Este 20 de junio se conmemora el Día Mundial del Refugiado
en un momento en que más de 50 millones de personas no tienen un sitio al que
pertenecer
Marylín Luis Grillo Bajo la bandera olímpica, diez atletas
refugiados competirán en la cita deportiva de Río de Janeiro. La mera
existencia, por primera vez, de un #teamrefugees (equipo refugiados, etiqueta
con la que se manifiesta en las redes sociales) representa la voluntad de
visibilizar y homenajear el talento, el sufrimiento y la lucha continua de
quienes lo han perdido todo o casi todo y que, sin ser ciudadanos de otro país,
no pueden regresar al suyo.
Dos nadadores sirios, dos judocas de la República
Democrática del Congo, un maratonista de Etiopía y cinco corredores de Sudán
del Sur, todos ellos entre los 18 y los 36 años de edad, representarán en estas
Olimpiadas no a su nación, pues han debido irse de allí, sino a los más de 50
millones de personas que comparten su condición en todo el mundo.
Según establece la Convención de Ginebra sobre el Estatuto
de los Refugiados, se considerará como tal a quien, «debido a fundados temores
de ser perseguido por motivos de raza, religión, nacionalidad, pertenencia a un
determinado grupo social u opiniones políticas, se encuentre fuera del país de
su nacionalidad y no pueda o, a causa de dichos temores, no quiera acogerse a
la protección de su país; o que careciendo de nacionalidad y hallándose, a
consecuencia de tales acontecimientos fuera del país donde antes tuviera su
residencia habitual, no pueda o, a causa de dichos temores no quiera regresar a
él».
Por ello no extraña que Rami Anis, de 25 años y competidor
de 100 metros mariposa, quien tuvo que dejar Siria y se refugia ahora en
Bélgica, asegure que «la natación es mi vida. La piscina es mi hogar». O que,
Anjelina Nadai Lohalith, corredora de 1 500 metros de 21 años, sursudanesa
acogida en Kenia, desee si gana algún premio «comprarle a su padre una casa
mejor».
Una jornada para quien lo ha perdido todo
Este lunes 20 de junio se celebra el decimoquinto Día
Mundial del Refugiado, luego que Naciones Unidas declarara esta fecha en el
2000, haciéndola coincidir así con el aniversario de la Convención sobre el
Estatuto de los Refugiados de 1951.
En su declaración, la ONU establecía a inicios del milenio:
«Cada minuto, ocho personas lo dejan todo para huir de la guerra, la
persecución o el terror y la mayoría tiene que elegir entre algo horrible o
algo aún peor»; pero la situación de hoy no deja un saldo positivo.
Se viven en estos momentos, 2015-2016, las mayores
proporciones de desplazados en tiempo de paz, con estadísticas nunca vistas
desde la Segunda Guerra Mundial.
De acuerdo con datos del Alto Comisionado de las Naciones
Unidas para los Refugiados (Acnur), existen en esta categoría desplazados de
todas las nacionalidades y en todos los países del mundo. Del total de personas
que fueron obligados a huir de su país sin posibilidad de retorno en 2015 —casi
20 millones—, alrededor de la mitad eran menores de edad, cerca de diez
millones eran mujeres y más del 50 por ciento se encuentra en tan solo siete
países de acogidas.
Las cifras hablan de una crisis de refugiados que implica
mucho más que la inestabilidad de un país que no puede darle protección a sus
habitantes: se trata de un complejo proceso en el que se ven afectadas las
naciones de salida, las de acogida e incluso las de tránsito, mucho más cuando
los principales flujos se producen desde países del Sur hacia países del Sur.
De esta forma, Palestina, Siria y Afganistán son los Estados
que emiten mayor número de refugiados, en tanto Pakistán, Jordania, Etiopía,
Irán, Turquía, Sudán, Argelia, Ecuador y Líbano sobresalen por ser los que más
albergan, en especial este último, donde se calcula que uno de cada cinco
habitantes es refugiado.
Una panorámica general al mapa de desplazados permite
comprender que las peores situaciones de acogida se concentran en Asia, Medio
Oriente y África, aunque muchas veces solo se visibilicen —o se visibilice
mucho mejor— el escenario europeo.
La existencia de estas crisis, más que invisibles,
«invisibilizadas» ante la opinión pública mundial, como las de Chad o Nigeria,
supone también la carencia de oportunidades para recaudar recursos necesarios a
la hora de hacerle frente a la llegada masiva de personas sin bienes y con muy
escasas posibilidades de sustentarse y en ocasiones hasta de subsistir.
Es entonces cuando la llamada a reconocer estas y otras
complejidades se hacen aun más necesarias, en un mundo donde la intolerancia,
la xenofobia y las incomprensiones crecen a la par de políticas ineficientes
para hacerle frente a una crisis en la que se ven involucrados gran cantidad de
niños, niñas y adolescentes, expuesto a riesgos y limitados de un crecimiento
sano y feliz.
Una cuestión de humanidad
La compleja situación internacional arroja serios desafíos a
la población mundial. Al respecto, el oficial asistente de Protección del Acnur
en Cuba, Alberto Aragón, en el Panel «Población, desarrollo, migraciones y
refugiados», que se celebró en La Habana este 17 de junio, destacó el cierre de
opciones legales para los desplazados y refugiados, y el consecuente incremento
de prácticas como el tráfico y la trata humana.
El comercio —inhumano— de personas se ha convertido
actualmente en el tercer negocio más lucrativo para quienes lo practican, solo
antecedido por el de armas y el de las drogas; situación que en el contexto de
los refugiados es aun más conflictiva, toda vez que se trata de seres humanos
que han debido huir sin poseer grandes recursos para «costear» su viaje a un
lugar, supuestamente, mejor.
Se le suman también las condiciones riesgosas que deben
atravesar no solo en el país de origen, sino en el recorrido: rutas «célebres»,
al tiempo que tristes, como el Mediterráneo, América Central, el Sahara o las
montañas de Asia.
Pero la recogida no siempre es mejor. Ante el crecimiento
exponencial del número de refugiados se evidencia la falta de garantías
legales, así como la violación del principio de la no devolución que recoge el
Derecho Internacional.
Las complejidades económicas, sociales, infraestructurales y
hasta culturales que traen para las naciones que acogen a los refugiados no
pueden ser justificaciones para la falta de solidaridad ni para políticas de
expatriación y devolución que los exponen a más y mayores peligros; después de
todo es una cuestión de humanidad ayudar a quienes han perdido los medios de
vida.
«No siempre se ha ofrecido la asistencia precisa en el
momento necesario para detrimento de los refugiados y las comunidades de
acogida, al tiempo que se verifica la insuficiente cooperación», concluyó
Aragón.
Juntos #conlosrefugiados
«En un mundo donde la violencia obliga a cientos de familias
a huir cada día, la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados
actualmente cree que ahora es el momento para mostrar a los líderes mundiales
que el público global está aliado con los refugiados», clama Naciones Unidas en
su página web.
Como parte de este llamado, se realizará este 20 de junio la
petición #ConLosRefugiados, en la que se le enviará un mensaje desde todas
partes del mundo a los gobiernos para que trabajen juntos en la solución de la
crisis de desplazados.
La petición será entregada en la sede de la ONU en Nueva
York en ocasión de la sesión de la Asamblea General del 19 de septiembre y en
ella se solicitará que se garantice que: todos los niños refugiados tengan
acceso a la educación, todas las familias refugiadas tengan un lugar seguro
donde vivir, todos los refugiados puedan trabajar o formarse para adquirir
nuevas competencias y así poder contribuir positivamente a sus comunidades.
Es la voz de un planeta que comprende que cada refugiado es
un semejante que vive sin nación, en doble trance de desarraigo, y que cada
persona que se une a la petición puede contribuir a hacer la diferencia para
que en próximas Olimpiadas no haya un teamrefugees, porque cada quien tendrá un
sitio al que pertenecer. TOMADO DE JUVENTUD REBELDE DE CUBA
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