En casa de los
Curras
Gisela López-Mata
Uno de los dos, porque uno nunca sabe con cuál de los
gemelos está hablando, si con Ronald o con Nelson, nos dice que “la vida es una
ilusión” y como tal, “él vive en un palacio”. Mientras no salga a la calle, esa
es su realidad. Esta residencia, que habita junto a su hermano y alberga su
taller, es un proyecto que guarda pocas referencias con el mundo exterior. Si
bien el diseño integra el resultado de su extensa y conocida obra en cerámica,
también es un escenario que han creado y representa a un país, en el que
nacieron, que ya no existe. El interior recuerda una época en que Cuba presumía
de su sensualidad y era centro de múltiples expresiones artísticas. Ubicada en
el suroeste de Miami, que es el barrio de los hermanos Curras, dentro de esta
casa el calor y el sol del mediodía no se sienten, no se oyen ruidos y todo
emana paz; a no ser que surja la necesidad de salir a resolver algo. Entonces,
hay que enfrentarse con la realidad del entorno. Mientras tanto, la casona es
un palacio donde el resplandor se filtra a través de vidrios de colores y que
guarda la trayectoria artística de estos reconocidos ceramistas.
El espacio se recorre siguiendo los patrones de los pisos,
hechos en losas pintadas y esmaltadas por ellos a mano y que sirven para
definir las habitaciones. A manera de galería horizontal, una escena continúa
en otro espacio y es la fantasía, el color y la textura lo que sirve para
organizar la monumental obra. Los salones también están divididos en temas lo
que le da cierto carácter teatral. Una zona es El Edén y está poblada por
figuras que recuerdan a Las Meninas de Velázquez (ellos las llaman “las primitivas”)
enmarcadas por frutas tropicales. Otro espacio es La primavera donde la figura
principal, coronada por “pájaros en la cabeza”, también está rodeada de mangos,
mameyes y guayabas, mientras que en un salón contiguo esta Tabaco con otra
menina rodeada de flores y hojas de la planta. Abundan los patrones geométricos
con referencias a las tradicionales losas de cemento cubanas, a su vez
derivadas de las europeas, donde se mezclan símbolos de varias religiones desde
el judaísmo hasta la santería. El libre ejercicio del pensamiento
aporta un
grado de surrealismo a la obra de los Curras y los elementos fantásticos, donde
el tiempo cronológico se detiene, los hace parte del realismo mágico
latinoamericano. También hay referencias al Art Nouveau, al Art Deco y a los
clásicos griegos sobre todo en los platos y vasijas por las que son tan
conocidos.
Nelson y Ronald Curras llevan casi cuarenta años fuera de
Cuba donde estudiaron artes gráficas y fueron parte de una serie de iniciativas
relacionadas con las artesanías. En Miami organizaron su taller en Lincoln Road
antes de comenzar a restaurar en 1998 la residencia que hoy en día habitan
desde donde trabajan y reciben a sus clientes. Su obra tiene mayormente una
intención decorativa, y mezclan sin barreras todas las experiencias que han
tenido y todos los movimientos artísticos que han analizado. Es quizás en esta
cualidad de romper con las reglas académicas y el racionalismo, dándole
prioridad a los sentidos, donde se encuentra la parte romántica de sus expresiones.
Con la misma libertad que se dejan
llevar por las musas descubren en un trabajo
una serie de relaciones matemáticas que no se habían propuesto. En general,
manifiestan una espiritualidad sin discrimen usando lo mismo una figura de
Elegua (deidad en la santería cubana), que un Buda o la Estrella de David. Las
referencias al Art Nouveau son constantes y aparecen en las representaciones de
la naturaleza, la utilización de las formas sinuosas y el uso de los bordes en
las figuras inspirado en el plomo de los vitrales. También de este movimiento
modernista derivan su interés por las artesanías y las artes decorativas. Del
Art Deco han tomado los patrones geométricos y de la cerámica griega las
figuras negras y el gusto por los recipientes.
El mundo de los Curras es muy particular. Lo que nos rodea
no es verdaderamente lo que ellos perciben y por eso dicen que están encantados
de vivir en las nubes. Sin embargo, a través de su obra, de su casona y de sus
testimonios invitan a todos a penetrarlo y compartir con ellos esa ilusión.
“Nuestros sueños, con el tiempo, se convierten en realidad y esta casa es la
prueba.”•
TOMADO DE elnuevoherald.com/
DE MIAMI EEUU
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