Doble moral en materia de derechos humanos
Gran parte de la
izquierda local solo condena las violaciones de los derechos humanos cuando los
autores no integran su campo ideológico, al paso que las ignoran cuando es uno
de los suyos quien encarcela, tortura o mata por motivos políticos. Esta
repugnante doble moral llega hoy al extremo de encomiar la prolongada dictadura
castrista y de aplaudir los desmanes del chavismo. Esa doble moral, a la que
puede llamarse hipocresía, se viene exhibiendo en el marco de la lucha desatada
por la banda criminal del EPP contra el estado de derecho y que ya ha costado
la vida de 31 compatriotas. Su última víctima mortal ha sido el suboficial 2°
Solano Burgos, miembro de una comitiva integrada, justamente, por funcionarios
de la Dirección de Derechos Humanos del Ministerio del Interior, que habían
realizado una jornada de instrucción en la materia en la zona de Tacuatí.
Gran parte de la
izquierda local condena las violaciones de los derechos humanos solo cuando los
autores no integran su campo ideológico, al paso que las ignoran cuando es uno
de los suyos quien encarcela, tortura o mata por motivos políticos. Esta cínica
doble moral llega hoy al extremo de encomiar la prolongada dictadura castrista
y de aplaudir los desmanes del chavismo. Esa hipocresía manifiesta se extiende
al juzgamiento de los sistemas políticos, en general: cabe imaginarse que la
izquierda paraguaya proteste, con toda razón, si en nuestro país se tratara de
instaurar un régimen de partido único, pero solo si este partido fuera de derecha,
ya que no le disgusta en absoluto que en Cuba haya uno solo, por la simple
razón de que es comunista.
Esa doble moral,
a la que puede llamarse hipocresía, se viene exhibiendo en el marco de la lucha
desatada por una banda criminal, el Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP), contra
el estado de derecho, que ya ha costado la vida de 31 compatriotas. Su última
víctima mortal ha sido el suboficial 2° Solano Burgos, miembro de una comitiva
integrada, justamente, por funcionarios de la Dirección de Derechos Humanos del
Ministerio del Interior que habían realizado una jornada de instrucción a
policías y militares instalados en Tacuatí. No visitaron esa localidad para
capacitar a la audiencia en materia de detenciones arbitrarias, vejámenes o
asesinatos, sino para recordarle las normas constitucionales y legales que hay
que observar en la lucha contra los terroristas. Habrán dicho a los de uniforme
que se puede y se debe derrotar a los enemigos armados del sistema democrático
sin incurrir en arbitrariedades ni asesinatos. El suboficial fallecido y los
funcionarios lesionados cumplieron una loable misión, mientras que los
victimarios ratificaron su alto grado de criminalidad.
El mismo día en
que se evidenció, una vez más, que el estado de derecho se halla sometido a
sangrientos ataques, cuya frecuencia se ha incrementado en los últimos meses,
el diputado “liberal” José Ledesma anunció que insistirá en que se forme una
comisión especial para verificar en el lugar los supuestos abusos cometidos por
militares y policías en el departamento de San Pedro, en el marco de la lucha
contra la banda criminal. Claro que no es reprochable investigar si las fuerzas
del orden incurrieron en atropellos, ya que la Constitución y la ley deben ser
siempre observadas. La dignidad humana es inviolable. Por lo demás, nada les
gustaría más a los terroristas que ver engrosar sus filas con quienes hayan
sufrido vejámenes. “Cuanto peor, mejor”, es un viejo eslogan de las
agrupaciones extremistas. Lo que se echa en falta, empero, es que el legislador
referido no se haya inquietado nunca por la suerte de tantos secuestrados o
asesinados en nombre de la revolución, muchos de ellos ocurridos en su propio
departamento. Su desasosiego resulta limitado por su anteojera ideológica, que
está muy lejos de ser la del partido al que pertenece. Los derechos de las
personas, entre los que figura en primer lugar el de la vida, no mueven su
interés si quienes los violan comparten su mismo pensamiento político. Que se
sepa, nunca ha tenido el gesto de acercarse a los familiares de los ultimados
por los terroristas.
El diputado
Ledesma es solo uno de los tantos que usan un doble rasero. Lo mismo cabe decir
de organizaciones como la Coordinadora de Derechos Humanos del Paraguay
(Codehupy), cuyas actuaciones tienden siempre a colocar bajo un manto de
sospecha toda actuación de las fuerzas del orden. Si antes condenó alguna vez
los crímenes cometidos en nombre de la revolución, lo hizo en voz muy baja,
quizás porque sus miembros temían ser tachados de “burgueses reaccionarios,
lacayos del imperialismo yanqui” y, en consecuencia, pasar a integrar la lista
de los enemigos de clase a ser eliminados. Eso de condenar o no un delito según
la posición política de su autor no parece que sea una actitud digna de quienes
dicen defender los derechos humanos. En realidad, esa bandera, que en nuestro
país levantó con tanta gallardía Luis Alfonso Resck, entre otros muchos dignos
paraguayos, ha sido usurpada en gran medida por quienes la ponen al servicio de
su orientación ideológica. Al usurpar esa bandera y lanzar acusaciones en
función de sus querencias políticas, desacreditan de entrada las denuncias que
puedan hacer de cualquier atropello.
Ahora bien, como
un curso de acción es corregible, aunque sea por razones tácticas, es saludable
que la Codehupy repudie ahora el asesinato de un agente de policía. Sin
embargo, es una lástima que no tenga la menor idea de quiénes lo habrían
perpetrado, pues su comunicado dice: “El Estado debe realizar una investigación
seria y responsable que conduzca al esclarecimiento de este crimen y al castigo
a los responsables del hecho”. Los antecedentes de la Coordinadora sugieren que
la única investigación que la satisfaría es la que concluyera en que el
asesinato no es atribuible a la banda criminal que ella ya debería conocer de
sobra.
En fin, si a
instancias del diputado Ledesma algunos legisladores visitaran el departamento
que en mala hora lo tuvo de gobernador, esperamos que hablen con los policías y
militares que en Tacuatí fueron instruidos por la comitiva atacada para
ratificarles lo dicho por sus instructores y que, luego, visiten tanto a estos
como a la viuda y al hijo del suboficial 2° Burgos, para felicitar a unos por
el trabajo realizado y para expresar a otros sus condolencias sinceras. Es lo
menos que podrían hacer, al igual que los miembros de la Codehupy, por cierto.
TOMADO DE ABC DE
PARAGUAY
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