domingo, 30 de agosto de 2015

LA PANDEMIA DEL SIGLO XXI , FEMINICIDIO

Feminicidio, la pandemia que enluta a Bolivia Por Mónica Oblitas Zamora -      Periodista Invitado
 VIOLENCIA | BOLIVIA OCUPA UNO DE LOS PRIMEROS LUGARES EN VIOLENCIA HACIA LAS MUJERES EN LATINOAMÉRICA. EL SISTEMA DE JUSTICIA ES PAUPÉRRIMO, Y EL MACHISMO ESTÁ ENRAIZADO EN TODOS LOS ESTRATOS DE LA SOCIEDAD. Hablar de cifras suena a insulto. Sobre todo porque esas cifras de mujeres muertas han tenido voz, rostro, y una historia inconclusa que se segó violentamente dejando dolor y rabia. Lamentablemente, para nuestro sistema de justicia, los feminicidios son solo números. Desde marzo de 2013 hasta el cierre de esta edición, se reportaron en el país 115 feminicidios, pero pocos son investigados, las investigaciones se enredan en dislates jurídicos o simplemente no prosiguen y en los medios, muchas veces, se publican solo los nombres de las víctimas, pero no de los asesinos. Al respecto, en noviembre de 2012, la oficina de las Naciones Unidas dio a conocer los resultados de una encuesta en 13 países de la región donde Bolivia ocupaba el primer lugar en violencia física contra las mujeres y el segundo lugar, después de Haití, en violencia sexual. Se encendía la alerta, pero pese a la promulgación en 2013 de la Ley 348 (Ley Integral para Garantizar a las Mujeres una Vida Libre de Violencia), la violencia contra las mujeres bolivianas ya es una pandemia, aunque esté casi invisibilizada por la precariedad e indolencia de la justicia boliviana y sus operadores, por el tratamiento de algunos medios de comunicación a estas noticias y por cómo reacciona la sociedad a ellos. Todos los días se conoce el nombre de alguna mujer asesinada, pero el nombre de esta muerta es sustituido por el de la muerta que habrá al día siguiente, y así la página se da vuelta. Sin embargo, hace unos días murió la hija de una emblemática periodista, Helen Alvarez, activista de los derechos por las mujeres, y la noticia se extendió como pólvora, sacudiendo las redes con un efecto rebote en mucha gente que, hasta ese momento, leía los feminicidios como una noticia de muerte más pero que de alguna manera sintió que éste caso le tocaba de cerca. El nombre, el rostro y la historia de Andrea Aramayo se han quedado grabados, al igual que el de su victimario, imputado por feminicidio por la Fiscalía General, William Kushner, quién está detenido en la cárcel de San Pedro a la espera de que se dictaminen con precisión las causas de la muerte de Andrea. Las circunstancias de la pareja, ella criada por una periodista, feminista activa de uno de los grupos más recalcitrantes y emblemáticos en la lucha por los derechos de las mujeres, Mujeres Creando, y él, un abogado y empresario prominente, le dieron un toque diferente a la triste historia de la que tanto medios como personas que tienen acceso a las redes sociales se cebaron, y se siguen cebando.  Al día siguiente en que murió Andrea, María Lizeth Carvajal (25), falleció en Cochabamba por las 25 puñaladas asestadas por el que fue su concubino, Johnny Vargas, y ese mismo día, en Tarija, se suscitó un intento de feminicidio contra Olga Solano en manos de su esposo Godofredo Ruiz Sánchez que la arrastró con su automóvil. En Sucre, en Trinidad, en Santa Cruz, en Potosí… Tanta violencia en tan pocas horas y la lista, la tenebrosa y vergonzosa lista, sigue.

¿Pero qué es el feminicidio? El feminicidio es la forma extrema de violencia contra las mujeres, por ser mujeres, es el resultado de la inequidad de género y la impunidad en la justicia. De acuerdo a Marcela Lagarde, académica, antropóloga e investigadora mexicana, especializada en etnología y representante del feminismo latinoamericano, quien ha socializado el término de feminicidio, el delito de “homicidio” no es suficiente para describir o penalizar la muerte de mujeres que tras largas historias de violencia cotidiana en manos de sus parejas o parientes terminan asesinadas intencionalmente, o de las mujeres (adolescentes o niñas) que son encontradas muertas después de haber sido violadas y que son intencionalmente asesinadas para borrar las pruebas del delito cometido. Si bien no hay una cifra definida, los feminicidios son bastante más del 50% de los asesinatos de mujeres en cualquier lugar del mundo. La Declaración de Naciones Unidas sobre la Eliminación de la Violencia contra la Mujer el 20 de diciembre de 1993, de naturaleza no vinculante, es el primer instrumento internacional que da una definición de la violencia contra las mujeres y establece obligaciones para los Estados encaminadas a la prevención, investigación y sanción del delito, y a la protección y reparación de las víctimas. Hasta la fecha, en Latinoamérica, 13 países han tipificado el feminicidio/femicidio, algunos lo han hecho desde una perspectiva puramente penal. Otros lo han abordado de manera más integral. En el país, el 9 de marzo de 2013, el presidente Evo Morales aprobó la Ley No 348 (Ley Integral para Garantizar a las Mujeres una Vida Libre de Violencia), en la que se penaliza el feminicidio, acoso sexual, violencia familiar o doméstica, esterilización forzada, incumplimiento de deberes, padecimientos sexuales y actos sexuales abusivos. Y se incorpora como delitos contra la mujer la violencia económica, violencia patrimonial y sustracción de utilidades de actividades económicas familiares. El Ministerio de Justicia es el ente rector y la entidad responsable de coordinar la realización de políticas integrales de prevención, atención, sanción y erradicación de la violencia hacia las mujeres y tiene a su cargo el Sistema Integral Plurinacional de Prevención, Atención, Sanción y Erradicación de la Violencia en razón de Género – SIPPASE. Si bien la Ley está hecha, no contempla fuentes de financiamiento, montos o porcentajes, ni plazos para su cumplimiento. Es decir, mucho número pero nada de presupuesto, consecuentemente, la violencia contra las mujeres no se ha detenido, al contrario. Hoy, además del dolor de enterrar a sus madres o hijas, las familias tienen que peregrinar en busca de justicia, topándose con funcionarios mal preparados, indolentes y hasta corruptos. Para muestra, una cifra igual de insultante que ponerle un número a la muerte de una mujer: En Bolivia, desde la promulgación de la Ley 348, solo ocho juicios por feminicidio llegaron hasta la sentencia. Fuente: Correo del Sur, Datos, ANF, CIDEM, ONU)  TOMADO DE LOS TIEMPOS DE BOLIVIA 

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