LA POBREZA QUE SE
SUPO CONSEGUIR
Por Daniel Muchnik
Nota publicada en infobae.com
La pobreza en la Argentina escaló al 33,6% y afecta a 13
millones y medio de personas sobre una población total que supera los 44
millones de habitantes. En el conurbano ronda en torno del 43%. Entre 2017 y
2018, en apenas 12 meses ingresaron 2 millones de nuevos carenciados a la
población debilitada por la inflación extenuante, el desempleo y el atraso en
los salarios.
Habrá gente que lo querrá negar, pero el Observatorio de la
Deuda Social, dependiente de la Universidad Católica Argentina, a cargo del
investigador Agustín Salvia nunca dio una cifra, tras sondeos en profundidad,
que desmienta a la realidad.
Paralelamente, el Indec daba cifras provocadoramente
mentirosas y Guillermo Moreno, que estaba a cargo desde sus funciones de
Secretario de Comercio, se pavoneaba pregonando que lo que el Indec decía era
santa palabra.
El Gobierno de Mauricio Macri ha admitido la suba de los
pobres pero dijeron que están a la espera de los datos del Indec, dirigido por
el respetado economista Jorge Todesca. ¿Fue una respuesta inteligente frente a
las estadísticas de un valorado Observatorio que se ocupa de describir los
movimientos sísmicos en la sociedad?
Este sólo dato muestra una administración que viene
fracasando y busca paliativos con subsidios, al estilo del gobierno anterior.
La ayuda del Estado no ha modificado el estado precario de las cosas.
Las cifras son apabullantes. Salvia aclaró que su trabajo no
tiene un sesgo partidario y el Papa, a quien se los acusa de divulgar estas
estadísticas, no tiene nada que ver. Para Salvia, del 2010 en adelante conforma
una década perdida en la recuperación de los distintos estratos sociales.
Señaló: “El actual es un modelo económico desequilibrado, que no se modifica
aunque lluevan inversiones”. Por supuesto que los inversores están esperando al
resultado de las elecciones en 2019, pero aun así, aunque el populismo sea
derrotado, demorarán un tiempo.
¿Qué segmentos de la población descendieron más? Entraron en
la pobreza bolsones importantes de clase media baja y otros tantos de la clase
media no profesional, sin títulos especializados. El resultado es muy parecido
al del año 2016, en pleno kirchnerismo. La pobreza había embolsado al 50% de la
población en los desbordes financieros y económicos del 2001/2002.
El Observatorio también puso el semáforo en rojo frente al
incremento de la inseguridad alimentaria (familias que pasan hambre o comen una
sola vez al día) arrastrando en ello el 20% de los ciudadanos cuando el año
pasado oscilaba en el 15%.
En el medio de esta tormenta el Gobierno ha puesto sobre el
tapete, habida cuenta del apriete del Fondo Monetario y la impericia de algunos
funcionarios, la polémica en torno de la seguridad, al uso de las armas por las
fuerzas de seguridad y al contenido de la inminente reforma del Código Penal.
Pero, por sobre todas las cosas, el Gobierno ya ingresó en la campaña
electoral.
Marcos Peña, Jefe del Gabinete, y sus asesores, no tienen
todavía en cuenta las cifras del Observatorio de la Deuda Social pero prevén,
con su persistente optimismo, que Cambiemos o el Pro o cualquier alianza
ampliada donde el Pro lleve la batuta, dispondrá del apoyo de un tercio de los
votantes, más allá de las “dificultades económicas”. Esa seguridad puede ser
puesta en duda. Por supuesto: todo va a depender de las circunstancias en el
tiempo de las elecciones.
El peronismo disgregado no ha podido gestar un líder o un
candidato firme que pueda hacer frente a la maquinaria oficialista. Se verá
entonces, qué chances tiene el electorado, si seguir por un camino o cambiarlo
por otro. Es probable que nadie lo haga con los ojos cerrados.
La campaña por la reelección tiene un ánimo superador y pone
a la reunión del G20 como ejemplo. Consideran, seguramente exagerando su
narcisismo, que Cambiemos representa lo que la gente quería y ha efectuado
cambios profundos que importantes sectores no tienen en cuenta.
El Gobierno no ha podido responder a los reclamos urgentes
de atención que se formularon desde distintas áreas de la actividad económica.
Conviene repasar las serias dificultades que enfrenta en estos momentos y que
se trasladan por lo menos al primer semestre del 2019.
El uso de la capacidad industrial instalada descendió un
65%. La estigmatizada recesión con inflación se tradujo en que las áreas más
golpeadas de la producción fueron las metálicas básicas, el papel y cartón, los
minerales no metálicos, los productos y las sustancias químicas, alimentos y
bebidas, la edición e impresión, los productos del caucho y plástico, los
productos textiles y la industria automotriz.
En síntesis, el cuarto año de Macri se inicia con casi la
totalidad de los indicadores en descenso abrupto. Los mismos supermercados
gigantes están en emergencia.
Es decir: la campaña electoral que ya comenzó sólo podrá
llegar a buen término con realizaciones y no con promesas. Una faena delicada
dado el encierro en el duro programa del FMI al que está sumido el Gobierno de
Mauricio Macri.// TOMADO DE EL LITORAL DE CTES AR
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