El maquillaje no es la opción adecuada para atender los
efectos del cambio climático En diciembre del 2014, el gobierno chileno dio a
conocer su propuesta para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero
a nivel nacional y contribuir con la ecuación global para limitar el aumento de
la temperatura, a firmarse este diciembre en la XXI Conferencia de las Partes
de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, COP21.
La necesidad de reducir las emisiones es, como dirían en las
caricaturas, de vida o muerte. Pero dejándonos de bromas, la comunidad
científica global - es decir, científicos de distintos países, religiones,
tendencias políticas y demás - viene advirtiendo sobre la necesidad de reducir
la dependencia global de los combustibles fósiles y establecer un uso armónico
de nuestros ecosistemas y hoy hemos llegado al punto de quiebre de nuestra
estrategia de sordera selectiva.Hemos gastado dos tercios del presupuesto de
carbono de la Tierra y emitido gases hasta afectarel equilibrio biológico y los
límites de regulación natural de nuestra Tierra, madre, amiga. De mantenerse los paradigmas actuales de
desarrollo (que erróneamente se iguala
al crecimiento económico) correspondientes a los escenarios “Business as Usual”
(BAU) la temperatura global aumentaría por sobre los 5ºC y, con ello, los efectos del cambio
climático serían impredecibles,
sistémicos y devastadores. Necesitamos emprender acciones. Necesitamos
emprender acciones serias y no maquillajes. Esta es una de las extrañas
oportunidades en que creo que el bisturí es la opción.
El país no puede permitirse hacer ecuaciones sectoriales de
política monetaria neoliberal, que por lo demás no siempre se reflejan en
bienestar al interior del país, cuando estamos hablando de asegurar la
protección de las condiciones de vida de las comunidades de hoy y mañana. Lo
que necesitamos es un plan de acción climática que además de estar de acuerdo
con lo que establece la ciencia, esto es la reducción de al menos un 70% las
emisiones de gases de efecto invernadero para 2050, comprenda que el cambio
climático no puede ser tratado desde la agenda ambiental sino como una política
estructural para el bienestar social.
Las prolongadas sequías, aluviones, pérdida de la masa
glaciar y cambios en los patrones de precipitación generan una serie de eventos
concatenados que la sectorialización no permite abordar. Sólo por poner un
ejemplo, la sequía produce pérdida de cosechas; las pérdidas en las cosechas
problemas socioeconómicos de los agricultores, descomposición de la estructura
social en el campo, aumento del precio de los alimentos, pérdida de la
capacidad adquisitiva en la ciudad, aumento de la pobreza urbana y ello mayores
índices de delincuencia. Lo que pasa en el campo tiene su reflejo en la ciudad
y vice versa.
Este año es clave; este año se necesitan todas las voces. Ya
es sabido que el cambio climático es una de las mayores preocupaciones de los
chilenos y que los costos de la inacción son mayores que los de emprender
acciones hoy; entonces, necesitamos ver que Chile se compromete a nivel
nacional, que toma en cuenta su potencial de energías renovables, que reflexiona sobre el desarrollo nacional
por sobre los indicadores macroeconómicos.
Necesitamos que cuando Chile haga oficial su plan de acción
climática (INDC, en inglés), podamos sentirnos realmente orgullosos. Hoy, poco
importa cuánto se contribuyó al fenómeno; hoy es tiempo de la coherencia
política, de la ética y del bien común. Hoy por todos y todas. * Karla Maass
Wolfenson es Editora para América Latina, Global Call for Climate Action;
Investigadora Asociada al Centro de Estudios Ambientales Transdiciplinarios –
CEAM – UACh; EarthAction Network Chile tomado de envio de red foroba
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