“PROHIBIDO
OLVIDAR”
“Memoria y
olvido son como la vida y la muerte. Vivir es recordar y recordar es vivir.
Morir es olvidar y olvidar es morir.” Samuel Butler
A una década de la mayor calamidad sufrida por la ciudad de
Santa Fe, es necesario evocar lo ocurrido, no para alimentar odios, rencores o
venganzas, sino como medio para la toma de conciencia, de darse cuenta, de
saber, en definitiva como actitud de vida y proyección hacia el futuro.
Abril de 2003 fue mucho más que el desborde del río Salado;
fue un antes y un después en la vida de miles de santafesinos, que vieron que
como consecuencia de la imprevisión e irresponsabilidad de los que debían velar
por su seguridad, se le escurrieron de las manos: sueños, afectos, seres
queridos, historias e ilusiones compartidas.
Fue también, una década de consolidación de impunidad,
silencios, complicidades y olvidos interesados, por parte de quienes debían dar
respuestas a las angustias de tantos.
10 años no son nada en el devenir de los pueblos, pero son
un montón, para aquellos que hemos padecido tantos dolores, sin siquiera ver
una condena ejemplar de parte de quienes debían impartir justicia.
Justicia, que hoy pareciera reaccionar, pero que también
estuvo anegada por una trama de lealtades y una lentitud exasperante, pero de
muy pobre valor desde el punto de vista de la equidad.
Frente al papel, me siento impotente para describir, en unas
pocas líneas, los gritos ahogados, las frustraciones, los dolores del alma que
no curan y la sinrazón de los hechos.
Quizás, los recuerdos capten en su mayor significado y
dimensión el desastre y revelen, lo que mis palabras no pueden, dejando como
testimonios sensibles, lo cotidiano y querido transformado en basura, los
sueños interrumpidos, los desgarros sin cicatrizar y la angustia ante lo
inexplicable.
También exhibirán la solidaridad hacia el otro, el
compartir, la fuerza para levantarse ante las zancadillas y seguir adelante,
con los dientes apretados y dejando como enseñanza de vida, que se puede.
Quienes padecimos esta lamentable experiencia y que hicimos
de los techos nuestra isla salvadora, sabemos que los ojos, los rictus y los
rostros fueron y son fieles testigos de cargo, que reflejan lo vivido y que nos
seguirán acompañando, marcados a agua por el resto de nuestras vidas.
Tal vez a muchos de los responsables de esta calamidad, se
los recordará por sus éxitos electorales, sus buenas posiciones económicas o
sus cargos encumbrados, pero estoy seguro de que no se los recordará por haber
contribuido al mejoramiento de la dignidad y la calidad de vida de miles de
santafesinos.
El prohibido olvidar se debe constituir en una consigna, un
testimonio indeleble y un recordatorio, para pensar, reflexionar y exigir
justicia.
Ricardo Luis Mascheroni - Docente
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