Muerte y negocios
en el agua negra
Escrito por
Claudia Rafael
(APe).- Negocios inmobiliarios oscuros, el
dios dinero patrocinando los pasos de los reyes del poder, la contaminación del
arroyo El Gato que lo hace hermano menor del riachuelo, las compuertas cerradas
para salvarse sea como fuere. Y sobre todo las legislativas de octubre. El
combo resultó espantosamente mortal. Aquel inicio de abril que en pocas horas
invadió con sus aguas la ciudad de La Plata es una tomografía computada de la
historia en tiempo presente. De los contextos políticos y sociales construidos
perversamente por los desamparadores que usurpan dignidades.
Como demasiadas
veces el precio fue alto: hachó las vidas de decenas de personas. Abonó miedos.
Hundió infinitas angustias en los baldíos del alma y asaltó con ráfagas de
cañón la mansedumbre y la calma.
E hizo aflorar –como el piedrazo feroz sobre
el lago apacible- todos los espectros de la crueldad.
La desnudez de la
historia argentina es experta en dejar harapos sueltos y desperdigados,
plagados de incertidumbres. ¿Cómo hacer las cuentas con registros falseados y
dudosos? ¿Quién podrá alguna vez saber cuántos fueron realmente los muertos de
la inundación? ¿Cómo desentrañar a fondo los entramados de complicidades,
negociados, intereses, corrupciones y desidias que ubican las responsabilidades
de la muerte, la inundación y el vasto abanico de efectos muy lejos de lo
climatológico?
La adrenalina de
los tiempos, de las miserias, las conveniencias políticas y económicas suelen
olvidar a las gentes y sus dolores.
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Mientras
Alejandra descuelga la ropa en el fondo de su casilla, se pone en puntas de pie
y otea las aguas más allá del chaperío que hace las veces de frontera entre su
patio y el arroyo El Gato. Alejandra lo intuye. Pero no tiene palabras precisas
para definir como las tuvo hace apenas un par de años, el Centro de
Investigaciones Geológicas (CIG) de la facultad de Ciencias Naturales y Museo
de la Universidad Nacional de La Plata.
Cuando en 2011 el
geólogo Marcelo Manassero estudió la concentración de metales pesados en esa
cuenca concluyó –en declaraciones a un medio digital de la UNLP- que “los
niveles de concentración de zinc, plomo, cadmio y otros metales pesados son de
los más elevados del país”. Y fue claro: “el arroyo El Gato es una cloaca a
cielo abierto”. Ahí fluyen libres y voraces los desechos químicos de fábricas
de la región, residuos domiciliarios de las zonas urbanas que atraviesa,
agroquímicos de las zonas rurales y desechos cloacales y patogénicos. Y
Manassero fue más allá aún: aseguró que la investigación constató además que no
existen peces ni materia orgánica porque no hay oxígeno suelto.
Todo está como
eran entonces. Nada cambió, aparte del crecimiento tortuoso de sus aguas que
con los 300 a 400 ml de lluvia bañaron sus pestes por la ciudad.
*****
Hay demasiados
debates de la superestructura que terminan ocultando lo que fluye
subterráneamente. A seis meses de las elecciones legislativas no hay quien
quiera hacerse cargo de las infinitas responsabilidades del desastre. El
triángulo municipio-provincia-nación juega a un juego imperdonable. Todo vale.
La meta común es deshacerse de cuanta esquirla pueda rozar siquiera las ropas
de funcionarios del nivel que sea. Octubre se acerca con pasos de gigante.
A Pablo Bruera,
el intendente con mágica capacidad de estar en dos países al mismo tiempo, se
le deben haber iluminado los ojos cuando le sugirieron hacer una presentación
ante el Organismo Provincial para el Desarrollo Sostenible de la provincia para
que investigue si “el plan de contingencia aplicado por YPF para hacer frente
al incendio pudo haber tenido alguna incidencia sobre el escurrimiento de agua
de la ciudad”. Según publicó Diario Popular “la versión, que cobra fuerza en la
capital provincial tras la tragedia, sostiene que desde YPF se vieron obligados
a cerrar las compuertas de un canal que pasa por el interior de la destilería
para evitar que el nivel del agua siga subiendo”. Y luego advertía que “fuentes
del Ejecutivo municipal explicaron que `existen muestras muy claras de
contaminación con hidrocarburos en distintos puntos de la ciudad, incluso en
zonas alejadas de la destilería`”.
En castellano
claro: la empresa evacuó a sus trabajadores pero no dio el alerta en el
vecindario y, además, cerró las compuertas e implementó un plan de salvataje de
YPF que podría haber incidido en el impacto de la inundación.
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Hay un juego de
ajedrez en donde las piezas están representadas por actores de carne y hueso.
Cualquier movida fuera de tiempo y de lugar, cualquier distracción, cualquier
mínimo error puede costar caro. Hay cuenta regresiva en el almanaque.
Y no hay
inocentes más que los históricos de siempre, víctimas espantosamente castigadas
y confinadas a lugares de los que, a veces, no se vuelve.
Los medios
periodísticos juegan su propia partida. Los arreglos bajo escritorio surten efecto.
Y las pautas publicitarias condicionan, subordinan, coartan, obligan. Las
relaciones incestuosas del poder político local y el multimedios de marca e
historia en la capital bonaerense dan sus rindes a la hora de la catástrofe.
Hace largo tiempo
ya que la Municipalidad aporta puntualmente a los medios periodísticos del
grupo: El Día, Radio 99,1; FM La Redonda y el canal Imagen Platense, en el que
diariamente se lee una nota institucional en el noticiero y en el que la comuna
tiene un programa televisivo propio de media hora semanal.
Las relaciones
medios-política no es nueva sólo que estos son tiempos maniqueos y absurdos.
Y en el toma y
daca de la historia hay apellidos que se repiten y que, en algún caso, hasta
llevan a los sitiales más oscuros de la historia argentina reciente. Y
entramados económicos que multiplican ganancias y engordan bolsillos. ¿Quién da
el “visado” final para ciertos emprendimientos inmobiliarios? ¿Esos que
edifican grandes torres que se devoran el porcentaje de pulmón verde imprescindible
porque conviene cementarlo para construir estacionamientos propios? ¿Esos que
pergeñaron un Código de Ordenamiento Urbano a su medida?
Bastaría seguir
las crónicas periodísticas de los últimos años e indagar en relaciones
comerciales destinadas a la concreción de negocios del mundo de la
construcción; cajas millonarias de empresarios que “extrañamente” tienen una
pata en el Estado; protagonistas de la política que fueron mutando de partido
según las conveniencias pero que continúan actuando como oscuros testaferros
del poder económico con vertientes hacia el universo del transporte pesado, de
los emprendimientos inmobiliarios y de los medios.
Muy lejos de las
mieles del poder, el dolor quedó cincelado a fuego.
¿Cómo se apagó el
último respiro en cada una de las víctimas? ¿Tuvieron conciencia de ese minuto
exacto en que ya nada tenía retorno? ¿Olieron el miedo de su propia piel
entremezclado con el hedor a espanto que no cesaba? ¿Cuántos son?
Ese empeño voraz
de detener el número de muertos de parte de ciertas aristas del poder choca de
lleno con los relatos de las barriadas.
“Cuentan que hay
personas muertas entre los que vivían en asentamientos, algunos indocumentados.
Gente excluida por el sistema que no sabe y no puede iniciar una demanda para
que sus familiares figuren en un listado”, contó a APe el vecino de Ringuelet.
“También los punteros políticos colaboran para que no trasciendan las muertes
de los que viven en los asentamientos. Ellos conforman un aparato de gestión
ciudadana en las sombra de la democracia. Acá el puntero político maneja la
asistencia social del barrio, les da trabajo a algunos en la delegación, otros
trabajan en la clandestinidad, negocia la obra pública en la zona, se reparte
su tiempo como barra brava de Gimnasia y se da lujos como ir a ver el mundial
de Sudáfrica”, siguió.
Quizás, como en
la Santa Fe de diez años atrás, jamás se sabrá cuál fue el exacto número de
vidas que terminaron con la inundación.
Eso sí: hay
realidades que no mutan. Que persisten como antípodas eternas.
De un lado, la de
los vertederos humanos, último destino cotidiano de los arrinconados al olvido,
esos que van quedando en las orillas de la contaminación, con sus casuchas
endebles y sus carros para salir a cartonear.
Del otro, los
eternos hacedores de la fiesta. Esos que jamás equivocan su destino.
Tomado de agencia de noticias pelota de trapo,
por sugerencia en face de Alfredo
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