zancadilla al sobregasto la puso el buen proceso inversionista a que fue sometido el hotel desde los inicios y al cuidado por parte de directivos y trabajadores de la infraestructura hidráulica en los 17 años que lleva en explotación, pese a que sufren los mismos tropiezos y carencias de sus similares de ese destino.  Para ilustrar, Héctor Roura Gómez, subdirector general, considera que aunque sobre el tema del ahorro de agua no se ha escrito la última palabra, es fundamental la acción de los hombres. “Para nosotros es un portador energético más. De eso estamos conscientes los directivos y trabajadores. Y lo más importante es que logramos esos buenos indicadores sin afectaciones en la calidad del servicio”.
Rolando Reyes Alonso, especialista energético, argumenta que se controla el gasto por departamento y las áreas más consumidoras, entre las que se encuentran la piscina, los bloques habitacionales y la cocina. Allí, la filosofía de evitar el malgasto cala hondo, tanto que Rafael Guerra Yero, uno de los jardineros, argumenta que aplican el riego de supervivencia, bien temprano en la mañana, y la dosis exacta. “Llega­mos al extremo de sembrar plantas resistentes a la sequía para evitar el sobreconsumo”, confiesa. Iyolexis Correa Lorenzo, delegada del Mi­nis­terio de Turismo en la provincia, admite que la mayoría de los hoteles del polo son gastadores de agua: “Ese sambenito estamos obligados a quitárnoslo con el trabajo hombre a hombre, las acciones con­cretas en cada área y buscando alternativas. Tenemos previsto sustituir en el más breve tiempo los primeros 99 metrocontadores defectuosos. Eso es un avance”.
GOTA A GOTA… EL AHORRO
Es cierto que la filosofía del ahorro comienza a aflorar en la cayería norte, pero gota a gota, y hasta el momento va más a la conciencia del hombre que a las inversiones realizadas para minimizar el sobregasto, “pero no hay otra alternativa que eliminar el derroche, porque las re­servas se agotan”, dice sin cortapisas Bet­sy Pé­rez Marrero, subdelegada de Inspec­ción de la delegación provincial de Recursos Hidráulicos.
Es de suponer que si las más de 6 000 habitaciones existentes en Jardines del Rey consumen al año más de dos millones de metros cúbicos, las 22 000 previstas en el plan director de de-sarrollo se tragarán todo el agua del sector cinco, con una capacidad explotable de 52,9 millones de metros cúbicos, de los cuales hoy quedan poco más de ocho millones, por los efectos del sobreconsumo y de la intensa sequía.
La ingeniera Macelis García Fernández, directora general de la empresa Aguas Cayo Coco (ACC), precisa que el 66 % del agua facturada por su entidad corresponde a los hoteles, que en los primeros nueve meses del año habían sobreconsumido 355 621 metros cúbicos por encima del plan, equivalente a 15 litros por segundo, caudal similar al empleado por el poblado de la Isla de Turiguanó en 24 horas.
Agrega la especialista que, en el caso de los ho­teles, la tarifa de cobro no estimula el ahorro, porque “gasten lo que gasten, pagan un valor fi­jo de 1.86 CUC por metro cúbico, mientras los otros clientes que se sobregiren están obligados a erogar tres CUC, por igual volumen del líquido”.
Pero la informalidad de los derrochadores va más allá del sobregasto: al cierre de septiembre las instalaciones turísticas le debían a ACC ¡más de un millón de CUC!, monto contabilizado en efectos por cobrar, en litigio y en deudas vencidas con más de 30 días.
Sergio Barrios García, delegado en la provincia del Instituto Nacional de Recursos Hi­dráulicos, es categórico: “Lo del impago no tiene justificación y en cuanto al derroche, quizá muchos no comprendan en toda su magnitud el problema”.
“El sector cinco se encuentra en estado de alarma y no solo abastece a la cayería norte. También entrega a la empresa agroindustrial Ceballos, a más de 150 000 habitantes de Ciego de Ávila, Ciro Redondo (incluyendo el central azucarero) y Morón, más unidades del sector agrícola”.

Y es que no siempre se dispone en la cuenca subterránea del recurso necesario, mucho me­nos, para malgastar en un momento que el país intenta hacer cumplir un balance de agua para cada actividad, y darle así una estocada al derroche habitual en no pocos frentes de la vida na­cional, tal y como propugnan los Li­nea­mientos aprobados en el VI Congreso del Partido. Hasta ahora el agua llega como una bendición y nadie se acuerda de que en septiembre del 2008 el huracán Ike no tu­vo piedad con la conductora que abastece al Po­lo y durante tres días obligó a trasladar en carros cisternas tres millones 643 000 litros, en 512 viajes, con un gasto de más de 7 000 litros de combustible. Se­ría inadmisible que ello volviera a suceder, no ya por el azote de algún evento me­teorológico, sino por el actuar irracional del hombre. Tomado de la Granma de cuba 

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