El derroche duele en
los cayos
La aspiración del país es que nuestras instalaciones
turísticas ofrezcan el mayor confort y el mejor servicio; pero a ello debe
sumarse también el empleo más eficaz de los recursos disponibles Autor: Ortelio
González Martínez |
Rafael Guerra Yero (derecha), jardinero en el hotel
Iberostar Daiquirí, intercambia con uno de los directivos sobre el ahorro de
agua. Foto: del autor
CIEGO DE ÁVILA.— “No gastar más de lo que tenemos”, “hacer
más con el menor gasto posible”, son frases que se escuchan a diario cuando se
habla de economía en Cuba. En el trasfondo de ellas hay una esencia común, que
es la máxima de cualquier emprendimiento empresarial: ser rentable y más que
eso, ser eficientes en su gestión de generar ingresos para el país. Y está
claro que no todas las empresas son iguales. Algunas requieren mayores
inversiones, otras más tecnologías, conocimiento, materias primas, recursos…
Pero en cualquier caso, el gasto que se produce tiene que estar acompañado de
racionalidad (equivalencia con lo que se ingresa) y tampoco puede andar ajeno
al contexto en el cual la entidad se desenvuelve. El turismo es hoy una de las
fuentes más importantes de ingreso de divisas al país. La llamada industria del
ocio es, además, una de las que tienen mayores perspectivas de desarrollo y,
con ese cometido, resulta imprescindible que en ella reine el buen desempeño.
Que nuestras instalaciones ofrezcan el mayor confort,
acompañadas del mejor servicio y una propuesta variada para el disfrute,
caracterizada por nuestros valores culturales, es la aspiración; pero resulta
mucho mejor si además ello se logra con el empleo más eficaz de los recursos
disponibles. Tales pensamientos acuden sin falta cuando se tienen delante
situaciones como la que ocurre actualmente en el polo turístico Jardines del
Rey, donde el agua, ese líquido imprescindible para las actividades diarias, no
corre adecuadamente por los canales de la eficiencia. Para ilustrar el asunto,
si en estos momentos se decidiera cerrar los grifos de entrada de agua potable
a los hoteles que no cumplen con el índice de consumo, solo uno de los 14
quedaría abierto. Múltiples pueden ser las razones que alimentan el
sobreconsumo, como lo refleja el informe de las inspecciones realizadas a la
infraestructura turística de los islotes del norte de Ciego de Ávila,
suministrado a este diario por autoridades de la Delegación de Recursos
Hidráulicos en la provincia; mas reducir al mínimo estos factores es vital no
solo por razones de economía, sino también para no afectar el servicio a los
clientes, a otros sectores de la sociedad e incluso, por cuestiones
ambientales. ¿LOS DRAGONES Y LA
EXCEPCIÓN? Entre los hoteles más
consumidores en lo que va de año, de acuerdo con la cantidad de metros cúbicos
de agua por habitación en un día (m3/hab/día) se encuentran el Playa Coco (172
% de la norma), el Colonial (166), Villa Cojímar, en Cayo Guillermo (157),
Meliá Cayo Coco (147) y el Tryp Cayo Coco (133). Y si en vez de medirse el
gasto por m3/hab/día, se le contabilizara por habitaciones ocupadas —a juicio
de este redactor como en verdad debiera ser—, los porcentajes anteriores se
dispararían a cifras que en algunos casos sobrepasan seis veces la norma.
El derroche es hijo de varias razones: pérdidas en las redes
soterradas, en los sistemas de abasto a las piscinas, deficiencias en los
descargues sanitarios, llaves que permanecen abiertas, válvulas con mal
funcionamiento, irrigación de las áreas verdes con el agua potable, la no
sectorización y metraje por áreas, unidos a otros “salideros” en la mente de
quienes aún dilapidan ese recurso. Raúl Gómez Paz, jefe del departamento de
servicios técnicos del hotel Colonial, refirió que las redes son muy antiguas y
aunque se ha trabajado en diferentes zonas, falta por hacerlo en el bloque
central, con un probado sobregasto, en tanto de las 458 habitaciones totales,
allí hay 184, dos restaurantes buffet, igual número de especializados, una
discoteca, un snack-bar y un ranchón de playa, con la desventaja de que es muy
difícil detectar los salideros porque, cuando existen, la mayoría de las veces
el agua se escabulle por un sistema de canaletas subterráneas. “Otra agravante
—comenta— es que en las zonas reparadas los tubos de polietileno de alta
densidad han presentado salideros por las uniones, a causa de las deficientes
soldaduras realizadas en su momento por fuerzas del Micons y Emprestur”. A lo
largo de las 20 hectáreas de tierra que abarca Villa Cojímar, en Cayo
Guillermo, los esfuerzos no han podido evitar el sobregasto. Ylayaly Rodríguez
Orrelly, gerente de la instalación en el momento de la visita, reconoce la
existencia del sobreconsumo y, a similitud de lo que sucede en el Colonial,
esgrime como uno de los elementos el envejecimiento de las redes, con más de 20
años de explotación, sin descartar las indisciplinas que siempre aparecen. “Si
queremos eliminar el derroche, se necesita de un programa encaminado a mejorar
las redes o sustituirlas donde sea necesario; muchas de las nuestras se
encuentran, incluso, obstruidas por el magnesio y las raíces de las plantas.
También debemos contribuir a crear conciencia del ahorro entre los
trabajadores, porque el déficit de agua en el subsuelo es una realidad”. Considerar
al preciado líquido como un recurso tan importante como la electricidad, sin
darlo por sentado, y prever, desde el inicio mismo del proyecto de una nueva
instalación hotelera, las variantes más adecuadas para ofrecer al cliente un
servicio de primera y a la vez ahorrar en lo posible, tiene que convertirse en
el modo de actuar cotidiano, especialmente de cara a las proyecciones futuras
de crecimiento. Mas la cosa no va solo de inversiones, innovaciones y tecnologías;
el hombre es clave en este cometido, como lo evidencia el hotel Iberostar
Daiquirí, en Cayo Guillermo, la excepción cuando en verdad debiera ser la
regla, con un gasto que se ajusta a la norma de 0,8 m3/hab/día. Pese a que
sobre las normas de consumo —según rige la Resolución 58 del 95, del Instituto
Nacional de Recursos Hidráulicos—, se discute tanto como de la nómina del
equipo Cuba al torneo Premier 12, en el hotel Iberostar Daiquirí nadie habló
de otras más indulgentes, porque consideran que pueden cumplir con las
actuales, y lo han demostrado. Los especialistas aseguran que allí la
zancadilla al sobregasto la puso el buen proceso inversionista a que fue
sometido el hotel desde los inicios y al cuidado por parte de directivos y
trabajadores de la infraestructura hidráulica en los 17 años que lleva en
explotación, pese a que sufren los mismos tropiezos y carencias de sus
similares de ese destino. Para ilustrar,
Héctor Roura Gómez, subdirector general, considera que aunque sobre el tema del
ahorro de agua no se ha escrito la última palabra, es fundamental la acción de
los hombres. “Para nosotros es un portador energético más. De eso estamos
conscientes los directivos y trabajadores. Y lo más importante es que logramos
esos buenos indicadores sin afectaciones en la calidad del servicio”.
Rolando Reyes Alonso, especialista energético, argumenta que
se controla el gasto por departamento y las áreas más consumidoras, entre las
que se encuentran la piscina, los bloques habitacionales y la cocina. Allí, la
filosofía de evitar el malgasto cala hondo, tanto que Rafael Guerra Yero, uno
de los jardineros, argumenta que aplican el riego de supervivencia, bien
temprano en la mañana, y la dosis exacta. “Llegamos al extremo de sembrar
plantas resistentes a la sequía para evitar el sobreconsumo”, confiesa. Iyolexis
Correa Lorenzo, delegada del Ministerio de Turismo en la provincia, admite
que la mayoría de los hoteles del polo son gastadores de agua: “Ese sambenito
estamos obligados a quitárnoslo con el trabajo hombre a hombre, las acciones
concretas en cada área y buscando alternativas. Tenemos previsto sustituir en
el más breve tiempo los primeros 99 metrocontadores defectuosos. Eso es un
avance”.
GOTA A GOTA… EL AHORRO
Es cierto que la filosofía del ahorro comienza a aflorar en
la cayería norte, pero gota a gota, y hasta el momento va más a la conciencia
del hombre que a las inversiones realizadas para minimizar el sobregasto, “pero
no hay otra alternativa que eliminar el derroche, porque las reservas se
agotan”, dice sin cortapisas Betsy Pérez Marrero, subdelegada de Inspección
de la delegación provincial de Recursos Hidráulicos.
Es de suponer que si las más de 6 000 habitaciones
existentes en Jardines del Rey consumen al año más de dos millones de metros
cúbicos, las 22 000 previstas en el plan director de de-sarrollo se tragarán
todo el agua del sector cinco, con una capacidad explotable de 52,9 millones de
metros cúbicos, de los cuales hoy quedan poco más de ocho millones, por los
efectos del sobreconsumo y de la intensa sequía.
La ingeniera Macelis García Fernández, directora general de
la empresa Aguas Cayo Coco (ACC), precisa que el 66 % del agua facturada por su
entidad corresponde a los hoteles, que en los primeros nueve meses del año
habían sobreconsumido 355 621 metros cúbicos por encima del plan, equivalente a
15 litros por segundo, caudal similar al empleado por el poblado de la Isla de
Turiguanó en 24 horas.
Agrega la especialista que, en el caso de los hoteles, la
tarifa de cobro no estimula el ahorro, porque “gasten lo que gasten, pagan un
valor fijo de 1.86 CUC por metro cúbico, mientras los otros clientes que se
sobregiren están obligados a erogar tres CUC, por igual volumen del líquido”.
Pero la informalidad de los derrochadores va más allá del
sobregasto: al cierre de septiembre las instalaciones turísticas le debían a
ACC ¡más de un millón de CUC!, monto contabilizado en efectos por cobrar, en
litigio y en deudas vencidas con más de 30 días.
Sergio Barrios García, delegado en la provincia del
Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos, es categórico: “Lo del impago no
tiene justificación y en cuanto al derroche, quizá muchos no comprendan en toda
su magnitud el problema”.
“El sector cinco se encuentra en estado de alarma y no solo
abastece a la cayería norte. También entrega a la empresa agroindustrial
Ceballos, a más de 150 000 habitantes de Ciego de Ávila, Ciro Redondo
(incluyendo el central azucarero) y Morón, más unidades del sector agrícola”.
Y es que no siempre se dispone en la cuenca subterránea del
recurso necesario, mucho menos, para malgastar en un momento que el país
intenta hacer cumplir un balance de agua para cada actividad, y darle así una
estocada al derroche habitual en no pocos frentes de la vida nacional, tal y
como propugnan los Lineamientos aprobados en el VI Congreso del Partido. Hasta
ahora el agua llega como una bendición y nadie se acuerda de que en septiembre
del 2008 el huracán Ike no tuvo piedad con la conductora que abastece al Polo
y durante tres días obligó a trasladar en carros cisternas tres millones 643
000 litros, en 512 viajes, con un gasto de más de 7 000 litros de combustible.
Sería inadmisible que ello volviera a suceder, no ya por el azote de algún
evento meteorológico, sino por el actuar irracional del hombre. Tomado de la Granma
de cuba
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