Especie de caracol, Aplysica californcia, en la cual se
pasaron recuerdos de un individuo a otro. Foto
NOAA
¿Qué tal pasarle un recuerdo mío a otra persona, o al revés?
Lo que parece utopía es posible.
En un artículo en eNeuro, científicos reportaron la
transferencia de un recuerdo de un caracol a otro vía el ARN. Si se confirma en
otras especies, podría llevar a un cambio en el pensamiento de los
investigadores sobre cómo se forman las memorias, no pegadas en conexiones
nervio-célula, sino que pueden ser estimuladas por cambios epigenéticos inducidos
(factores que juegan un papel en la genética).
“El estudio sugiere que las poblaciones de ARN son el
vínculo perdido en la búsqueda de la memoria”, en palabras de Bridget Queenan,
de la Universidad de California, quien no participó en el avance, citado por
The Scientist.
“Si el ARN neuronal en circulación puede transferir estados
comportamentales y tendencias, orquestando un sentimiento transitorio y un
recuerdo más permanente, sugiere que la memoria humana, como su estado de ánimo
se explicará solo con explorar la relación entre cuerpos y cerebros”.
Durante décadas, investigadores intentaron descubrir cómo,
cuándo y dónde se forman los recuerdos. En los años 40, el psicólogo canadiense
Donald Hebb propuso que se forman en las conexiones entre neuronas, las
sinapsis, y almacenados cuando estas se hacen más fuertes y abundantes. En los
60, se sugirió que el ARN podía tener un rol según resultados de experimentos
que no pudieron ser replicados.
David Glanzman, de la Universidad de California en Los Ángeles,
comenzó hace años con sus colegas a replicar estudios sobre borrado de
recuerdos en ratones, en unos caracoles (Aplysia californica). Encontraron que
las sinapsis del caracol formadas para almacenar un recuerdo no eran
necesariamente las que eran removidas de los circuitos neuronales en los
experimentos de borrado de recuerdos.
“Era arbitrario cuáles conexiones eran borradas. Eso sugería que tal
vez el recuerdo no era almacenado allí sino en otro sitio”.
Por eso se enfocaron en el ARN porque esas señales iniciales
relacionadas con la memoria y porque experimentos sugerían que los recuerdos
duraderos no se almacenaban en la sinapsis.
Los caracoles tienen grupos de neuronas, ganglios, y no
cerebros. Su sistema nervioso, como el de los moluscos, tiene unas 20.000
neuronas y sus células son grandes y fáciles de identificar. Así, a caracoles
sometidos a estrés les extrajeron neuronas abdominales y luego de un proceso
las inyectaron en los cuellos de caracoles que nunca habían recibido ese
estímulo estresante se
comportaron como que sí.
POR RAMIRO VELÁSQUEZ GÓMEZ | TOMADO DE EL COLOMBIANO
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