TODOS CONTRA LA EROSIÓN
El avance de la agricultura sobre tierras poco aptas de la
Región Pampeana agravó los procesos de degradación en los últimos 15 años. A
los efectos directos sobre el suelo ahora se suman otros indirectos como el
daño físico a los cultivos y la contaminación de aguas con sedimentos y
agroquímicos, entre otros poluentes.
Por: Pablo Roset En el marco del Año Internacional de los
Suelos, Celio Chagas, profesor Titular de la cátedra de Manejo y Conservación
de Suelos de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA), hace un llamado de
atención sobre el avance de los procesos de degradación de suelos, vinculados a
la agricultura continua en tierras de menor aptitud y a la variabilidad
climática. Al mismo tiempo, destaca graves problemas colaterales: en la Pampa
Arenosa, la erosión eólica en tierras anteriormente poco erosionadas y el daño
directo a los cultivos, y en la Pampa Ondulada, la llegada de sedimentos,
agroquímicos y otros elementos a los ríos, en aguas de escurrimiento. La
cátedra de Manejo y Conservación de Suelos está inserta en la carrera de
Agronomía y en la Licenciatura en Ciencias Ambientales dado que enseña e
investiga temas en común como la degradación de tierras. "Tanto los
agrónomos como los licenciados quieren producir sin dañar el ambiente. Por eso
es clave enseñarles los procesos de degradación del suelo, sus fundamentos y
cómo un uso inadecuado de la tierra afecta la productividad y el ambiente. Para
la FAO, la degradación se refiere a procesos en los que participa el ser humano.
En este sentido, dos factores actúan en conjunto: la fragilidad de la tierra y
el manejo poco racional. Tenemos como resultado, por ejemplo, la ocurrencia de
procesos de erosión hídrica en la Pampa Ondulada, y de erosión eólica en la
Pampa Arenosa", señaló Chagas.
Agua que escurre con
velocidad
En diálogo con Sobre La Tierra, Celio Chagas habló de los
estudios que su cátedra está realizando sobre las causas de la degradación en
la región. "Aprovechamos el campo de la FAUBA en San Pedro, que es representativo
de la Pampa Ondulada (sectores altos, intermedios, bajos y la orilla sobre el
Arroyo del Tala). Allí estudiamos desde hace años los procesos físicos de
degradación; en particular, erosión hídrica. En los últimos años detectamos,
usando imágenes satelitales, que en la cuenca hubo un cambio en el uso de la
tierra, en especial en algunos sectores del plano aluvial, donde hasta el
presente no se había hecho agricultura. Allí, el pastizal natural fue
reemplazado por cultivos, con rendimientos erráticos y con dificultades para el
tránsito de las máquinas cuando el suelo está húmedo". En este sentido, el
investigador le explicó a SLT los factores que favorecen la degradación y la
contaminación ambiental: "Si cae un aguacero de 80 milímetros en una hora y
el suelo puede absorber sólo 25, los restantes 55 milímetros van a producir
daños por más siembra directa que haya. Al moverse, el agua toma velocidad y
erosiona, además de llevar partículas ricas en nutrientes y en los agroquímicos
que le aportamos al suelo por nuestra forma de producir. En San Pedro medimos
la presencia de agroquímicos en el agua que escurre por la superficie del suelo
después de lluvias intensas simuladas experimentalmente. Los resultados son
claros: detectamos la presencia de glifosato y atrazina que se habían aplicado
en un lote de soja 6 meses antes. Creo que esto nos debe mover a pensar."
Polvo en el viento Entre
las actividades que la cátedra de Manejo viene realizando en la Pampa Arenosa
desde hace tiempo está el desarrollo de un proyecto de mejoramiento de suelos
en el partido de Daireaux, donde ya hay más de 80.000 hectáreas dentro del
plan. "Allí se realiza agricultura principalmente en suelos muy arenosos;
no marginales, pero sí frágiles. Por eso, el objetivo es concientizar a los
productores para conservar la materia orgánica a partir de rotaciones
especiales de cultivos en siembra directa. En suelos con poco contenido de
arcilla, la materia orgánica juega un rol fundamental en la estabilidad de los
agregados: mejora la retención de agua para los cultivos y aumenta la
resistencia a la erosión y a la compactación del suelo, entre otros
beneficios", nos contó el investigador. Un efecto no deseado del avance de
la agricultura sobre zonas con tierras muy frágiles, como Daireaux y más al
oeste, es que se están trabajando inclusive sobre algunas lomas de antiguos
cordones medanosos. Esto genera graves problemas de degradación, y así nos lo
comenta Celio: "Muchas veces se siembran cultivos anuales en las lomas
medanosas muy onduladas, reemplazando la cobertura de pastos. En particular, se
está perdiendo el pasto llorón, que coloniza muy bien este tipo de tierras,
resiste la sequía y aporta mucha materia orgánica. El problema es que una vez
eliminado es complicado implantarlo nuevamente". Además, estas lomas
sufren más intensamente la acción del viento: "Son muy secas, y las napas
freáticas están profundas. A diferencia de los terrenos aledaños, allí las
raíces del maíz o la soja no llegan fácilmente al agua, y en años de lluvias
escasas, cuando las napas están más profundas aun, los cultivos no prosperan
adecuadamente, dejando los suelos con escasa cobertura vegetal y a merced de
los procesos de erosión eólica. Al erosionarse, esos copetes también erosionan
las tierras a su alrededor. El viento impulsa partículas de suelo de un tamaño
intermedio (como arenas finas) que en su trayecto van golpeando la superficie de
la tierra; lo hacen una y otra vez, y con tanta energía que van rompiendo los
agregados de suelo. La consecuencia es sorprendente: estamos trasladando un
problema de un sitio muy frágil a tierras que no son tan fácilmente
erosionables. Por otra parte, las partículas que vuelan también lastiman a los
cultivos y estas lesiones son puertas abiertas para los patógenos. Un verdadero
problema".
Dos prácticas
alternativas
Si bien la construcción de terrazas es una práctica que
perdió algo de vigencia con la llegada de la siembra directa, Chagas no deja de
tenerla en cuenta en la lucha contra la erosión: "Es un complemento
interesante para la siembra directa ante el problema de erosión hídrica por
aguaceros intensos sobre suelos protegidos con poco rastrojo. Se hacen moviendo
suelo y creando pequeños terraplenes de 40 cm de alto y pocos metros de ancho.
Van intercaladas cada 50-70 metros, cortando la pendiente principal de un lote.
Las terrazas permitirían que los excesos de agua infiltren en el lugar o que
sean conducidos en forma no erosiva a un curso de agua".
Por otra parte, el investigador también resaltó las ventajas
de otra práctica alternativa y sencilla de hacer: la labranza en contorno.
"En siembra directa se puede sembrar siguiendo curvas de nivel (es decir,
líneas que tienen la misma altura con respecto a un punto de referencia). El
beneficio es que los cultivos sembrados de esta manera actúan como verdaderos
diques donde el agua de escurrimiento queda retenida. Pequeñas prácticas pueden
lograr grandes resultados".
"El suelo es un cuerpo vivo que nos permite producir
bienes y servicios. Tenemos que cuidarlo. Una vez que pierde sus propiedades,
como sucede con los procesos erosivos, es muy difícil recuperarlo. Bienvenido
este año del suelo, que sirve para llamar la atención de la sociedad que, en
definitiva, es el motor que logra los cambios. Nosotros, desde la FAUBA, lo que
hacemos es educar y concientizar para que se tomen cartas en el asunto",
concluyó Chagas.
Fuente: Prensa FAUBA TOMADO DE ENVIO DE PREGON AGROPECUARIO
DE AR
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