¿Cómo puede ser que presidentes del Banco Central, con
visiones económicas tan diferentes, como Alejandro Vanoli y Federico
Sturzenegger, hayan vendido dólares en el mercado futuro de cambios, en 2015 y
2018, respectivamente? ¿Cómo puede ser que ministros de economía de la Nación,
tan distantes en el plano doctrinario, como Federico Pinedo en 1962 y Celestino
Rodrigo en 1975, hayan comenzado sus respectivas gestiones aumentando
fuertemente el precio de los combustibles?
Al respecto consulté al alemán Wilhelm Lautenbach
(1891-1948), quien era considerado el economista más competente, dentro de la
tradición de Friedrich List. Según Hartmut Cramer, por el carácter excepcional
de sus ideas y su personalidad, se convirtió en el depositario del conocimiento
de economía política y la conciencia de la república de Weimar; y según Helga
Zepp La Rouche, en Alemania en 1930 integró un círculo denominado de
"reformadores", profesores, banqueros, industriales, funcionarios
públicos, quienes tenían diferentes opiniones pero, contrarios al dogma
librecambista, todos sostenían que había que lidiar con la depresión económica
con otras herramientas.
-¿Qué pasó en la noche del 16 de septiembre de 1931, en
el edificio del Reichsbank?
La Sociedad List celebró una reunión secreta, donde delante
de 30 líderes de la industria y la banca, hablé de "Las posibilidades de
reactivar la economía, por medio de la inversión y la expansión del
crédito". Según Cramer, mi argumentación fue científicamente brillante,
convincentemente clara y bien polémica; y diferencié entre las calamidades
generadas por la naturaleza, y las generadas por el hombre.
-¿Qué propuso esa noche?
-Realizar grandes obras de infraestructura, principalmente
en el sector transporte, financiadas descontando documentos en los bancos.
Dichos documentos serían transformados en letras de tesorería. Estas obras
inducirían una segunda ola de inversiones privadas. Indiqué que si no hacíamos
esto la economía continuaría deteriorándose, y el crédito debería orientarse a
pagar seguros de desocupación. Naturalmente que no era el único que entonces
formulaba este tipo de recomendaciones.
-¿Cómo le fue?
-No pudimos convencer a las autoridades de entonces. No me
atrevo a afirmar que por esto Adolf Hitler llegó al poder, pero nadie me quita
de la cabeza que deberíamos haberlo intentado.
-En la Argentina funcionarios encargados de la economía,
con orientaciones económicas diferentes, utilizaron herramientas de política
económica similares. ¿Cómo se explica esto?
-Porque en la política económica práctica, las
circunstancias explican la realidad mucho más que la ideología. Particularmente
en la Argentina.
-¿Por qué dice esto?
-Porque en su país, más que en muchos otros, la política
económica con frecuencia tiene que transitar por el estrecho desfiladero que
existe entre la herencia recibida y la demanda por la súbita e indolora
solución de los problemas. Ni Pinedo ni Rodrigo podían darse el lujo de esperar
los frutos de una "reforma impositiva integral", sino que
-imposibilitados de cubrir el agujero fiscal con préstamos externos- no
tuvieron más remedio que utilizar herramientas de efecto inmediato.
-¿Esto también explica que la Argentina vuelva a pedirle
fondos al FMI?
-Muy probablemente. La historia enseña que rara vez un
gobierno adopta una decisión de esta naturaleza, simplemente porque el
presidente del país se levanta con dolor de muelas. Que el gobierno no se haya
molestado en explicar los motivos, o que estos no resulten plausibles, no
significa que no los hubiera. Pero esto es historia: ustedes ahora se tienen
que prepararse para la negociación.
-¿Qué quiere decir con esto?
-Los argentinos se la pasan sorprendiendo al mundo por la
creatividad y la capacidad de reacción que tienen. Pero suponen que el resto
del mundo funciona como ustedes, y esto no siempre es así. La Argentina no
negocia con el FMI, sino que funcionarios de su país negocian con burócratas
del organismo primero, y luego con el directorio del Fondo. Aquí la historia
pesa: la Argentina siempre le pagó al Fondo, pero no siempre cumplió con los
compromisos pactados, por lo que cabe esperar que los funcionarios que los
visiten sean más exigentes que cuando negocian con otros países.
-¿Y?
-No se confíen en los apoyos y las felicitaciones que
reciben de los presidentes de los otros países, y sobre todo no crean que
gestos como estos pueden sustituir un planteo de política económica
técnicamente sólido, que tiene que superar tres instancias: la de la misión que
visitará la Argentina, la de la directora gerente y finalmente la del
directorio del FMI. De los 189 países miembros de Fondo, 35 tienen hoy alguna
suerte de programa; ¿en el nombre de qué pueden ustedes recibir un tratamiento
preferencial?
-¿Nos pueden llegar a negar el préstamo?
-Difícil, pero veremos qué compromisos ustedes tendrán que
asumir, cuántos fondos estarán disponibles y en qué fechas. El Fondo no
comienza la negociación pidiendo sino escuchando, pero por eso el planteo del
gobierno argentino tiene que ser técnicamente sólido.
-Don Wilhelm, muchas gracias.
Por: Juan Carlos
de Pablo
TOMADO DE LA NACION DE AR
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