Una demostración de un sistema de la presa de las Tres Gargantas para prevenir las inundaciones.AFP
En apenas una semana, el centro de China ha pasado de la sequía más absoluta a inundaciones totales.
Un clima esquizofrénico que tiene al país desconcertado y que ha dejado en la ruina a decenas de miles de agricultores, pescadores y ganaderos que viven a orillas del Yangtsé, el río más largo de Asia, que recorre China como si fuera su médula espinal y aporta agua y alimento en abundancia para abastecer a gran parte del país.
Las profecías hechas en 2003 por la ecologista Ping Xie, de la Universidad de Wuhan, se están haciendo realidad ocho años después. Ping denunció que la presa reducía el caudal del Yangtsé y provocaba la fragmentación de cientos de lagos y afluentes, lo que dificultaba la subsistencia de los peces y plantas acuíferas. También aceleraba, a su juicio, la desertización de las regiones más fértiles de China. Antes de las lluvias, los lagos Poyang y Dongting, los más grandes del país, estaban a un 20% de su volumen normal, y el riesgo de que se sequen completamente en los próximos años es elevado.
Al mismo tiempo, varias especies de animales y plantas corren peligro de extinción. "A corto plazo, seguiremos viendo a los animales habituales en su entorno, pero a largo plazo sólo podremos verlos desaparecer", advirtió Ping, en referencia a que el proyecto está alterando los patrones de reproducción de peces y aves.
El futuro no invita a la esperanza: según fuentes oficiales, la presa ha reducido a la mitad el caudal del Yangtsé, un río vital en el equilibrio de China, donde se produce el 65,7% de todo el arroz que se consume en el país y buena parte de las reservas de pescado de agua dulce.
enviada por Susana Tibaldi
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