“A los recicladores en Bucaramanga nos ha tocado trabajar
con las uñas”
En Coopreser se cumplen jornadas de ocho horas diarias, de
6:00 a.m. a 2:00 p.m. Todos los empleados tienen prestaciones sociales.
(Foto: Jaime del Río / VANGUARDIA LIBERAL)
Esta redacción visitó uno de los dos centros de acopio en
la ciudad y comprobó los problemas que hay por la falta de cultura y la negativa
de algunos de separar los residuos en sus casas.
Residuos orgánicos, restos de comida, jeringas, papel
higiénico, pañales usados y hasta animales muertos, son algunas de las cosas
que depositan los bumangueses en el reciclaje.
Esta redacción visitó la bodega de Coopreser, uno de los
centros de acopio que hay habilitados en la ciudad, y pudo comprobar los graves
problemas que enfrentan los recicladores formales, en gran parte por la falta
de los equipos adecuados, lo cual le está generando millonarias pérdidas a las
cooperativas.
Según la coordinadora de la bodega, Libia Teresa Jiménez,
contrario a lo que muchos creen, estas organizaciones no se están enriqueciendo
con el actual esquema del reciclaje.
De hecho, contó que actualmente las cooperativas tienen que
asumir varios gastos adicionales que están afectando financieramente a la
empresa y por ello le piden más apoyo a las alcaldías del área metropolitana y
a las empresas de aseo, pues “nosotros prácticamente estamos trabajando con las
uñas”.
Proceso manual
Lo primero que llama la atención en Coopreser son las dos
montañas de reciclaje que cubren las dos terceras partes de la bodega, que
tiene un área de 1.200 metros cuadrados.
Se calcula que todas las semanas llegan entre 80 y 100
toneladas de material, el cual es separado manualmente por una docena de
seleccionadores.
Luz Dary Ortiz, quien lleva 10 años con Coopreser, cuenta
que este trabajo lo tienen que hacer con la única protección de un tapabocas y
unos guantes: “La gente no tiene cultura, pues echan de todo en las bolsas,
desde jeringas usadas hasta animales muertos. Han ocurrido varios accidentes y
eso nos ha obligado a ser mucho más cuidadosos”.
Libia Jiménez asegura que antes, cuando Coopreser tenía la
ruta selectiva, solo separaban 2,5 toneladas diarias de reciclaje, pero este
venía más limpio y de mejor calidad: “ahora casi la mitad de lo que recibimos
no sirve”.
Esto ha llevado a que el sistema de separación sea poco
eficiente. Según Jiménez, para las 100 toneladas que reciben semanalmente
serían necesarios unos 30 operarios, pero “actualmente tenemos 50 y no dan
abasto”, pues separar el material bueno del malo es muy dispendioso.
Problema del compactador
La coordinadora explica que parte del problema es la forma
de recolección, pues “al usar compactadores el reciclaje bueno y el malo se
mezclan”.
En otras palabras, en un mismo barrio pueden haber 50
familias reciclando bien, pero con 10 que no lo hagan de forma adecuada se
puede dañar todo el trabajo.
“Aquí ya sabemos qué barrios son los que mejor reciclan y
los que no son tan buenos... por ejemplo, sabemos que si viene de un barrio de
invasión de Girón, de Santana o de La Cumbre, nos toca revisar el camión
recolector... hemos devuelto cargas completas porque todo el reciclaje viene
contaminado y así no sirve”
Una de las consecuencias de esto es que hay materiales como
el cartón que se tienen que vender a menos de la mitad del precio, pues cuando
está limpio y en buenas condiciones se puede vender a $230 el kilo, mientras que
en las actuales condiciones solo lo reciben como ‘plega’, es decir, a solo $90
por kilo.
“La gente cree que nos estamos llenando de plata”
Para Leonel Velasco, uno de los bodegueros en Coopreser, uno
de los estigmas que quieren superar es que los recicladores formales se están
enriqueciendo con el actual esquema de reciclaje, cuando eso “no tiene nada que
ver con la realidad”.
“Ni soy menos que otro por ser reciclador, ni me estoy
volviendo rico, tengo un buen trabajo, con sus prestaciones sociales, pero como
a todo el mundo tengo que luchar para pagar las cuentas y darle comida a mis
cuatro hijos”.
Al respecto, Jiménez afirma que falta más apoyo de parte de
alcaldes y la empresa privada, pues en algunos aspectos los recicladores son
dejados solos y a la deriva.
“Bello Renacer trabaja en la bodega de El Carrasco, pero
nosotros la tenemos que alquilar, eso nos cuesta a nosotros $17 millones
mensuales, beneficiamos a todos los municipios del área, pero ningún alcalde
nos ha
querido apoyar”.
Por si fuera poco, ante la falta de consenso entre las
empresas de aseo, los costos de la disposición de las 120 toneladas de material
de retorno que se deben enterrar en El Carrasco son asumidos por Coopreser.
“Antes las mismas empresas de aseo se llevaban ese material,
pero ya no lo están haciendo... es decir, ahora nos toca ahora por la basura
que generan o que separan mal los habitantes del área metropolitana”.
Todo esto explica cómo las dos cooperativas perdieron $83
millones en los dos primeros meses de operación, en vez de ganar plata, como
muchos creían.
A pesar de esto, Leonel Velasco es optimista y pide que no
dejen solos a los recicladores formales, muchos de los cuales trabajaban hace
20 o 30 años en El Carrasco, cuando era un basurero a cielo abierto.
“Eran otros tiempos, ahora todos tenemos un sueldo,
prestaciones sociales... esto está produciendo empleo para gente buena, pero
hace falta más apoyo de empresarios y alcaldes”.
Falta maquinaria
Para Leonel Velasco, uno de los dos bodegueros del centro de
acopio, el otro problema es que no tienen maquinaria como una ‘pajarita’
(retroexcavadora) o un sistema de bandas para facilitar el trabajo de
separadores y otros operarios.
De hecho, en la bodega el material que va llegando para ser clasificado es descargado a un costado y los operarios solo cuentan con palas, escobas y rastrillos para despejar y mantener libre la zona para el tránsito.
Actualmente, se estudia la posibilidad de tecnificar los centros de acopio y para ello varios empresarios de Bogotá y Medellín indicaron estar dispuestos a ayudar.
De hecho, en la bodega el material que va llegando para ser clasificado es descargado a un costado y los operarios solo cuentan con palas, escobas y rastrillos para despejar y mantener libre la zona para el tránsito.
Actualmente, se estudia la posibilidad de tecnificar los centros de acopio y para ello varios empresarios de Bogotá y Medellín indicaron estar dispuestos a ayudar.
Control a Informales
La falta de controles a los recicladores informales ha
traído como consecuencia que los materiales que llegan al centro de acopio sean
los más baratos, como la pasta y el cartón, mientras que el aluminio, el cobre
o el archivo son escasos.
“Es evidente que se lo están llevando los informales porque las bolsas casi todas llegan abiertas... en cambio, en los conjuntos residenciales, donde hay cuartos de aseo, si llega de todo”, cuenta Jiménez.
Ante esta situación, las cooperativas le pidieron a las autoridades más control a los recicladores informales, pues no solo se están llevando lo ‘jugoso’ del reciclaje, sino que dejan las calles en muy mal estado. TOMADO DE LA VANGUARDIA DE COLOMBIA
“Es evidente que se lo están llevando los informales porque las bolsas casi todas llegan abiertas... en cambio, en los conjuntos residenciales, donde hay cuartos de aseo, si llega de todo”, cuenta Jiménez.
Ante esta situación, las cooperativas le pidieron a las autoridades más control a los recicladores informales, pues no solo se están llevando lo ‘jugoso’ del reciclaje, sino que dejan las calles en muy mal estado. TOMADO DE LA VANGUARDIA DE COLOMBIA
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