ESTE AÑO SE
INVERTIRÁN $ 1,6 EN PROGRAMAS AMBIENTALES EN LA ZONA De los
páramos "brota
el agua de la Pachamama"
En 7 años, Tungurahua logró proteger 32 mil hectáreas de
fuentes hídricas. Es un ejemplo de conservación. Además de planes de manejo, el
Fondo enseña a los campesinos a respetar la frontera agrícola. Foto: Roberto
Chávez / Los páramos, con sus plantas de hojas puntiagudas o pajonales de color
marrón, quizás son poco atractivos para quienes suben hacia la Sierra centro.
El frailejón, el tabacote morado o la salvia también florecen, pero solo
después de octubre o noviembre, cuando
llegan las lluvias. A pesar de su aspecto poco agradable visualmente, los
páramos son fundamentales en la dotación de agua en Ecuador. Por ejemplo, la cardopiñuela (Puya
goudotiana) almacena agua entre sus largas hojas color celeste pálido, siendo
vital para el ecosistema y una de las actividades más practicadas por el
hombre: la agricultura. No en vano la
preservación de los páramos se ha convertido en punto esencial de las
autoridades provinciales de Tungurahua. Con cerca de 530.000 habitantes, esta
provincia ha sido calificada como una de las más secas de la Sierra. Sus
manantiales, lagunas, humedales, ríos y demás fuentes de agua son escasos para
satisfacer la demanda de toda la población. De ahí que mantener el frágil
ecosistema de los páramos en la Sierra centro, más que un privilegio, es una
necesidad. En 2008 las autoridades emprendieron el reto: crearon el fideicomiso
Fondo de Páramos y Lucha contra la Pobreza. Esta unidad, parte del Parlamento
del Agua (uno de los 3 ejes de la Prefectura de Tungurahua), cuida con mayor
dedicación el bosque primario de Pilahuín, las reservas hídricas de
Quisapincha, las estribaciones del cerro Casahuala y el Parque Nacional
Llanganates. A través del Fondo se han generado los recursos necesarios para
proteger 32 mil hectáreas de fuentes hídricas, en 7 años. Según el Gobierno
Provincial, el requerimiento hídrico en los 9 cantones de Tungurahua es de
1.930 millones de metros cúbicos (m³) al año, lo que ampliamente rebasa la
oferta disponible de 1.156 m³/año. En comparación con Cotopaxi, Chimborazo y
Pastaza, el agua de Tungurahua es insuficiente. Esta es una provincia muy
productiva, pese a ser la segunda más pequeña de Ecuador, con 3.335 km² de
extensión, después de Bolívar. En sus cantones se desarrolla el turismo, la
ganadería y agricultura. Además se elaboran cada mes alrededor de 2,5 millones
de prendas de vestir, hay más de 80 fábricas de zapatos. Al momento, a la par
del Fondo, existen proyectos de riego tecnificado, como el plan de distribución
hídrica Chiquihurcu, del cual se obtienen 400 litros por segundo, destinados
para Ambato y Pelileo. Otro importante sistema es el ramal norte de Píllaro,
con el cual se benefician más de 3.100 agricultores en una superficie de 3.270
ha.
¿Cómo funciona el
Fondo? Óscar Rojas, secretario técnico de este departamento, explica las
instancias administrativas. “Está constituido por 4 áreas. La primera es la
Junta de Fideicomiso, encargada de proponer y aprobar las políticas y
estrategias ambientales; el Directorio, en donde se toman las decisiones
administrativas y técnicas; la Secretaría Técnica; y la Fiduciaria, que
representa legalmente al fideicomiso”. La estrategia de conservación ambiental
existe gracias al aporte voluntario de instituciones locales, nacionales y
extranjeras y por una iniciativa ancestral de grupos indígenas de la provincia.
Entre las que colaboran están el Gobierno Provincial, Empresa Municipal de Agua
Potable y Alcantarillado de Ambato (Emapa) y Celec-Unidad de Negocios
Hidroagoyán. Todos forman parte del directorio del Fondo de Páramos, el cual
está presidido por Fernando Naranjo, prefecto de Tungurahua. “Nuestros hermanos
indígenas han sido quienes han velado por la conservación del páramo, con una
clara visión de respeto y admiración por la naturaleza”, expresó Rojas. Entre
los organismos campesinos que integran el Fondo se destacan la Corporación de
Organizaciones Cristóbal Pajuña (COCP), la Corporación de Organizaciones
Campesinas de Pilahuín (Cocap), la Unión de Organizaciones del Pueblo Chibuleo
(Unopuch), la Unión de Asociaciones de Santa Rosa (UCIT), las Organizaciones de
Quisapincha (KIPU) y la Unión de Gremios del Noroccidental de Tungurahua
(Unocant). La contribución llega desde diversos puntos En
2008, el presupuesto inicial del Fondo de Páramos fue de $ 176 mil. Hoy,
gracias al aporte de instituciones involucradas, el patrimonio llega a cerca de $ 2’500.000. Gran parte de
los planes de conservación en Tungurahua tiene una proyección de 80 años, en su
primera fase. Los datos de la Secretaría Técnica del Fondo aseguran que antes
de finalizar 2015 se invertirán cerca de $ 1’680.000 en programas de
conservación. Del total $ 1’200.000 es un aporte directo de la Prefectura y lo
restante es de contribuciones de entidades y organizaciones extranjeras. Uno de
estos aportes extra proviene de la Unión Europea (UE), que desde el año pasado
mantiene un convenio con el Fondo para impulsar 3 planes de manejo de páramo en
2 sectores de Tungurahua. Esta organización sustenta con 610 mil euros los proyectos de cuidado de
cuencas hídricas en la parroquia Pasa y comunidad Chibuleo, ubicadas al sur de
Ambato, así como diversas iniciativas ambientales a cargo de la Unión de
Organizaciones Campesinas de Tungurahua (Unocant). Otros importantes planes de preservación
ambiental financiados por el Fondo están en Santa Rosa, Chibuleo,
Llangahua-Pucutahua, San Fernando, Pasa, Quisapincha, y territorios de la Unión
de Organizaciones Campesinas de Tungurahua (Unocant), entre otras. Tanta
organización en favor del medio ambiente despierta el optimismo en Fernando
Naranjo, prefecto de Tungurahua. “Los tungurahuenses nos caracterizamos por ser
muy emprendedores y por nuestro deber ambiental frente a la devastación de la
naturaleza”. Al Fondo se siguen sumando respaldos: la Unión de Organizaciones
Campesinas e Indígenas de Pasa (Uocaip), Federación Campesina de Patate
(Fecopa), parroquia Chiquicha de Pelileo, parroquia San José de Poaló de
Píllaro y el Frente Suroccidental de Tungurahua.
En los últimos años también se han integrado a esta
iniciativa Condesan, entidad comprometida a superar la pobreza y la exclusión
social de la región andina, y Nature Conservancy, organización internacional
sin fines de lucro dedicada a la conservación de la biodiversidad. En los
próximos 3 meses los municipios de Cevallos y Quero se unirán al Fondo de
Páramos. En promedio, en cada plan de manejo ambiental se invierten $ 60 mil
con dinero privado y un monto aproximado de $ 100 mil por parte de la
Prefectura. Manuel Ainaguano, expresidente del Movimiento Indígena Tungurahua
(MIT) y parte activa del Fondo, es otro habitante orgulloso de lo logrado.
“Nuestros padres nos enseñaron que cuidar los páramos es como cuidar a la madre
tierra. Del páramo brota el agua que nos regala la Pachamama, por ello, desde
épocas ancestrales, hemos evitado a toda costa que se desgasten e invadan estas
zonas. Y lo seguiremos haciendo”. Una mano amiga a la
agricultura “El ser
humano es parte de la naturaleza. Preservarla no implica expulsar al hombre de
su entorno, como tampoco el conseguir calidad de vida del mismo representa
agredir al medio ambiente”. Esa es la filosofía con la que trabaja el Fondo de
Páramos y que se puede leer en el informe anual de actividades. En virtud a
esto, la iniciativa ambiental fortalece las actividades económicas de quienes
viven cerca de las fuentes hídricas.
Entre ellas se puede mencionar el impulso a la agricultura
orgánica, reforzamiento del sistema de comercialización de productos de
consumo, riego tecnificado y apoyo a microemprendimientos.
Santiago Maliza, habitante de Pilahuín, parroquia rural de
Ambato, cuenta que una de las actividades que le han permitido desarrollar sus
cultivos ancestrales es la capacitación. “Los últimos 5 años, especialistas en
agricultura limpia, locales y extranjeros, nos han enseñado técnicas para no
traspasar la frontera agrícola y métodos de crianza y comercialización de
animales menores. Nuestro compromiso con el programa de cuidado de páramos
incluye una actividad pecuaria
responsable, que no perjudique a las especies”, dice el campesino. TOMADO DE EL TELEGRAFO DE ECUADOR
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