Escrito por Orlando
Milesi en La Mano del Moto
Chile está próximo a agotar su modelo económico basado en la
explotación de recursos naturales con una base energética centrada en
hidrocarburos, y deberá tomar medidas urgentes para alcanzar su meta de reducir
sus emisiones contaminantes en 30 por ciento para el año 2030, alertó una nueva
evaluación ambiental.
Mauricio Pereira, investigador de la División de Desarrollo
Sostenible y Asentamientos Humanos de la Comisión Económica para América Latina
y el Caribe (Cepal), cree que “Chile ha hecho grandes avances en términos de institucionalidad
ambiental”.
“Se creó el Ministerio del Medio Ambiente, el servicio de
evaluación de impacto ambiental y el Consejo de Ministros para la
Sustentabilidad”, integrado por 10 ministerios, dijo el especialista a IPS.
Sin embargo, agregó, “falta que la creación de estas
instituciones se vea reflejada en la implementación de medidas más rigurosas con el fin de mitigar
todos los efectos al medio ambiente”.
Pereira es uno de los participantes en la elaboración de la
segunda Evaluación de Desempeño Ambiental (EDA) de Chile, presentado el 21 de
julio en la sede de la Cepal en Santiago, donde se recomienda que este país sudamericano debe aprovechar su alto
potencial de energías renovables no convencionales para descarbonizar su modelo
económico.
Según el especialista,
el crecimiento chileno “está enfocado principalmente en función de la
extracción, explotación y la exportación
de recursos naturales, y eso genera diversas presiones sobre el medio ambiente,
sobre el aire, sobre el agua”.
El informe, realizado por la Cepal y la Organización para la
Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), contiene 54 recomendaciones para
fomentar una economía más verde y mejorar la gobernanza ambiental, con énfasis
en las políticas relativas al cambio climático, la diversidad biológica y los
recursos hídricos, entre otros.
“Chile es una potencia económica de América Latina, y la
pregunta de los próximos 25 años es si podrá mantener ese crecimiento
protegiendo al mismo tiempo su base de activos ambientales”, declaró durante la
presentación el director de Medio Ambiente de la OCDE, Simon Upton.
Dentro del Acuerdo de París para contener el incremento de
la temperatura del planeta, alcanzado en diciembre de 2015, Chile se
comprometió a reducir para 2030 sus emisiones de gases de efecto invernadero
(GEI) en 30 por ciento con respecto al nivel alcanzado en 2007, como parte de
su contribución nacional determinada para el objetivo mundial.
Esa meta podría elevarse a una disminución entre 35 y 45 por
ciento, en el caso de obtener aportes monetarios internacionales para lograrlo.
“Hay quienes consideran que nuestro compromiso es
insuficiente, pero es a lo que nos podemos comprometer hoy, entendiendo la
situación económica en la que se encuentra el país y el mundo. Se trata de un
compromiso serio y responsable. Y obviamente, si la situación económica mejora,
nos pondremos luego metas más ambiciosas”, dijo la presidenta Michelle Bachelet
a IPS, en una entrevista en diciembre de 2015.
La contribución chilena posee un plan de adaptación que
incluye, entre otros, la reforestación de más de 100.000 hectáreas de bosque
nativo y un programa de eficiencia energética.
Para avanzar en su objetivo, el gobierno de Bachelet
estableció en diciembre de 2015 una Política Energética, en la que se estima viable que en el año
2050, 70 por ciento de la generación de energía en Chile provenga de fuentes
renovables.
Actualmente, de los 19.725,72 megavatios de potencia
instalada que posee Chile, 58,4 por
ciento provienen de generación de diésel, carbón y gas natural, mientras que el
resto corresponde a energías renovables que incluyen, en su gran mayoría, a la
mega hidroelectricidad.
Solo 13,5 por ciento del total corresponde a energías
renovables no convencionales como eólica (4,57 por ciento), solar fotovoltaica
(3,79 por ciento), mini hidroeléctricas (2,8 por ciento) y biomasa (2,34 por
ciento).
“En el campo de la energía
eléctrica, hay un cambio
provocado por la sociedad civil que quería provocar un giro hacia las energías
renovables no convencionales”, analizó para IPS el ecólogo Juan Pablo Orrego.
“Está floreciendo en Chile por fin la energía solar y la
eólica, el problema es que si seguimos persiguiendo la fase de productividad
primaria, las renovables no convencionales pueden pasar a ser nuestra próxima
pesadilla. Se debe manejar el lado de la demanda de la energía eléctrica, cómo
disminuir la demanda y el consume”, opinó.
En esa línea el ministro de Medio Ambiente, Pablo Badenier,
recordó a IPS hace unos meses que “setenta por ciento de las emisiones de gases
efecto invernadero en Chile, proviene del sector energético”.
“Por lo tanto, son los compromisos en energía los que nos
permitirán llegar al compromiso de reducción del 30 por ciento de las emisiones
al 2030”, adujo.
Chile es un responsable menor en las emisiones planetarias
de GEI, con solo 0,2 por ciento. Pero
entre 2000 y 2010 esas emisiones
aumentaron 23 por ciento, cifra que
supera al promedio de los miembros de la OCDE, que agrupa a 34 países con
grandes economías, entre ellos Chile y México por América Latina.
Además, se destaca,
Chile sigue registrando altos niveles de contaminación atmosférica,
especialmente en Santiago, con impactos negativos para la salud de la
población.
Debido a esto, el segundo EDA recomienda a Chile aumentar
las tasas tributarias al diesel y a la gasolina o aumentar el impuesto a las
emisiones de carbono que sean producidas por establecimientos cuyas fuentes
fijas sumen una potencia térmica mayor o igual a 50 megavatios, explicó
Pereira.
Adicionalmente, los vehículos motorizados nuevos, livianos y
medianos, deberían pagar un impuesto relacionado con las emisiones de óxidos de
nitrógeno.
El informe también se insta a “aumentar el grado de
fiscalización y a tener más información a disposición de la comunidad, es
decir, a implementar la democracia ambiental”, añadió el experto.
Para Orrego, ganador del Premio Nobel Alternativo (1998) que
otorga la Fundación Right Livelihooden,
“Chile parece una vitrina de casi todos los problemas socioambientales
que están aquejando a la humanidad entera”.
“Podría verse como un país de sacrificio con la gente que
respira aire cargado de metales pesados y con gran contaminación, por ejemplo”,
afirmó.
“Hay un problema estructural
para un desarrollo genuinamente sustentable en lo social y en lo
ecológico”, analizó.
A su juicio, “ese problema es un modelo que está basado en
una fase destructiva primaria con mega minería, pesca industrial y de arrastre
y plantaciones de pino y eucalipto que son especies exóticas de crecimiento
rápido que han provocado un desastre social y ambiental”.
Con todo, un gran desafío para Chile se centra ahora en la
caída del precio del cobre, la principal riqueza del país, que impulsó, por
ejemplo, la mayor parte de la inversión en energías limpias en la última
década.
En este escenario, como una forma de acelerar la inversión
privada en el contexto económico adverso, la Comisión Asesora Presidencial para
la reforma del Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental, entregó el 25 de
julio un documento con 25 propuestas para modificar ese cuestionado sistema.
La idea del gobierno es revisar y optimizar instrumentos,
normativas e instituciones con el fin no sólo de facilitar la inversión, sino
también de entregar una señal de mayor transparencia y participación ciudadana.
TOMADO DE EL PAIS SUGERIDO EN ENVIO DE BOLETIN GAL DE CHILE
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