José Ingenieros, el ideal antiimperialista
El 31 de octubre de 1925 fallecía en Buenos Aires, el médico,
escritor, docente, filósofo y sociólogo ítalo-argentino, José Ingenieros, quien
se destacó por su influencia en los jóvenes que participaron de la Reforma
Universitaria de 1918 y fue uno de los fundadores del socialismo en Argentina,
aunque no participó activamente en la vida partidaria. El 31 de octubre de 1925
fallecía en Buenos Aires, José Ingenieros.El 31 de octubre de 1925 fallecía en
Buenos Aires, José Ingenieros.Nació el 24 de abril de 1877, luego de
cursar medicina, fue uno de los iniciadores de la sicología en el país, figura
clave, quizá la última gran figura del positivismo de la época. Entre sus
escritos destacan: su tesis doctoral, titulada “La simulación en la lucha por
la vida”, en la cual se ve claramente su adhesión a la corriente darwinista,
muy en boga en Argentina por aquellos años; “Psicología Genética” y “El Hombre Mediocre” en el que describía al
hombre moldeado por el medio, sin ideales ni individualidad, esta es su obra
más importante dentro de la psicología social.
Miembro del Partido Socialista, creado por Juan B. Justo, defendió la
idea de que la lucha de clases era una de las manifestaciones de la lucha por
la vida. El Hombre Mediocre según Ingenieros
El hombre mediocre no es capaz de utilizar su imaginación para forjar
ideales que le presenten un futuro por el cual pelear. Por lo qque se vuelva
sumiso a todo acto rutinario, a los prejuicios, a las domesticidades y así pasa
a formar parte de un rebaño o colectividad, cuyas acciones no son motivo de
cuestionamientos. El mediocre es dócil, manejable, ignorante, un ser
vegetativo, carente de personalidad, contrario a la perfección, solidario y
cómplice de los intereses creados que lo hacen borrego del rebaño social. Vive
según las conveniencias y no logra aprender a amar. En su vida acomodaticia se
vuelve vil y escéptico, cobarde. Los mediocres no son genios, ni héroes ni
santos.
Un hombre mediocre no
acepta ideas distintas a las que ya ha recibido por tradición (aquí se ve en
parte la idea positivista de la época, el hombre como receptor y continuador de
la herencia biológica), sin darse cuenta de que justamente las creencias son
relativas a quien las cree, pudiendo existir hombres con ideas totalmente
contrarias al mismo tiempo. A su vez, el hombre mediocre entra en una lucha
contra el idealismo por envidia, intenta opacar desesperadamente toda acción
noble, porque sabe que su existencia depende de que el idealista nunca sea
reconocido y de que no se ponga por encima de sí. "El mediocre no inventa nada, no crea,
no empuja, no rompe, no engendra; pero, en cambio, custodia celosamente la
armazón de automatismos y prejuicios y dogmas acumulados durante siglos,
defendiendo ese capital común contra la asechanza de los inadaptables."
afirma Ingenieros. TOMADO DE ARGENTINA.AR
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