El Fracking, Vaca Muerta, Chevron y la Resistencia
Mapuche
Tras la expropiación de la española Repsol, la empresa YPF,
controlada ahora por el Estado, asumió el control de las operaciones
extractivas, desde la certeza de que sería necesaria la llegada de otra
transnacional que contase con la tecnología necesaria para acceder a los
recursos del subsuelo. Es entonces cuando entra en el juego Chevron, que el
pasado 15 de junio alcanzó un preacuerdo con YPF, auspiciado por los gobiernos
nacional y provincial, para reactivar la explotación.
El lonko Elías Maripán, junto a otras autoridades del pueblo
mapuche de Neuquén
Las comunidades del pueblo mapuche de Neuquén (sur
del Estado argentino) han asistido durante los últimos meses a una oscura pugna
entre las instituciones públicas provinciales y nacionales, y las empresas con intereses
en las enormes reservas de hidrocarburos existentes en sus territorios.
Tras la expropiación de la española Repsol, la empresa YPF,
controlada ahora por el Estado, asumió el control de las operaciones extractivas, desde
la certeza de que sería necesaria la llegada de otra transnacional que contase
con la tecnología necesaria para acceder a los recursos del subsuelo. Es
entonces cuando entra en el juego Chevron, que el pasado 15 de junio alcanzó un
preacuerdo con YPF, auspiciado por los gobiernos nacional y provincial,
para reactivar la explotación.
En todo este entramado de relaciones quedan de lado las
demandas históricas del pueblo mapuche, que lleva
siglos defendiendo sus bienes naturales, y que ve ahora cómo una de las
transnacionales más cuestionadas del mundo amenaza con ingresar a sus
territorios.
Es importante recordar que Chevron -de capital
norteamericano- fue condenada en 2011 por los tribunales de Ecuador, por
los dramáticos impactos humanos, sociales y medioambientales derivados de su
presencia en la Amazonía.
Un pueblo en proceso de resistencia y reconstrucción
“Se viene la destrucción para todos, pero nosotros vamos
a defender el Wallmapu [territorio ancestral] por miles de años”. Con esta
determinación, Elías Maripán, lonko -”autoridad”- de la
Confederación Mapuche del Neuquén
expresa la postura de un pueblo demasiado acostumbrado a resistir. Y es que los
mapuches, a diferencia de otros pueblos del continente, nunca fueron
conquistados por los invasores castellanos. Incluso firmaron un tratado
internacional con la Corona Española (Tratado de Killen, 1641) que respetaba
parcialmente su integridad territorial en el Sur de lo que hoy se conoce como
Chile y Argentina.
Tras la independencia, los nuevos Estados trataron de
someter al pueblo mapuche por medio de
diferentes vías, que fueron desde las políticas de asimilación al intento de
exterminio físico, hasta que -ya a finales del siglo XIX- se ocupó militarmente
el territorio. Desde entonces, muchas comunidades mapuches se vieron obligadas
a abandonar sus tierras y sus formas de vida, hasta quedar dramáticamente
diezmadas.
Hoy en día, y en el marco de un admirable proceso
de reconstrucción histórica, lingüística y cultural, los pueblos mapuches
del Puel Mapu -”tierra del oeste”, es decir, los que habitan en la
actual Argentina- reivindican no sólo su identidad, sino también su autonomía
política y territorial. Y en este marco, se enfrentan al despojo de sus
riquezas naturales -principalmente recursos hídricos, gas y petróleo-, proponen
nuevos modos de relacionarse con el resto de la sociedad y plantean a las
instituciones un desafío democrático de cuya resolución depende, muy
probablemente, la posibilidad de construir sociedades verdaderamente
respetuosas con la diversidad.
Leftaru Nahuel, kona de la comunidad Newen Mapu, y miembro
del grupo musical Puel Kona, durante la lectura del manifiesto contra Chevron
Si hay un ejemplo que da cuenta de la vitalidad de este
proceso de reconstrucción es el que protagonizan los jóvenes componentes del grupo
musical Puel Kona -”puel”: oeste; “kona”: joven, guerrero- los
cuales, además de participar activamente en las estructuras propias de su
pueblo y usar fluidamente el idioma mapuzungún, han sido capaces de
adaptar los instrumentos tradicionales a los nuevos sonidos -rock, ska, reagge,
...-, concretando todo ello en un puñado de canciones que pasean orgullosamente
por escenarios de todo el país.
En este camino de reconstrucción, el pueblo mapuche no está
solo, ya que sus luchas se entrelazan con la de otros movimientos sociales
con quienes comparten demandas, reivindicaciones y apoyo mutuo. Por
ejemplo, la ruka -”casa”- colectiva de la comunidad Newen Mapu, en las
afueras de la ciudad, se levantó con el apoyo de la familia de Leticia Veraldi
para dar continuidad al compromiso con la causa mapuche que había asumido esta
joven de 17 años, detenida-desaparecida por la dictadura en 1977.
Y hacia el exterior, no sólo se fortalecen los hilos con los
hermanos del otro lado de la cordillera, sino que su presencia en foros regionales
y continentales es creciente.
La maldición del petróleo
"La naturaleza nos invita a un ciclo de vida nuevo: se
recicla. Y nosotros queremos que en este momento tan particular se dé un compromiso
con toda esa vida amenazada por la industria extractiva", resumió
Jorge Nahuel, lonko de la comunidad de Newen Mapu, durante la
celebración del Wiñoy Xipantv -el cambio de ciclo que se produce con el
solsticio austral-.
Y esa amenaza tiene tal magnitud, que asusta. En la
provincia de Neuquén se encuentran dos de los yacimientos petrogasíferos más
grandes de la Argentina: el de Loma de la Lata, y el de Vaca Muerta. El
primero de ellos, venía siendo explotado por Repsol-YPF hasta la expropiación
de la empresa española por parte del Estado argentino, fecha en la que las
operaciones quedaron suspendidas. Aquí, la extracción ha dado lugar a enormes
impactos medioambientales -contaminación de
las tierras, el agua y la atmósfera-, ha desembocado en la intoxicación crónica
de decenas de personas por metales pesados, y ha aumentado la conflictividad
social y la represión hacia las autoridades mapuches.
Pozos petroleros en producción, en el yacimiento de Loma de
la Lata, cuando eran operados por Repsol-YPF
Por su parte, para iniciar las operaciones en el yacimiento
de Vaca Muerta, YPF estaba obligada a encontrar un socio empresarial que
aportase la complicada tecnología que ha de usarse para aprovechar las riquezas
fósiles del subsuelo. Complicada y dañina, ya que estos hidrocarburos no
tradicionales exigen el uso de la técnica del fracking o ruptura
hidráulica, la cual está siendo cada vez más cuestionada por los impactos
que causa en el medio ambiente.
Y esta socia empresarial no es otra que Chevron, que
acaba de firmar un preacuerdo con YPF y cuyos operarios ya están presentes en
las comunidades mapuche, según constata el lonko de la comunidad
Maripe Purran, quien denuncia la entrada en sus territorios de
camiones de la compañía y también el aumento de las agresiones contra
activistas locales. De hecho, no es difícil encontrarse personal de la empresa
por las calles de la ciudad, o en el aeropuerto. Su uniforme los delata.
Chevron, prófuga de la justicia
“Llega a nuestro territorio una de las empresas más
contaminantes del continente. Que huyó de Ecuador luego de devastar el
territorio de los pueblos kofán y siona”. Esta frase, tomada del manifiesto
firmado por la Confederación Mapuche del Neuquén, es rigurosamente cierta. Se
refiere al que se conoció como el juicio del siglo, en el que la
compañía Texaco -hoy parte del conglomerado Chevron- fue condenada a pagar una
indemnización de 19 mil millones de dólares a las 30.000 familias que se
vieron afectadas por sus operaciones en la Amazonía ecuatoriana.
Operaciones que se centraron en la extracción petrolera empleando para ello
técnicas obsoletas y contaminantes.
El año pasado, en cumplimiento de esta sentencia, la
justicia argentina inició los trámites para el embargo de los bienes con
los que cuenta la compañía en el país. Este proceso fue adelante hasta que la
Corte Suprema le puso fin, precisamente en el momento en el que avanzaban las
negociaciones entre Chevron e YPF para explotar los yacimientos de Neuquén. Una
más, entre las decenas de improbables casualidades que se dan en los negocios
de altos vuelos.
Dirigentes comunitarios afectados por Chevron-Texaco en
Ecuador, y abogados del caso, estuvieron presentes en Neuquén. Junio de 2013
Entre los damnificados por Chevron en Ecuador, se encuentran
varios pueblos indígenas,
cuyos representantes estuvieron recientemente visitando Neuquén para
denunciar el levantamiento del emba rgo, y para alertar a sus hermanos del sur
de los peligros que entraña la llegada de la compañía a los territorios
indígenas.
Los daños causados por la explotación petrolera en las
selvas del oriente ecuatoriano se cuantificaron en una millonaria
indemnización, pero en realidad, son incalculables: 103 millones de litros de
crudo derramado, 63.000 millones de litros de agua tóxica arrojada a ríos y dos
millones de hectáreas, donde vivían y trabajaban pueblos indígenas
y campesinos, contaminadas.
Retos ante un futuro complejo
El futuro que se cierne sobre el pueblo mapuche de Neuquén
no es esperanzador. Tampoco resulta sencillo apuntar salidas frente a la
política de hechos consumados, y a la histórica invisibilizaci
ón de las reivindicaciones indígenas que practican las
instituciones públicas argentinas. En la práctica, Chevron está ya en el
territorio, y se imponen medidas urgentes para afrontar una realidad que
enfrenta a un gigante empresarial global contra unas comunidades de medios muy
escasos, pero con una sólida determinación y una historia ancestral de
resistencias.
En este escenario, ni siquiera la constatación de que los
derechos indígenas recogidos por el Convenio 169 de la Organización
Internacional del Trabajo (OIT) -de obligado cumplimiento por parte del Estado
argentino- están siendo conculcados tanto por las instituciones como por la
compañía parece que pueda detener la maquinaria extractivista. Y es que la
vía jurídica, aún contando con el precedente ecuatoriano, parece estar sujeta a
una serie de obstáculos difícilmente salvables: un sólido apoyo oficialista
y empresarial, unas instituciones que no han asumido los avances en el
reconocimiento de los derechos humanos de los pueblos originarios, etc.
Mural en la ruka de la comunidad Newen Mapu, que representa
la lucha del pueblo mapuche frente a las agresiones coloniales de gobiernos y
empresas. Marici wew quiere decir "diez veces venceremos".
Es en el terreno social donde parecen surgir más opciones.
Las organizaciones mapuche forman parte preeminente de un movimiento de
resistencia frente a los megaproyectos
extractivos y a las nocivas técnicas que aplican, especialmente el fracking,
que parece cobrar mayor fuerza a medida que pasan los meses. Igualmente, la
implantación de megaproyectos
mineros en el norte -a cargo de la tristemente célebre compañía canadiense
Barrick Gold- parece estar asentando una nueva consciencia ecológica en la
población argentina, y un mayor conocimiento de los estragos que causa el
extractivismo a gran escala sobre las comunidades locales.
Pero en este camino resulta especialmente importante la
cohesión a nivel local, y aquí aparecen nuevas dificultades, sobre todo por la táctica
de división y enfrentamiento empleada por las empresas. Además, Neuquén es
una ciudad de nuevo cuño, levantada en torno a los beneficios que produce el petróleo: una buena
parte de su población vive y trabaja a la sombra de la actividad extractiva y
los negocios paralelos o subsidiarios.
Una frase de un joven activista mapuche -Aukán-,
trabajador de FaSinPat (Fábrica Sin Patrones, antigua Zanón, bajo control
obrero desde 2002), evidencia lo complejo de la situación: “hasta ahora, los
compañeros de la fábrica han apoyado la causa mapuche y se han solidarizado con
nuestras reivindicaciones, pero ¿qué pasará el día en que les digamos que vamos
a cortar el grifo que nos surte del gas que necesitamos para producir?”.
Un dilema que los pueblos originarios de Neuquén tratan
de afrontar orientados por una experiencia de siglos de resistencia.
Tomado de envío de EcoPortal.net
Nota: solo el pag 12 defiende este contrato
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