Río Turbio: una usina a carbón que quema dinero
El Gobierno invirtió US$ 700 millones en una central
termoeléctrica que debería abastecer la mina, pero el yacimiento no está en
condiciones de lograrlo
Por Mariela Arias y Diego Cabot
foto Vista aérea de la central.
RÍO TURBIO.- Muy lejos de los centros urbanos más poblados y
a pocos kilómetros de la frontera con Chile, la Argentina construye una
megaobra. Hay que viajar 2794 kilómetros desde Buenos Aires para llegar a Río
Turbio. Allí se implanta la central termoeléctrica más grande que se levanta en
el país.
La monumental obra, emplazada a metros de la mina de carbón,
la estatal Yacimientos Carboníferos Río Turbio (YCRT), fue diseñada para
funcionar únicamente a base de ese mineral. La megausina se va a terminar a mediados
de año, dependerá de la crudeza o no del invierno. Los cables de alta tensión
para que esté interconectada a la red federal llegan con algo de atraso, pero
ya están cerca. Se habrán invertido algo más de 1500 millones de dólares. Pero
hay un detalle: así como están las cosas, no hay carbón para que la central
funcione.
LA NACION recorrió los casi 2800 kilómetros para comprobar
cómo evoluciona uno de los territorios a los que el kirchnerismo más dinero le
destinó en los últimos años. En 2004, cuando un nacido y criado en Santa Cruz
era presidente, Néstor Kirchner, la mina vivió su tragedia más importante: 14
mineros murieron por un incendio en una de las galerías. Kirchner decidió
acallar las voces que lo criticaban en el pueblo bendiciéndolos con una fortuna
para subsidiar YCRT y, además, les dio el gusto con un viejo anhelo: construir
una usina que dotara de sentido a la carbonífera, una empresa que vende poco
del mineral que extrae.
Cuando en octubre prenda sus motores la Central
Termoeléctrica Río Turbio, se habrán invertido algo más de 2850 millones de
pesos, a lo que hay que sumar 4000 millones destinados a llegar con el Sistema
Interconectado Federal a la usina.
Una cinta transportadora de cinco kilómetros que pasa por
las bocas de las minas y llega a la central, ya instalada, girará para llevar
1.200.000 toneladas anuales de carbón que consumirán las calderas.
¿Cuál es el problema entonces? Que tal como está la mina, no
habrá carbón suficiente como para mantener encendidos los quemadores de la
central. YCRT, una empresa conducida por un interventor, Atanasio Pérez Osuna,
pero cuyos hilos manejan el ministro de Planificación Federal, Julio De Vido, y
el subsecretario de Coordinación, Roberto Baratta, extrajo el año pasado
190.000 toneladas de carbón. Sólo alcanza para que la termoeléctrica opere dos
meses. ¿Qué pasó? Pasaron ocho años desde que el Estado empezó la reactivación
de la mina, después de años de abandono, y no se hizo mucho.
Pero la falta de planificación, de una gestión profesional y
el peso de los sueldos en los balances postergaron las inversiones por años.
Ahora, con la central a tornillos de ser terminada, se evidencia el avance
desigual.
No habrá carbón y no son pocos los que aventuran en el
ríspido pueblo que habrá que importarlo para darle de comer a la central. O en
su caso, dejarla sin funcionar. Hablan de importar carbón desde Colombia o
Sudáfrica, para lo cual sería necesario readecuar el puerto de Punta Loyola, a
258 kilómetros sobre la costa. La buena o mala fortuna que corrió la empresa
-tanto estatal como privatizada- marcó y marcará la vida de las 25.000 personas
que viven entre Río Turbio, 28 de Noviembre y Julia Doufour. Es una economía de
enclave, todo se mueve alrededor de "la empresa", como todos la
nombran.
En las oficinas de la intervención de YCRT, las excusas
fueron las únicas respuestas que encontró LA NACION cuando intentó, durante un
día entero en el pueblo y dos días más después por teléfono, conseguir la
visión de las directivos de la compañía. Reuniones con empresarios polacos
hasta las doce de la noche, vacaciones, agenda muy cargada o teléfonos que
nunca contestaron fue lo único que se escuchó de parte de YCRT.
Daniel Peralta, gobernador de Santa Cruz, sabe que ese
problema aparecerá apenas la central se ponga en marcha. Dice que no está al
tanto de la administración actual, pero que viejos mineros le advierten sobre
la falta de planificación y proyección. "Es importante la inversión en
equipamiento, pero no se nota en la producción. Desconozco la organización de
los planteles, pero 2000 personas deberían garantizar la producción y
explotación de nuevas galerías que son el futuro de la mina y la garantía de la
usina", dice el ex interventor en YCRT entre 2004 y 2007, cuando dejó el
cargo para asumir una gobernación de emergencia en la convulsionada Santa Cruz.
Repite el mismo número de producción que todos en Río Turbio: 190.000 toneladas
en 2012, un millón menos de las necesarias.
Pero este no es el único tema que apunta: "Es muy
importante saber cuál va a ser la figura jurídica de la usina". Se refiere
a la propiedad de la generadora. En Santa Cruz apuntan a integrar a la ya
existente sociedad del yacimiento, la central eléctrica. Claro está, dice
Peralta, con la debida participación de los trabajadores y del gobierno
provincial. ¿Quién será el dueño de la usina, quién venderá la energía y quién
comprará el carbón? Estas son algunas de las preguntas que nadie responde.
Isolux es la firma que ganó la licitación para la
construcción de la central. No quisieron hablar, pero sí accedieron a que LA
NACION recorriera la obra. Alrededor de 720 personas y 18 subcontratistas
trabajan en esta especie de mecano gigante. Son dos turbinas de 120 MW
fabricadas y colocadas por Siemens. Ya están listas. Las calderas que quemarán
carbón son de las más evolucionadas que hay en el mercado. Fabricadas en
Estados Unidos, están preparadas para que junto con el carbón ingrese caliza y así
formen una ceniza tipo yeso que luego puede ser usada en la construcción. Cerca
de la obra dicen que los planteos ambientales no tienen sustento, justamente
por el tipo de calderas y por el sistema de almacenaje que impide que vuelen
cenizas.
Ya hay sectores de la maquinaria en etapa de prueba. Otros,
en la fase final de montaje. ¿Habrá carbón? Pregunta LA NACION. Todos abren los
ojos y permanecen callados.
En el yacimiento, los tiempos y los números son distintos.
La central fue sólo concebida para que la mina tenga un comprador cautivo. El
comprador está; el vendedor no tiene producto. Emilio Martínez fue el segundo
de YCRT. Apenas pasó los 50 años y ya está jubilado. Comparte sus días en el
centro de jubilados del personal jerárquico. Cuenta que la central no puede ser
abastecida por la mina. "Ahora está llegando instrumental. Pero no hay
planificación. Es una barbaridad la plata que se mete ahí adentro y no se
produce. Le digo algo, es más barato que la central queme lingotes de oro que
el carbón de Río Turbio. Me duele decirlo, pero es así", ilustra.
A su lado, Mario Suárez, un ex jefe de ingeniería, coincide:
no hay posibilidades de extraer semejante cantidad de mineral con esta
planificación: "La preparación de la mina está 15 años atrasada. Jamás se
trabajó mirando los costos. Es una barbaridad".
Detallan que para la explotación se cavan dos galerías
paralelas de 1000 metros de largo y luego se unen adelante con otra excavación
de 180 metros. Eso es lo que se llama un frente de producción. "Estando
toda la maquinaria acá, se tarda un año y medio en construir un frente. La
usina se come tres frentes por año y hay que tener uno de backup. Es decir,
mientras se explotan cuatro se tienen que preparar cuatro más para el año
siguiente. ¿Sabe cuántos están en producción ahora? -pregunta, se agarra la
cabeza y se contesta-. ¡Uno!"
Los números de YCRT hablan por sí solos. LA NACION accedió a
todos sus balances desde 2006, publicados en el Ministerio de Economía, y de
allí se desprende que la inversión quedó relegada. En 2012, el Estado
transfirió $ 1300 millones a ese rincón patagónico. En 2011, las entrañas de la
mina recibieron subsidios por 1112 millones. Los ingresos por ventas de carbón
sumaron $ 8,2 millones, es decir, menos del 1% de lo que necesitó para
sostenerse, y los sueldos se llevaron 831 millones. La inversión real directa
fue de 127 millones de pesos, 10% del presupuesto total. En 2006, ese rubro
implicaba casi 50% de los recursos.
Desde 2006, la inversión en bienes de capital fue de $ 917
millones y se mantuvo en valores promedio estables desde entonces; las
remuneraciones pasaron de $ 74 millones en 2006 a 831 millones en 2011. Según
datos de la Asociación Argentina de Presupuesto, este año la cuenta estaría 20%
por encima que aquella.
En un medio local, Osuna Pérez reconoció que se tomaron 100
empleados, sumarán 70 por mes desde febrero y que hay una larga lista de
espera. El aumento de la plantilla no es casual. Kirchner les dio un beneficio
a los trabajadores mineros en 2007: bajó la jornada de trabajo de ocho a seis
horas. Además, de seis días a la semana de producción en la mina se bajó a
cinco. No sólo esos trabajadores lograron algunos beneficios. Los empleados de
que trabajan en la central y que pertenecen a la Uocra no pagan Ganancias. Como
sus sueldos sobrepasan con creces el mínimo no imponible ($ 5782), forzaron a
sus contratistas a que se hagan cargo del impuesto. Y lo lograron: hoy no
tienen descuentos por ese ítem, al igual que los constructores de otra
generadora, Atucha II.
En julio de 2011, la presidenta Cristina Kirchner llegó a
Río Turbio a hacer una inauguración de la central aún no terminada. Eran
tiempos de campaña presidencial y cualquier válvula que se coloca sirve para
cortar cintas. "Lo que también se inauguró en épocas de Néstor es el nuevo
ferrocarril hasta Punta Loyola, con una inversión muy importante, y con esto
tenemos cerrada toda la ecuación: la logística del transporte, la producción de
la mina y la generación de energía. Por eso ni magia ni viento de cola, sino
trabajo, esfuerzo, planificación, pensar el país". No terminó la frase, la
interrumpieron con aplausos.
Hoy el tren está. Y si no fuera porque el puerto es para
descarga y no para operaciones de carga, se podría utilizar para traer carbón
desde de Sudáfrica o Colombia, los proveedores de la otra central de este tipo
ubicada en San Nicolás. De alguna manera habrá que darle sentido a una
inversión de más de US$ 800 millones en el sureño rincón del país.
Tomado diario la nación de ar
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