El genocidio de la
juventud negra Jimena de Garay, Lívia Alcântara
Posibilidad de que un joven negro muera violentamente es
exponencialmente mayor que la de un joven o adulto blanco.
El pasado 4 de julio, decenas de personas, en su mayoría
negras, protestaban frente al Tribunal de Justicia de Río de Janeiro donde se
llevaba a cabo la tercera audiencia pública sobre el acribillamiento, en
noviembre del 2015, de cinco jóvenes negros entre 16 y 25 años en el barrio
Costa Barros, periferia de la ciudad. Cuatro policías dispararon 111 tiros
contra el vehículo de los
Según versión de la Policía, los agentes estaban encargados
de vigilar a distancia unos camiones dentro de un tren. Uno de los camiones
dejó el tren y supuestamente estaba siendo saqueado por los jóvenes quienes
empezaron a disparar. Según testigos, las víctimas se encontraban en el barrio
buscando algo que cenar y la policía los acribilló a corta distancia. Los policías
se encuentran en libertad a pesar de que las investigaciones encontraron que la
escena del crimen había sido alterada y que ningún disparo había salido desde
el interior del vehículo.
“Ellos [los jóvenes] fueron asesinados pura y simplemente
por ser negros”, denuncia Mônica Cunha, fundadora del Movimiento Moleque y
coordinadora de la Red de Comunidades y Movimientos Contra la Violencia, ambas,
organizaciones de articulación política contra la violencia policial y de
Estado. Días después de la tercera audiencia, Joselita de Souza, madre de
Roberto Silva de Souza, una de las víctimas, falleció a consecuencia de la
tristeza y depresión, según sus familiares. En un comunicado, la Red denunció
que casos como ese han sido constantes: “Desde el establecimiento de la Red de
Comunidades y Movimientos contra la Violencia, en el año 2004, lloramos la
muerte de las madres guerreras que se enfermaron esperando justicia por la
muerte de sus hijas y sus hijos”.
Este es apenas un caso más dentro de varios otros que
configuran una situación de genocidio de la juventud negra en Brasil, el último
país del continente americano en abolir la esclavitud, en 1888. Con la mayor
población negra fuera de África, la tradición esclavista y racista de Brasil
tiene incontables manifestaciones, que hasta hoy producen desigualdades
desoladoras.
Ese pasado se articula con la existencia de una Policía
Militar que ha sido cuestionada por incontables movimientos sociales negros,
pero permanece intacta desde su creación durante la dictadura civil-militar
brasileña (1964-85). En Brasil las tasas de muertes violentas superan las
existentes en regiones que atraviesan conflictos armados. Y esas muertes
alcanzan principalmente una población muy específica: la juventud negra y
pobre, especialmente masculina. Las mujeres jóvenes negras sufren en mayor
medida otros tipos de violencia, tales como la discriminación en el mercado de
trabajo, la violencia sexual y las consecuencias de tener a sus hermanos,
novios, maridos y padres encarcelados o muertos.
Mortalidad selectiva: Jóvenes y negros
Según el Atlas de la Violencia 2016, elaborado por el gubernamental Instituto de Investigaciones Económicas Aplicadas (IPEA), la tendencia general entre el 2004 y el 2014 fue la caída de la tasa de homicidios en la población blanca (-14.6%), y del aumento de la tasa de victimización de la población negra (+18.2%). Considerando el criterio geográfico, el aumento del número de homicidios se dio en las regiones norte y nordeste del país, que poseen una mayor población negra.
Según el Atlas de la Violencia 2016, elaborado por el gubernamental Instituto de Investigaciones Económicas Aplicadas (IPEA), la tendencia general entre el 2004 y el 2014 fue la caída de la tasa de homicidios en la población blanca (-14.6%), y del aumento de la tasa de victimización de la población negra (+18.2%). Considerando el criterio geográfico, el aumento del número de homicidios se dio en las regiones norte y nordeste del país, que poseen una mayor población negra.
Estos índices son todavía más alarmantes si se consideran
las edades de las víctimas. El índice de homicidios entre 12 y 20 años es
significativamente mayor que en otras edades. Sin embargo, la brecha entre la
población blanca y negra en este grupo etario continúa siendo desmesurada.
Según el “Mapa de la violencia. El color de los homicidios en el Brasil”,
publicado en el 2012 por el sociólogo Julio Jacobo Waiselfisz, en el periodo
entre 2002 a 2010 y en los grupos de edad de 12 a 21 años, “las tasas de homicidios
en personas blancas pasan de 1.3 a 37.3 por cada 100,000 habitantes, aumentando
29 veces. No obstante, las tasas de homicidios en personas negras pasan, en
este mismo periodo, de 2.0 a 89.6, aumentando 46 veces”. En resumen, las cifras
Brasil indican que la probabilidad de morir en forma violenta de un joven negro
es exponencialmente mayor que la de un joven o adulto blanco.
La justificación de la “guerra contra las drogas” para la
militarización de las áreas donde habitan poblaciones pobres y negras está
detrás de una buena parte de ese panorama violento en el Brasil y encubre
escenarios adulterados, revisiones arbitrarias, impunidad, falta de acceso a la
justicia y un número creciente de muertes a manos de policías. Gran parte de
esos asesinatos ocurren bajo la justificación de ser en legítima defensa,
traducida a la jerga policial como “resistencia” o “resistencia seguida de
muerte”.
En el caso de los cinco jóvenes asesinados por 111 disparos,
por ejemplo, los policías sembraron un arma en la maletera del vehículo y
declararon, en el boletín de ocurrencia, acción de legítima defensa. Sin
embargo, las primeras investigaciones relevaron que la escena del crimen había
sido adulterada.
Para Eduardo Ribeiro, integrante de la Iniciativa Negra por
una Nueva Política sobre Drogas, “hoy las políticas de combate al tráfico de
drogas son, en verdad, eficaces instrumentos de control de territorios y
personas negras, y sus posibilidades de sociabilizar”.
Es en este contexto que se han destacado incontables luchas
contra la violencia policial y del Estado en Brasil. Entre las grandes
protagonistas se encuentran las madres de jóvenes negros asesinados,
articuladas con movimientos de juventud negra y de las favelas y periferias. En
Río de Janeiro, por ejemplo, las Madres de Acari, cuyos 11 hijos fueron
secuestrados y desaparecidos por un grupo de exterminio militar-policial en
1990, acompañaron por años las investigaciones policiales y exhumación de
cuerpos en busca de sus hijos. El caso fue cerrado 20 años después sin que los
imputados fueran incriminados y sin que las familias supieran lo que sucedió
con sus hijos.
En mayo del 2006, 562 personas fueron asesinadas en São
Paulo, fruto de una guerra entre la policía y el grupo criminal Primer Comando
Capital (PCC). Débora Maria da Silva, ama de casa que perdió a su hijo en esos
días sangrientos, fundó el Movimiento Madres de Mayo, que reúne madres en busca
de la verdad sobre el asesinato de sus hijos.
“Las madres quieren ver justicia y se procuran su propia
investigación”, comenta Da Silva aNoticias Aliadas, agregando que las
madres actúan reuniendo pruebas, testimonios y luchando para que los crímenes
sean juzgados en instancias más imparciales.
Mujeres protagonistas
El sociólogo Fábio de Araújo, en su libro Las técnicas de hacer desaparecer cuerpos, explica que en ese intento de transformar el sufrimiento en justicia, el duelo en lucha, la figura de la mujer adquiere una importancia crucial en un contexto de criminalización de las poblaciones pobres y negras. El hecho de ser mujeres y madres permite que su actividad política no sea simplemente asociada con el tráfico de drogas, aunque exista una tensión constante.
El sociólogo Fábio de Araújo, en su libro Las técnicas de hacer desaparecer cuerpos, explica que en ese intento de transformar el sufrimiento en justicia, el duelo en lucha, la figura de la mujer adquiere una importancia crucial en un contexto de criminalización de las poblaciones pobres y negras. El hecho de ser mujeres y madres permite que su actividad política no sea simplemente asociada con el tráfico de drogas, aunque exista una tensión constante.
Cunha, madre de un joven asesinado, afirma a Noticias
Aliadas, que está convencida del cambio protagonizado por las mujeres
negras.
“Nos convertimos en guerreras cuando se llevan a nuestros
hijos y los encarcelan. Entonces somos nosotras quienes vamos a cambiar esa
historia, porque nosotras estamos cansadas de ver que exterminen a nuestro
pueblo”, afirmó.
El Movimiento Moleque nació en el 2003 en Río de Janeiro y
reúne madres de jóvenes en conflicto con la ley. Ellas luchan por que se
garanticen los derechos de sus hijos dentro del sistema socio-educativo, en el
cual jóvenes hombres y mujeres menores de edad, en su gran mayoría negros,
cumplen castigos por infracciones a la ley. Un sistema cuyo objetivo en el
discurso es la reinserción social de los jóvenes, en realidad es sustentado por
una lógica punitiva y racista, que acaba generando aún más exclusión, mayor
involucramiento en el delito y, en algunos casos, hasta la muerte. Así, el
encarcelamiento masivo también constituye un brazo más del genocidio de la
juventud negra.
En este sentido, la discusión sobre el funcionamiento del
sistema carcelario, la despenalización del uso de drogas, la desmilitarización
de la policía y de los territorios son temas pendientes para los movimientos
negros de Brasil actualmente. Ribeiro sostiene que todos esos temas están
articulados.
“El proceso de regulación de las substancias [drogas], a
pesar que es un paso importante, debe estar acompañado por un cambio radical
del modelo de seguridad pública, con la desmilitarización no sólo de la
policía, sino de la política. Es clave una reforma radical del sistema
judicial, que legitima las muertes, archivando procesos y encarcelando
cotidianamente por el color de la piel”.
Además, la lucha se amplía a temas que tocan la
precarización de la vida de la población negra, que ha sido históricamente
excluida y explotada, destacando la falta de acceso a la educación, a la salud,
a la justicia, a la vivienda, el derecho al libre tránsito, y a las expresiones
artísticas, cultura e informaciones propias. —Noticias Aliadas.
TOMADO DE ENVIO DE NOTICIAS ALIADAS
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