La influencia de esta disciplina se hace presente cada vez
más con avances que optimizan la producción de alimentos.
Por Fernando Ventura
Pocos argentinos
todavía perciben los rápidos cambios estructurales que se han dado en los
últimos 20 años en el sector agropecuario y agroindustrial en términos
tecnológicos. Términos como siembra directa, organismos genéticamente
modificados, agricultura hidropónica, agricultura de precisión, bioenergía,
fotosíntesis artificial, entre otros. Prácticas bien conocidas en círculos
profesionales pero no por las personas que habitan en las ciudades. Veamos
entonces que significancia tienen.
La influencia de la
biotecnología en la economía Argentina, ya sea desarrollada localmente o en el
exterior, es cada día más relevante para el futuro económico nacional por las
potencialidades todavía no aprovechadas o articuladas. En efecto, la
biotecnología no sólo continuará transformando la producción agropecuaria, con
nuevas semillas resistentes a plagas, enfermedades, malezas, hongos y sequías;
posibilitará la mejora de rendimiento cárnico y de producción láctea de la
ganadería para cada zona geográfica. El dato más relevante a tener en cuenta es
que Argentina se encuentra en términos tecnológicos con desarrollos muy
cercanos a la frontera del conocimiento vigente en materia agrícola y ganadera,
además de contar con empresas de capital nacional de desarrollos biotecnológicos
en constante crecimiento e institutos públicos y privados de relevancia
internacional.
No obstante, es en el
sector agroindustrial y en el sector energético donde las posibilidades se
abren a una dimensión nunca imaginada. Hasta ahora parecía que la principal
aplicación de los productos agrícolas pampeanos era para su transformación en
aceites, harinas y últimamente en biocombustibles; sin embargo poco se ha
explorado, y aplicado los conocimientos ya existentes en el mundo, en materia
de energía por biomasa, a través del reciclaje masivo de residuos vegetales,
forestales u orgánicos en general y también el uso del biogás, no sólo para
generar energía sino también para ser utilizado en procesos industriales.
Tanto el
procesamiento integrado del biogás como de los biocombustibles podrían
posibilitar una nueva revolución de la química industrial, reemplazando
productos químicos y petroquímicos actualmente derivados del petróleo y el gas
natural. Este punto es de relevancia crucial en términos macroeconómicos,
porque actualmente la Argentina depende casi totalmente de productos químicos,
fertilizantes y herbicidas externos o de la importación de bases o principios
activos que produce un muy reducido grupo de multinacionales norteamericanas,
europeas y asiáticas, que operan habitualmente en forma cartelizada. Son de
público conocimiento las dificultades actuales y futuras para continuar
extrayendo hidrocarburos del subsuelo argentino. Tanto YPF como empresas
químicas nacionales deberían comenzar a invertir más en procesos industriales
cuya materia prima venga del suelo y menos de la proveniente del subsuelo.
Asimismo, esta nueva “industria bioquímica” democratizaría más la oferta de
químicos y fertilizantes, beneficiando principalmente al consumidor, al industrial
pyme y al productor agropecuario.
También la
agricultura de cultivos industriales (caña de azúcar y algodón principalmente)
se está beneficiando de la aplicación de nuevos conocimientos biotecnológicos y
por lo tanto podría mejorar la competitividad y posibilitaría el lanzamiento de
nuevos productos de la industria textil y de cosmética.
Este breve repaso de
potencialidades derivadas de la aplicación del conocimiento biotecnológico o de
nuevas tecnologías relacionadas al sector agropecuario posibilitarían un
aumento de exportaciones mucho mayor al ya experimentado, un nuevo salto en los
rendimientos agrícolas y ganaderos, el reemplazo progresivo de los
hidrocarburos, mayor reciclaje de materia orgánica y por lo tanto menos
generación de residuos, además de nuevos productos industriales; por lo tanto,
un crecimiento económico considerable en el sector productivo de bienes como en
el de servicios asociados.
Para que esto se
lleve a cabo es condición necesaria un andamiaje institucional y legal que
potencie este proceso tanto para alentar la investigación, el cambio
tecnológico, el uso racional y sustentable de tierras y lógicamente la
inversión industrial y agropecuaria. Asimismo, se debe comenzar a regular
seriamente el uso del agua dulce (escasa en la mayor parte de la geografía
argentina), bien primordial para el aumento de rendimientos agrícolas y
ganaderos.
Sin duda hay más
aristas que no se tocan en estas líneas, pero la idea más significativa es que
Argentina se encuentra en la pista para iniciar un nuevo despegue económico de
grandes proporciones, que depende de una interrelación virtuosa entre sector
público y privado y una planificación estratégica, institucional y productiva,
inteligente. El cambio ya se está produciendo muy cerca de nuestra ciudad, en
cada empresa agropecuaria, y esperemos que pronto podamos ver resultados
asombrosos en toda la economía.
Fuente: EL
CIUDADANO.WEB – TOMADO DE EVNIO DE PREGON AGROPECUARIO DE AR
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