sábado, 24 de agosto de 2013

CARBÓN Y CAMBIO CLIMÁTICO

 Carbón y cambio climático
Durante la última década, el mundo ha tomado, como nunca antes, conciencia frente al cambio climático. Se han creado medidas gubernamentales de mitigación y adaptación, al tiempo que se consolidan agendas de eficiencia energética y sostenibilidad ambiental. Las fuentes de energía no renovables han alcanzado una expansión rápida tanto en países desarrollados como en mercados emergentes.
A pesar de las luces de esperanza y de contar con una sociedad mejor informada sobre los efectos del cambio climático, existen elementos que merecen ser revisados sobre las matrices energéticas de los países con mayor expansión económica.
No hay duda de que para enfrentar el cambio climático y, particularmente, las emisiones de gases efecto invernadero, es necesario reducir, en alguna medida, el consumo de fuentes altamente contaminantes, o al menos no seguir expandiéndolo de forma desordenada. Si miramos las fuentes que generan mayores impactos ambientales, nos encontramos con que el carbón genera el 43 por ciento de las emisiones de CO2.
Lo curioso del carbón es que ha sido protagonista del proceso de desarrollo en varios países durante las últimas cuatro décadas. En Brasil, el consumo de esta fuente de energía desde 1970 creció 700 por ciento, mientras en México aumentó 1.340 por ciento, y en China cerca de 1.600 por ciento. Otros países como India o Turquía, aumentaron su consumo en más de un 700 por ciento en el mismo periodo, e Indonesia disparó la demanda por carbón en más de un 33.000 por ciento.
En pocas palabras, el avance económico de estas naciones –que hoy son grandes demandantes de productos y ven cómo su clase media se agiganta– ha estado apoyado por un modelo energético contaminante, como lo certifican las estadísticas de la Agencia Internacional de Energía.
En la actualidad, se especula que hay más de mil plantas energéticas de carbón en construcción, destinadas a proveer cerca de un millón y medio de megavatios de electricidad. Si consideramos que la vida de estas plantas supera los 50 años, tendremos una matriz energética altamente dependiente del carbón para rato. Las explicaciones racionales de perpetuar esta fuente están vinculadas a su precio, disponibilidad y relativa facilidad de conversión.
¿A que se enfrenta, entonces, el mundo? Sencillamente, a un gran dilema. Si las demandas de energía se duplicarán en los próximos 20 años, principalmente detonado por economías emergentes, y el carbón siguiera siendo la fuente preferida para atender la demanda, reducir las emisiones de CO2 en el sector energético será cada vez más difícil. Por otro lado, crear una actitud efectiva para enfrentar el cambio climático en economías emergentes implicará apostar por fuentes subsidiadas por el Estado y, eventualmente, más costosas.
Enfrentar el cambio climático requiere del compromiso de los países emergentes. El gran desafío estará en que exista una genuina conciencia sobre el uso de las fuentes de energía y la necesidad de no seguir expandiendo el consumo de carbón.

Tomado de porfolio.co por sugerencia de boletín gal de chile 

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