"En América del Sur debe
haber uno y, si no lo hace Uruguay, se va a dar espontáneamente en otro
lado"
"Si Uruguay no
hace un puerto de aguas profundas, lo hace otro" Hay promotores
interesados en invertir en una terminal así, asegura experto La naturaleza le
hizo una guiñada a Uruguay para que haga un puerto de aguas profundas. Las
condiciones de su costa oceánica, la ubicación cercana a la hidrovía del río
Uruguay y la conexión con países vecinos presentan una oportunidad única para
construir una terminal de esas características. Sin embargo, un proyecto que se
mide en miles de millones de dólares es para este país algo ambicioso y
complicado de concretar. "Lo más importante es que hay un motivo económico
(para construir un puerto de aguas profundas), y es el abaratamiento de los
fletes. Se ahorran US$ 150 millones al año" Para el exgerente general de
la Administración Nacional de Puertos en el período 2000-2005, Julio Cóppola,
Uruguay no debe dar garantías soberanas ni dar créditos. Lo adecuado es abrir
paso a que promotores privados consigan contratos de servicio para luego buscar
financiación en la banca internacional. En entrevista con El Observador, el
experto asegura que un puerto de aguas profundas en América del Sur es una necesidad
imperiosa que nace de la demanda mundial de servicios y que, si Uruguay no lo
construye en sus costas, otros como Brasil lo harán.
¿Por qué es rentable
un puerto de aguas profundas?
La carga de Uruguay no llega ni a la tercera parte del
mínimo imprescindible para que el puerto se justifique. El puerto requiere de
unos 50 millones de toneladas anuales y Uruguay no llega a la tercera parte. En
cambio, sí se interesan otros países y eso hay que ver de qué forma. Solo
Argentina va a mover 150 millones, o sea que tiene las cargas más que
suficientes para el puerto. Pero naturalmente, cuando uno ve que Argentina tomó
la decisión que las cargas argentinas no pasen por puertos uruguayos, no parece
estar proclive con un proyecto de esta naturaleza. Así y todo yo no
descartaría, ni se puede descartar, que haya intereses regionales en el puerto.
Lo único que no creo es que deban depender de los gobiernos, sino que tiene que
ser con una institucionalidad y un compromiso de las empresas y de la sociedad.
¿Con contratos?
Con contratos. No debe ser con garantía soberana del Estado.
Las empresas que arman el proyecto deben salir a buscar financiación y allí
tienen que mostrar los contratos de largo plazo con los operadores, de que va a
haber movimiento portuario. Eso sí asegura la construcción y que las cargas
vengan. ¿Cuán viable es hoy que existan inversores que se interesen y que
además tengan la capacidad de conseguir esos contratos?
De hecho ya hay un promotor que está interesado desde hace
años, que está queriendo llevar adelante el proyecto y lo hace sin garantías
del Estado, sino que justamente lo lleva adelante con el flujo de caja que
produce el repago de los capitales que insume la inversión. Hay uno y podrían
haber más. ¿Por qué entonces es negocio
un puerto de aguas profundas? Lo más importante es que hay un motivo
económico y es que el abaratamiento de los fletes, usando barcos que operan
puertos de gran calado y profundidad, son barcos que abaratan el flete a la
mitad. En grandes números, el flete para graneles hoy día en barcos pos Panamax
anda en US$ 60 o US$ 70 la tonelada, pero si se pasa a otros que llevan 200
mil, 300 mil y hasta 400 mil toneladas, eso se abate a US$ 30 0 US$ 35 la
tonelada. Eso significa que si estamos ante unos US$ 30 por tonelada, y estamos
moviendo 50 millones de toneladas, se ahorran US$ 150 millones al año. ¿Y por qué los operadores no seguirían yendo
a puertos argentinos?
Es el gran motivo que mueve a la economía y los mercados, va
todo hacia barcos más grandes. Es la tendencia. Muchas empresas van a esos
barcos porque generan un abatimiento de costos por la escala de los buques.
Esos barcos van a un puerto de aguas profundas que tiene 20 o 22 metros de
profundidad y la carga tiene que venir a ese puerto a embarcarse, y lo tiene
que hacer de otro puerto y en un barco más pequeño. Esos abastecen a los barcos
más grandes en los puertos de aguas profundas. Ese barco cobra flete y se
consume la mitad del ahorro, unos US$ 15 por tonelada. Quedan entonces US$ 15
de ahorro, lo cual sigue siendo importante. ¿Cuáles son las ventajas para Uruguay de un puerto de aguas profundas? Uruguay
tiene un negocio de logística orientado hacia la región que es importante. El
país vende muchos servicios logísticos, y con el puerto de aguas profundas lo
consolida, porque empiezan a haber más cargas, más movimientos, y eso genera
experiencia, prestigio, que consolida vocación de servicio. Yo creo que en otro
lado se va a hacer, si no lo hace Uruguay lo va a hacer Brasil probablemente. Brasil
tiene el puerto de Río Grande que tiene aguas profundas, con 16 metros y va a
más. Lo cierto es que si Uruguay no hace esa jugada que hoy la tiene a mano, y
ese puerto se ubica en otra parte de la región, allí van a llegar los barcos
grandes, desde los distintos puertos con barcos más chicos, incluso de Uruguay,
y en ese puerto donde se concentren las cargas va a haber un negocio logístico
que podría ganar Uruguay y lo que ya tiene. Eso sería una pena perderlo, pero
si se juegan a un puerto de aguas profundas, lo consolidan. Si no lo hacen,
corren el riesgo de que se haga en otro lado. ¿Cuánto más se debe esperar para hacer el puerto?
No lo sé, porque las compañías navieras quieren tener
puertos de aguas profundas porque operan con barcos muy grandes. El mercado
lleva a que las líneas tengan barcos transoceánicos. Esas líneas presionan para
que los puertos existan. La lectura que hacen los países es que interesa tener
los puertos, porque naturalmente quieren tener mejores líneas y comunicaciones
para el comercio exterior. Y esa necesidad se expresa cada vez mejor. En
América del Sur debe haber uno y, si no lo hace Uruguay, se va a dar
espontáneamente en otro lado. TOMADO DE EL OBSERVADOR DE UY
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