Investigadores brasileños desarrollan plástico solar
Por Alice Marcondes
Mediante una técnica ya descubierta, las células orgánicas
solares, pero gracias a su propia fórmula secreta, científicos brasileños
crearon paneles plásticos fotovoltaicos.
PORTO ALEGRE, (Tierramérica).- Investigadores brasileños
desarrollaron unos paneles plásticos capaces de generar electricidad de la luz
del sol. El hallazgo es parte de una tendencia al alza en este país: el
desarrollo y la inversión en tecnologías verdes.
El plástico es fino y maleable, con apariencia muy común,
pero se trata de un panel de generación de energía fotovoltaica. El material,
que en nada se parece a las pesadas y costosas placas de silicio que nos
imaginamos al pensar en esta fuente de electricidad, fue creado por científicos
del CSEM Brasil, instituto con sede en el sudoriental estado de Minas Gerais.
Compuesto de polímeros comunes a los que se incorporaron
células fotovoltaicas orgánicas, este material es transparente, con pequeñas
franjas en las que están impresos los polímeros orgánicos en base a carbono.
La tecnología para producir estas células ya se conocía en
Europa y Estados Unidos, y ahora también se domina en Brasil.
El "plástico solar" puede representar, dicen sus
inventores, una pequeña revolución en la forma de generar energía limpia a
partir del sol.
"Si bien la capacidad de generación es bastante
parecida, por su pequeño tamaño puede tener usos casi imposibles para las
placas de silicio", explicó a Tierramérica el presidente de CSEM Brasil,
Tiago Maranhão Alves, un ingeniero físico que participó directamente en las
investigaciones.
Esta técnica se puede emplear para hacer funcionar los
componentes eléctricos de los automóviles, en dispositivos electrónicos como
teléfonos celulares, ratones de computadora y teclados inalámbricos.
Pero los brasileños están concentrados en obtener paneles
solares, que pueden revestir superficies más o menos extensas, como ventanas.
"Un panel con una superficie de dos o tres metros cuadrados puede ser
suficiente para generar la energía de una casa en la que viva una familia de
cuatro personas", subrayó Alves.
"Como la relación costo-beneficio es buena, puede ser
una opción para llevar energía a áreas remotas que no tienen servicio
eléctrico. En Brasil (con más de 192 millones de habitantes) hay cerca de un
millón de lugares en esas condiciones", añadió.
La facilidad del transporte es su principal ventaja ante las
placas de silicio. "Como es sencillo transportarlas, los costos logísticos
son bajos. Además, la persona puede cargar con ella cuando se muda de
casa", apuntó.
El plástico se puede usar asimismo para revestir predios y
recintos como aeropuertos o estadios deportivos, evitando la necesidad de
reservar un área para instalar los paneles solares.
Para alcanzar la fórmula que tiene el material brasileño se
invirtieron 10 millones de dólares y se prevé que la inversión se duplique en
el próximo año. "Vamos a estudiar ahora la mejor forma para darle escala
al producto. En el estadio actual ya es posible comercializarlo, pero el precio
se debe analizar caso por caso", indicó Alves.
Los recursos invertidos, que posibilitaron también la
creación de CSEM Brasil, proceden de una sociedad entre la administradora de
inversiones FIR Capital y el Centre Suisse d'Electronique et de Microtechnique.
Además, el proyecto obtuvo apoyo de la Fundación de Fomento
a la Investigación del Estado de Minas Gerais (Fapemig, por sus siglas
portuguesas).
El método se mantiene todavía en reserva, pues está sujeto a
secreto comercial. "Este es un mercado de miles de millones de dólares, y
muchos centros están detrás de esta tecnología", argumentó el ingeniero.
El anuncio de los investigadores de Minas hace parte de una
tendencia creciente en Brasil: las inversiones en tecnologías limpias.
La Financiadora de Estudios y Proyectos (Finep), empresa
estatal vinculada al Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, puso a
andar el año pasado el Programa Brasil Sustentable, que va a distribuir unos 10
millones de dólares en líneas de crédito para iniciativas que consideren la
preservación de los recursos naturales.
Según la Finep, el programa responde a una demanda percibida
por la institución, que en los últimos ocho años destinó 2,3 millones de
dólares a 480 proyectos con alguna característica verde, 25 por ciento de ellos
concebidos para generar energías limpias.
Para el profesor y doctor en administración de empresas
André Pereira de Carvalho, el aumento de recursos en este tipo de investigación
obedece a que tanto los fondos privados de inversión como las instituciones
públicas perciben que esta es un área lucrativa.
"Estas organizaciones evalúan principalmente que el
producto sea bueno, que tenga una fórmula difícil de copiar y que posea
potencial para producirse a gran escala. Eso vale para cualquier inversión, sea
una empresa de tecnologías de la información o de tecnologías verdes",
dijo a Tierramérica el profesor Carvalho, que ha coordinado estudios sobre
innovación para la sostenibilidad.
Pero, si se lo compara con Estados Unidos, Japón o Alemania,
Brasil está en pañales en materia de negocios verdes, aunque promete aprender a
caminar a gran velocidad.
"Hace algunos años el emprendedor que quería invertir
en este sector hallaba muchas más dificultades. Hoy existe todavía la
desconfianza de mirarlo como un mercado más costoso y de nicho, pero ya es más
sencillo obtener financiación", subrayó.
Enviado por dr Acevedo Miño Antonio
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