El trabajo infantil
en El Alto está vinculado a negocios familiares
Necesidad. Las familias llevan adelante iniciativas para
lograr recursos económicos
Comercio. El Alto es una ciudad con amplia presencia gremial
y los niños acompañan y ayudan en las faenas. Wara Vargas.
La Razón (Edición Impresa) / Miguel Rivas / El
Alto
Los negocios familiares en El Alto, principalmente en el
comercio informal, son los que registrar mayor cantidad de niños y niñas
trabajadores, según coinciden en señalar autoridades y especialistas en esta
temática. También hay un importante grupo de menores de edad que se encuentra
en situación de calle y que por necesidad busca una forma de obtener ingresos.
En ambas situaciones predominan los niños, niñas y adolecentes de entre 9 y 15
años.
El representante del Defensor del Pueblo en El Alto, José
Luis Hidalgo, explicó que los hijos forman parte del negocio casi
automáticamente. Los familiares, la mayor parte madres, son quienes los llevan
a cumplir roles en alguna iniciativa económica.
“Por ejemplo, una mujer que es contratada para cocinera o
mesera, lleva a su hijo y éste ayuda en la limpieza o cualquier otra tarea. Es
un empleado más, pero no es remunerado”, ejemplificó el representante
defensorial.
Explotación. Hace dos años, la Alcaldía publicó un informe
en el que desveló que cada día se registraban entre uno y dos casos de
explotación laboral infantil en diferentes rubros: albañilería, lustrado de
calzados, labores en fábricas o negocios de soldadura, electricidad y mecánica,
además de tareas como ayudantes y voceadores del transporte. Asimismo, se evidenció
irregularidades en labores domésticas como empleadas o niñeras.
La Defensoría del Pueblo refirió que el Ministerio de
Trabajo y la Fundación Comunidad Wiphala desarrollaron un informe sobre la
cantidad de niños y niñas que trabajan en el sector de la Ceja. Se constató que
hay un total de 320 menores de edad que trabajan en la vía pública.
De acuerdo con la Asociación de Niños, Niñas, Adolescentes y
Trabajadores (Asonats) de esta urbe, hay cerca de 30.000 menores de edad que
desarrollan actividades laborales y al menos el 60% está en el comercio
informal. La investigadora del Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y
Agrario (CEDLA), Silvia Escóbar, explicó que se hace difícil precisar la cifra
de niños y adolescentes trabajadores por las complejas características de esta
ciudad.
Hidalgo lamentó que aquéllos no estén exentos de la
explotación laboral, ya que además de trabajar por más de ocho horas, perciben
un salario por debajo del mínimo nacional o no les pagan. Según datos de la
Federación de Gremiales de El Alto, hay al menos 50.000 afiliados y el
representante del Defensor del Pueblo estimó que el 80%, es decir 40.000, son
mujeres en el comercio informal.
Las jornadas superan las ocho horas de trabajo
Los niños y niñas trabajadores de El Alto cumplen jornadas
laborales de hasta 12 horas diarias, tiempo que excede las ocho estipuladas por
ley. Además se exponen a varios peligros: accidentes, secuestros, agresiones,
entre otros, indicó el representante del Defensor del Pueblo en esta ciudad,
José Luis Hidalgo.
Los datos revelados por esta institución, sobre un
diagnóstico de la Fundación Comunidad Wiphala, señalan que el 83% de los
menores que trabajan en vía pública, en la Ceja, realizan su actividad hasta
por 12 horas. También se indica que el 5% de este grupo trabaja solo por las
noches.
Jóvenes. De acuerdo con una investigación de Silvia Escóbar,
del Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (CEDLA), uno de
cada tres jóvenes entre 20 y 24 años sigue estudiando, y esta proporción baja a
uno de cada cinco después de los 25 años.
En El Alto, el 30% de la población es joven, entre 15 y 29
años, lo que representa más de 250.000 personas, según los datos oficiales del
Instituto Nacional de Estadística. El CEDLA señala que en esta urbe la tasa de
desempleo es del 15% entre los jóvenes. Alcanza 13% en personas que
tienen de 20 a 24 años y 10% en aquellas que son mayores de 24 años.
Sus trabajos son predominantemente temporales, con jornadas
prolongadas y bajos salarios. El 90% de los jóvenes menores de 25 años y el 75%
de los que están entre los 25 y 29 años tienen un trabajo precario en El Alto,
sin grandes diferencias con los jóvenes de otras ciudades.
Menores generan ingresos familiares
No lo puedo dejar en otro lugar: Marcelina Cahuaya vende
comida en la Ceja
“Tengo un hijo de siete años, no puedo dejarlo en otro lado
porque creo que es peligroso, desconfío mucho y prefiero que me acompañe a
vender sopa de fideo y refrescos en la Ceja de El Alto. Él aprende, me ayuda y
yo lo cuido y lo vigilo todo el día”
Peligroso, pero te acostumbras: Anahí vende refrescos y
dulces en la noche
“Estamos en las paradas de los minibuses que van hacia Villa
Adela y a La Paz, en la calle dos. Es verdad, hay mucho peligro por el horario,
pero te acostumbras a lidiar con eso, lo escogemos porque en el día estudio y
cuido a mis hermanos menores”.
Hago mis tareas en el puesto: Brandon M. ayuda a su mamá
en la Ceja
“Mi mamá a veces se mueve de este lugar y ofrece a otras
personas la comida que preparamos; en la tarde estoy aquí, con ella, traigo mis
cuadernos y hago la tarea; mientras ella cambia de lugar yo cuido las cosas y
les sirvo a los clientes la comida que pidan”.
No podemos movernos del lugar: Martín, en un tambo de la
Ceja
“No podemos movernos de este lugar, aquí hacemos las tareas,
almorzamos, jugamos y sobre todo tenemos que ayudar a vender toda la fruta. A
veces es interesante por lo que pasa alrededor y otras veces es aburrido porque
se ve lo mismo cada día”.
Un amigo se fue de su casa: Shirley vende dulces
“Un amigo, cuando teníamos 10 años, se fue de su casa,
comenzó trabajando en la calle y luego se quedó, ya no volvió y su mamá
preguntó varias veces por él, pero luego ya no le importaba y no supimos más.
Dicen que se fue a Brasil a trabajar, no se sabe”.
Lo más peligroso son los ebrios: Camila vende refresco de
quinua
“Lo más peligroso de vender en la noche es que se acercan
hombres borrachos que incluso quieren llevarte con varios pretextos, eso pasa
generalmente los jueves, viernes y sábados, cuando la gente toma más; después
hay que cuidarse de los choferes”.
TOMADO D E LA RAZÓN DE BOLIVIA
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