El futuro incierto de los colombianos deportados El éxodo
forzado de colombianos sigue creciendo, de acuerdo con las autoridades de la
frontera. Ayer más nacionales llegaron al país. 369 colombianos deportados se han trasladado a
sus ciudades de origen. La crisis humanitaria continúa en la frontera entre
Colombia y Venezuela. El presidente Nicolás Maduro aseguró que mantendrá
cerrado el paso. Autoridades nacionales atienden a los deportados.
Un cambio en el tono diplomático y mesurado que llevaba el
Gobierno colombiano con su par de Venezuela por la crisis de la frontera dio
ayer el presidente Juan Manuel Santos, quien no ocultó su malestar por el
incumplimiento de las autoridades del vecino país frente a lo pactado en
Cartagena entre las cancilleres el pasado miércoles.
Por eso el mandatario le exigió al presidente Nicolás Maduro
respeto por la dignidad de los colombianos deportados y reclamó una reunión
urgente de Unasur y de la OEA para evaluar la crítica
situación.
Mientras tanto, sentada en uno de los andenes fronterizos
del corregimiento de La Parada, Nubia Bautista miraba ayer hacia el edificio de
Migración Colombia, ubicado a unos metros del puente Internacional Simón
Bolívar. No se pone de pie porque el andén está lleno de deportados de
Venezuela que, como ella, quieren recibir un espacio en uno de los siete
albergues de Norte de Santander. La
entrada al centro está bloqueada por camiones de bomberos, jeeps de la
Defensoría del Pueblo y una que otra ambulancia. La mayoría están cargados con
bolsas de agua; el calor, a las 11 de la mañana, alcanza los 32 grados. “Desde
la noche de ayer (miércoles) ha empezado a llegar más gente deportada. Casi
todos cruzan por el río Táchira y llegan acá, sin nada”, cuenta un bombero. Nubia
Camacho tiene 52 años. Llegó en la madrugada del jueves, acompañada de tres niños:
“Pensé que no llegábamos. Con la familia vimos que desde la semana pasada la
Guardia (venezolana) estaba deportando a los colombianos, encerrándolos y hasta
pegándoles. Soy abuela y mamá y mi gran temor es que me maltraten a los niños.
El lunes nos vinimos, dejando a mi hija mayor, la de 32, cuidando las cosas de
la casa y escondiéndose de la Guardia”. El viaje de los Camacho fue más difícil
que el de otros colombianos expulsados de San Antonio (Táchira). Ella y sus
niños tuvieron que viajar 819 kilómetros desde Valencia, capital del estado de
Carabobo. Escondiendo bolívares entre la ropa, haciendo escalas entre cada
estado y dándole su comida, la poca que alcanzaba a comprar, a los niños. Así
fueron los tres días de viaje de Nubia. En 2005 fue desplazada de Tibú, Norte
de Santander, por el conflicto armado. Se fue a buscar suerte con su esposo al
estado de Carabobo. Vivieron ese lapso del comercio. “Mi esposo se murió en
noviembre del año pasado, estaba muy enfermo. Este segundo desplazamiento me
tocó sin mi esposo”.
Más señalamientos Mientras esperaba en el andén, el Gobierno
de Venezuela emitía un comunicado señalando que “a siete días del cierre de la
frontera colombovenezolana, se han apresado a 21 personas, de las cuales 13 son
paramilitares”. La información la entregaba José Morantes Torres, comandante de
la Zona de Defensa Integral (Zodi) del estado de Táchira. Dijo que la Operación de Liberación Nacional,
con la que se han deportado a cientos de familias, se ampliará a otras zonas
fronterizas. En el sector de Tribunales, Táchira, “se han revisado 2.572
viviendas estructuradas, semiestructuradas y tipo rancho”. Estas casas, dijo,
“se han convertido en plataformas bidireccionales
del contrabando y del
paramilitarismo”.
El COLOMBIANO habló con uno de los deportados que vivía en
estas casas a las que se refería el uniformado: “Mi nombre es Darwin, prefiero
no decir mi apellido porque la Guardia me podría perseguir. El lunes a las ocho
de la mañana fui deportado. Llegó la Guardia, pidió los papeles, vieron que era
colombiano y me llevaron. No les importó que mi esposa llorara. Nos llevaron y
dejamos todo lo que habíamos comprado con esfuerzo. Yo trabajaba como
planchero, la verdad me iba muy bien, hace poco había podido sacar el
televisor”. Es moreno, tiene algunos rasgos del Caribe: “Este es mi segundo
desplazamiento, la primera vez fue hace como 10 años de la Sierra Nevada”.
En este albergue está trabajando el secretario de Seguridad
de Cúcuta, Tubal Cali Contreras: “Actualmente tenemos 280 personas. En la noche
del miércoles llegaron cerca de 70. Les estamos suministrando desayuno,
almuerzo y comida. Se les entrega una colchoneta y un kit de aseo por familia”.
La pregunta que ronda en el albergue es obvia: ¿Cuánto tiempo más tendrán que
vivir ahí? Contreras responde que el Gobierno está trabajando en un plan de
acción de “unos tres meses para atender a las familias. La idea es que muchas
regresen a su lugar de origen”. ¿Será a través de la Ley de víctimas o de
restitución de tierras? “No sé, estamos esperando directriz del Gobierno En los
albergues están esperando a que lleguen los subsidios de los que habló el
presidente Juan Manuel Santos en su corta visita del miércoles. Prometió 600
empleos en zonas rurales y un subsidio de arriendo de 250.000 pesos a las
familias hasta que se puedan reubicar, si es posible, en sus lugares de origen.
Por ahora, la principal preocupación de los deportados es registrarse ante
Migración Colombia. De lo contrario no recibirán subsidio alguno. Desde el sábado pasado, el Gobierno ha
atendido 1.088 colombianos deportados. Esta cifra, según la Cruz Roja
Colombiana, podría ascender a 4.260 personas. Del total de deportados, Norte de
Santander ha podido recibir en los albergues a 848 adultos y 249 niños. Los
demás están durmiendo en las calles o en la casa de algún familiar. Los que se niegan a perder sus pertenencias
han pasado dos noches en las orillas del río Táchira; frontera entre San
Antonio (Táchira) y el corregimiento de La Parada (Norte de Santander). Esta
imagen no está muy lejos de donde doña Nubia está sentada. Quizá a dos o tres
kilómetros caminando por bosque húmedo. Desde este punto los hombres de boina
roja, los de la Guardia, no han dejado pasar a los colombianos. Sin embargo,
ayer en la tarde la Guardia dio autorización por unas horas para que los
colombianos sacaran muebles y enseres. El río los divide y sigue su curso.
QUE SANTOS RECUPERE SENSATEZ
El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, aseguró ayer que no abrirá
la frontera con Colombia hasta que se “prohiba” en ese país la venta de
productos venezolanos de contrabando y que “se ataque al bolívar” en Cúcuta y
en el resto del territorio. En su intervención, Maduro le pidió al presidente
Juan Manuel Santos que recupere la sensatez.
SANTIAGO VALENZUELA Reportero.
Creo, como Rainer Werner Fassbinder , que “ lo que no podemos cambiar, debemos
al menos describirlo”. Tomado de el colombiano
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