NIETO 120: LA
VERDADERA REVOLUCIÓN DE LA ALEGRÍA
Escrito por Giuliana Sordo 30 junio, 2016
Abuelas
En el día de ayer se conoció la noticia a través del
histórico organismo de derechos humanos: Abuelas de Plaza de Mayo incorporó al
nieto 120 en su listado de búsquedas, encuentros y abrazos. La particularidad
que llevó a José Luis a reclamar por su verdadera identidad es un caso que
demuestra, una vez más, que las emociones y la lucha por recuperar lo sucedido
no prescriben en esta revolución de la alegría que se trata, nada menos, que de
encontrar los bebés robados en la última dictadura cívico-militar.
Luego del mediodía de ayer, Abuelas de Plaza de Mayo convocó
a sus habituales conferencias de prensa para dar a conocer la historia del
nieto 120, el caso de José Luis Maulín Pratto: “Quien conoció su identidad en
2009, pero la Justicia federal de Santa Fe aún no le restituyó su verdadera
filiación ni su nombre”, tal como comunicaron desde el organismo. Luego de
conocerlo en profundidad y descubrir una nueva identidad arrebatada durante el
terrorismo de Estado, Abuelas decidió incorporarlo al listado total de nietos
que fueron restituidos.
La historia de la apropiación
Su padre, Rubén Maulín, era militante político en el Partido
Revolucionario de los Trabajadores (PRT) y fue secuestrado en octubre de 1976,
en Reconquista, provincia de Santa Fe, delante de sus dos hijos pequeños y de
su esposa Luisa Pratto, embarazada de cuatro meses. Luego de que se llevaran a
su marido, Luisa fue torturada en su domicilio, frente a sus hijos y violada en
reiteradas ocasiones.
En el parto, el 26 de marzo de 1977, Luisa Pratto fue
registrada con el nombre de la apropiadora de José Luis, Cecilia Góngora de
Segretín. Esto evidenció “la premeditación del delito”, tal como manifestaron
desde Abuelas de Plaza de Mayo. De esta forma, el bebé fue entregado al
matrimonio conformado por José Ángel Segretín y Cecilia Góngora.
En el parto, el 26 de marzo de 1977, ella fue registrada con
el nombre de la apropiadora de José Luis, Cecilia Góngora de Segretín. Esto
evidenció “la premeditación del delito”, tal como manifestaron desde Abuelas de
Plaza de Mayo. De esta forma, el bebé fue entregado al matrimonio conformado
por José Ángel Segretín y Cecilia Góngora, vinculados por un familiar a la
Fuerza Aérea. Sus apropiadores lo inscribieron en el Registro Civil con un acta
de nacimiento falsificada, firmada por la doctora Elsa Nasatsky de Martino. La
semana pasada comenzó en Santa Fe el juicio por la apropiación de José Luis, en
el que están imputadas la apropiadora Góngora, y la médica que atendió el parto
y firmó el certificado de nacimiento.
Rubén Maulín estuvo detenido como preso político de la
dictadura y en 1982 recuperó su libertad. Allí, tanto él como Luisa se
presentaron ante la justicia para reclamar por su hijo pero no obtuvieron
demasiada respuesta. Historia que se repite con la totalidad de los familiares
de los nietos que aún
quedan encontrar.
Nieto 120
La búsqueda en democracia
Desde finales de los ’80, su familia comenzó a tener pruebas
certeras del lugar en donde se encontraba y la escuela a donde asistía, pero la
falta de documentación y las amenazas de los apropiadores obstaculizaron la
búsqueda. En esos momentos, José Luis ya sabía que no era hijo de la mujer que
lo había criado, él desde chico tuvo dudas de su identidad, pero los relatos
sobre ello iban variando según las circunstancias y conveniencia de quienes lo
habían robado.
En 2008, Luisa y su hermana hicieron una nueva declaración
ante la justicia, contando nuevamente lo que habían vivido durante el
terrorismo de Estado. Después de años de impunidad, fue la primera vez que la
justicia santafesina aceptó investigar su caso. En ese contexto, el proceso de
juicios se había reabierto y la condena a los responsables del Plan Sistemático
de Represión, Tortura y Secuestro era una realidad.
En enero de 2009, José Luis llamó a Luisa para contarle que,
según las descripciones que había dado, él podría ser su hijo. Se encontraron
por primera vez en febrero, y en abril se presentó a la justicia para reclamar
por su identidad. José Luis, Rubén Maulín y Luisa Pratto viajaron a Buenos
Aires y realizaron el estudio en el Banco Nacional de Datos Genéticos para
confirmar su vínculo. Luego de 32 años pudieron confirmar lo que podrían haber
sabido mucho tiempo antes.
Según relató el organismo: “Luisa dio una nota en una radio
de la ciudad y su historia llegó a conocimiento de José, quien se sintió
motivado a averiguar sobre su identidad”. Allí, en enero de 2009, José Luis la
llamó para contarle que, según las descripciones que había dado, él podría ser
su hijo. Se encontraron por primera vez en febrero, y en abril del mismo año se
presentó a la justicia para reclamar por su identidad. José Luis, Rubén Maulín
y Luisa Pratto viajaron a Buenos Aires y realizaron el estudio en el Banco
Nacional de Datos Genéticos para confirmar su vínculo. Luego de 32 años
pudieron confirmar lo que podrían haber sabido mucho tiempo antes.
La lucha por su
identidad
Desde el año 2009, el nieto 120 recuperó a su familia y
desde ese momento mantiene un vínculo estrecho con ellos. Sin embargo, en la
conferencia ofrecida por el organismo de derechos humanos, José Luis expresó:
“A pesar de que pasaron 39 años, conmigo se sigue cometiendo el mismo delito”.
Es que él mismo se acercó el mes pasado hasta el Tribunal Oral de Santa Fe para
exigir que el juicio por su identidad se realice lo antes posible. “Soy José
Luis Maulín, pero estoy obligado aún a nombrarme como José Luis Segretín”,
escribió en la primera línea de la carta que dejó en la justicia de la
provincia. Ese mismo delito, tal como él manifiesta, se repite con sus hijos de
12 y 16 años que llevan el apellido de un apropiador y un cómplice de la última
dictadura.
Estela de Carlotto atribuyó la demora de la justicia en
reconocer la identidad a que los apropiadores son civiles, por ello, sostuvo
que se trata de una cuestión política e ideológica que intenta tapar la
complicidad civil con el terrorismo de Estado.
Estela de Carlotto, titular de Abuelas de Plaza de Mayo,
exclamó: “No tiene explicación que teniendo las pruebas en el Banco de Datos
Genéticos, que es el único lugar donde hay certeza por la idoneidad, el propio
Estado le niegue al chico a recuperar lo que ya se sabe”. En este sentido,
atribuyó la demora de la justicia en reconocer la identidad a que los apropiadores
son civiles, por ello, sostuvo que se trata de una cuestión política e
ideológica que intenta tapar la complicidad civil con el terrorismo de Estado.
La alegría de ser el
nieto 120
El caso de José Luis no se registraba entre las denuncias de
niños desaparecidos en Abuelas de Plaza de Mayo, ni tampoco en la Comisión
Nacional por el Derecho a la Identidad (CONADI). Sin embargo, el organismo
afirmó: “Se trata de otro caso de sustracción, ocultación y falsificación de
identidad de un bebé en el marco del terrorismo de Estado, como todos los de
nuestros nietos y nietas apropiados”.
En este año se vienen desarticulando, desmembrando y
destruyendo áreas y sectores sensibles del Estado que se ocupaban de
investigaciones, acompañamientos y trabajos referidos al terrorismo de Estado
en su conjunto. Esto es preocupante si pensamos en las políticas de derechos
humanos de los próximos años.
Esta historia forma parte de las tantas que se siguen
recomponiendo día a día gracias al valor de los testimonios y el trabajo
incansable de, en este caso, Abuelas de Plaza De Mayo, pero de los organismos
de derechos humanos en general que dedican su labor diaria a la reconstitución
de lo sucedido en el pasado que nos sigue interpelando en el presente: la lucha
por la recuperación de una identidad es un claro ejemplo de esto. Sin embargo,
estos actos de reparación son pocos al lado del gran listado que falta.
Es importante mencionarlo, en este año se vienen
desarticulando, desmembrando y destruyendo áreas y sectores sensibles del
Estado que se ocupaban de investigaciones, acompañamientos y trabajos referidos
al terrorismo de Estado en su conjunto. Esto es preocupante si pensamos en las
políticas de derechos humanos de los próximos años. Sin dudas, la lucha frente
a esto debe ser firme para no correrse ni un paso atrás de lo conseguido, pero
también para pelear para seguir avanzando en materia de derechos. Después de
todo, seguir dando pasos firmes para la reconstrucción de la memoria, la verdad
y la justicia de lo sucedido en la dictadura cívico-militar es la verdadera
revolución de la alegría.
Si naciste entre 1975 y 1980, y tenés dudas sobre tu origen,
comunicate con ABUELAS DE PLAZA DE MAYO (011) 4384-0983 – www.abuelas.org.ar
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