El desierto de Atacama se convierte en la antesala de Marte
Por EFE . La Agencia Espacial Europea (ESA) ha terminado de
probar en el desierto chileno de Atacama el vehículo Safer, un prototipo del
robot que enviará a Marte en 2018 para buscar rastros de vida en la superficie
del Planeta Rojo.
Vista del desierto de Atacama. / epictomato.com
Los expertos
eligieron ese desierto chileno porque ofrece un terreno “representativo de lo
que se podría encontrar en Marte”, donde el SAFER (Sample Acquisition Field
Experiment with a Rover) intentará aportar pruebas de que alguna vez existió
vida en ese planeta, explicó hoy a Efe el argentino Jorge Vago, uno de los
científicos del programa ExoMars de la ESA.
Durante cinco días a mediados de este mes, el SAFER estuvo
explorando en los alrededores del observatorio espacial del Cerro Paranal,
manejado por control remoto desde Inglaterra.
“Nos dimos cuenta de que la zona elegida tenía señales de
lecho de río seco. Había pasado agua. No sabíamos cuándo, pero había restos de
sales. En Marte, queremos buscar rocas de tipo sedimentario que se formaron con
presencia de agua”, resume Vago.
Los científicos esperan encontrar en la superficie marciana
afloramientos, es decir, rocas autóctonas que sobresalen de la superficie, del
mismo modo en el que la punta de un iceberg se eleva por encima del nivel del
mar.
Una vez localizadas ese tipo de rocas, protegidas del
impacto de la radiación cósmica que actúa como un “bisturí molecular” sobre las
rocas expuestas de la superficie, se extraerán muestras del subsuelo y se
enviarán los datos a la Tierra.
Para ello, el vehículo cuenta con un Radar de Penetración en
el Suelo, una herramienta capaz de extraer información 5 metros por debajo de
la superficie con una precisión de 2 centímetros.
Además, el aparato estará equipado con un instrumento
denominado PanCam, que engloba dos cámaras estéreo gran angular, equivalentes a
un objetivo de 45 mm en fotografía convencional, y una cámara de alta
resolución, similar a un teleobjetivo de 300 mm.
Dispondrá también de un “Close Up Imager”, una especie de
“microscopio para estudiar la textura de las rocas en la superficie”.
Todos esos instrumentos aspiran a entender la mineralogía
marciana y encontrar restos de vida extinta, no en forma de moléculas
orgánicas, sino a través de “marcas que puedan asociarse a la presencia de
microbios”, precisa Vago.
“El 'rover' de Atacama es un prototipo bastante más básico
que el que vamos a mandar a Marte”, que “aún no se ha empezado a construir” y
que será capaz de resistir un frío extremo porque “la temperatura en Marte en
un día de verano con calorcito llega a 0°C pero por la noche cae a -180°C”.
Así que los científicos diseñarán un aparato que se apague
por la noche para protegerse del frío, y que se encienda por la mañana, una vez
el sol haya calentado la superficie del Planeta Rojo y esta sea practicable.
Pero la misión ExoMars, cuyo coste global es de unos 1.200
millones de euros (unos 1.650 millones de dólares) comenzará dos años antes,
con el envío de un “orbitador” para estudiar la atmósfera marciana y un pequeño
aparato para aprender a aterrizar en la superficie.
Dos años después, en mayo de 2018, se enviará el robot para
estudiar la superficie durante seis meses, período que podría ampliarse si se
obtienen buenos resultados, explica Vago.
“Si en algún momento encontramos alto interesante, habrá que
traer muestras a la Tierra”, lo que requeriría un nueva, costosa y compleja
misión que, según Vago, sería la antesala imprescindible para que un día el
hombre ponga el pie en Marte.
“La decisión de ir a Marte con astronautas es política. Se
va a necesitar mucho, mucho dinero y probablemente será una misión
internacional. Mi impresión es que para justificar que se va a gastar toda esa
cantidad de dinero habrá que encontrar algo interesante primero y traer
muestras a la Tierra después, para que sean estudiadas por las mejores
universidades y con los mejores instrumentos”, explica.
Para llegar a ese punto, a medio camino todavía entre la
ciencia aeroespacial y la ciencia ficción, queda mucho por andar y lo único
seguro por ahora es que el robot que debe iniciar esa aventura ha superado con
éxito la prueba del desierto de Atacama, el más árido del mundo. Tomado de abc
de Paraguay
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