Agua color verde aceituna
Productores de Libertad exigen mitigar la contaminación del
arroyo Flores
María de los Ángeles Orfila - Mire lo que imponen para
vivir”, dijo Néstor Martínez mientras daba una breve caminata desde la entrada
de su vivienda hasta el arroyo Flores, afluente del río San José, en la ciudad
de Libertad. El olor, muy similar al del Pantanoso, se hizo más intenso en cada
paso. El aspecto pone en duda el lema de Uruguay Natural: el agua es de un
color parecido a un verde aceituna.
La conexión entre estos cursos de agua es importante porque
el río San José desemboca en el río Santa Lucía a la altura del Parador Tajes
(aguas debajo de la represa de Aguas Corrientes). El San José, por su parte,
constituye una fuente importante del acuífero Raigón, que es, a su vez, la
fuente de agua potable para la ciudad de Libertad y un importante reservorio de
agua dulce para el país, pero que ya fue declarado vulnerable por el Ministerio
de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente (Mvotma) en 1999. Y que,
a juicio de Pedro Bidegain, productor de la zona, “no se lo protege”.
El mismo olor que se percibe en la casa de Martínez frunce
las narices en los alrededores de la planta de líquidos residuales de Libertad,
ubicada a menos de un kilómetro de la periferia de la localidad y de la
desembocadura del arroyo Flores. La planta está compuesta por una serie de
lagunas de oxidación, un sistema que puede ser ilustrado como un tanque séptico
que retiene los sólidos en suspensión, pero que se torna ineficiente a medida
que aumenta la carga. El censo del año 2011 reveló que 10.166 personas habitan
en Libertad, 66% más que en 1975.
El principal problema que denuncian los vecinos es que,
frecuentemente, las lagunas están colmatadas. De esta manera, no retienen más
sedimento; entonces, lo que devuelve al arroyo no cumple con parámetros de
calidad. “Las aguas servidas van casi puras”, ilustró Roberto Bidegain,
productor lácteo de la zona.
Martínez pretendía vender miel ecológica a Alemania. Con este
afán, compró una planta de extracción de acero inoxidable que le costó US$ 40
mil. Cada kilo de miel certificada podía venderse 30% más caro. No obstante, el
técnico alemán que lo visitó le negó el trámite de exportación cuando vio el
arroyo a pocos metros de sus instalaciones. Un requisito es que no haya ningún
factor contaminante en el predio. “Me dijo que no me podía certificar porque
las aguas servidas de Libertad están al lado de la planta de extracción. No
puedo ganar un mejor precio por OSE”, se quejó. Fue hace cinco años. Hoy su
apiario produce 40 mil kilos de miel por año. La ecuación sería diferente. Otro
proyecto que le quedó por el camino fue incluir su casa en el circuito de
estancias turísticas. “Nos agredieron nuestra propiedad y nuestro vivir”,
comentó a El Observador.
La falta de mantenimiento de las lagunas fue una de las
causas que señaló la doctora en biología Tamara Avellán, egresada del Instituto
Unesco para la Educación relativa al Agua, para la contaminación del arroyo y
la afectación del ecosistema circundante en dos estudios publicados en 2004 y
2009.
La experta concluyó que en el primer tramo del arroyo Flores
–ocho kilómetros de un total de 12–, la salud del ecosistema acuático daba
muestras de agonía por las altas concentraciones de nutrientes y la casi nula
concentración de oxígeno. Allí vive Martínez. En el tramo final, donde viven
Roberto y Pedro Bidegain, las concentraciones de contaminantes eran menos
dramáticas pero, aun así, las vacas de Roberto padecen episodios de diarrea
después de tomar agua del arroyo. Y algunas han muerto. Otra consecuencia que
ha visto es que han desaparecido las nutrias. Como pasa con sus vacas, a las
nutrias “no les apetece esta agua”, dijo. En su campo el agua es un poco más
clara que el verde aceituna, pero el barro de la orilla tenía una coloración
amarronada brillante. Gonzalo Vilaró, otro vecino, no sufrió la pérdida de
ningún animal, pero ha advertido que su ganado se rehúsa a tomar agua del
arroyo.
Técnicos de la Dirección Nacional de Medio Ambiente (Dinama)
y de OSE han hecho sendos análisis del arroyo Flores tras reclamos de los
vecinos en varias oportunidades, pero nunca se les comunicaron los resultados,
o se les ha informado de los planes para solucionar el vertido de efluentes
domésticos.
Este problema se resolvería con una planta de tratamiento
terciario –como la que existe para San José de Mayo– que es capaz de remover
nitrógeno y fósforo. No obstante, Libertad no está en la lista de ciudades
prioritarias para la mejora de la red de saneamiento en el marco del plan de
acción para controlar el proceso de deterioro de la calidad del agua del río
Santa Lucía (sí están Fray Marcos, San Ramón y Santa Lucía).
Este año, OSE procedió a la construcción de una red de agua
potable y saneamiento en los barrios Aserradero y Colón. El Observador consultó
al organismo por este tema, pero no obtuvo respuesta. La propuesta de Martínez
es que Libertad cuente con su propia usina potabilizadora autónoma (UPA). La
más cercana está en Ecilda Paullier.
No obstante, Avellán también señaló como responsable de la
polución, la deficiencia de tratamiento de residuos de los tambos. En este
sentido, Pedro Bidegain reconoció que son parte del problema, pero que el
sector no aceptará todas las culpas. “Sabemos que contaminamos. La
contaminación por vertidos directos de los tambos es del orden del 3% al 5%.
Pero la cuenca lechera a la que el gobierno de turno le echa las culpas se ha
venido preocupando y ha construido lagunas de decantación” para el tratamiento
de sus efluentes más nuevas que las de OSE, relató a El Observador. De acuerdo
a cifras proporcionadas por este productor, más de la mitad de los tambos del
departamento tienen estos sistemas de tratamiento; en particular, el 80% de los
tambos grandes –con más de 500 vacas– que cubre el 80% de los animales.
Asimismo, Bidegain pidió no olvidar que es ineficiente el
control a las industrias por parte de la Dinama, y otro elemento, que “no es
culpa del agro ni de OSE”, es el cambio climático por el que llueve mucho en
poco tiempo. Esta situación provoca que el agua arrastre hasta el arroyo los
productos químicos de los cultivos. “Esto hay que asumirlo”, afirmó. “Nos
agarraron como carne de cañón”, reflexionó. Respecto a la capacidad
purificadora del monte ribereño, expresó que el que todavía persiste en la zona
“ya no sirve” para tales fines, puesto que ha perdido diversidad y densidad.
Tomado del observador de Uruguay
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