En Antioquia hay 33
especies de aves amenazadas
El tucán celeste de las montañas andinas y el mielero
verdeazul que vive hacia el Darién, dos especies casi amenazadas. Foto cortesía
carlos bran
El Libro Rojo de las Aves es el instrumento para conocer el
estado de la avifauna nacional. Muchas especies están amenazadas, pero otras no
tienen tanta presión sobre su hábitat. La primera edición del Libro Rojo de
Aves de Colombia expresaba a los conservacionistas la esperanza “de que este
libro sea innecesario en el futuro”. Pero no ha sido así.
De hecho, se han vuelto necesarios para conocer el estado de
las aves y tomar acciones para su protección.
El último Libro Rojo centrado en las regiones de los bosques
húmedos de los Andes y la costa del Pacífico evaluó 118 especies, 87 de ellas
endémicas: 68 se encuentran en las distintas categorías de amenaza (28
endémicas), 18 casi amenazadas, y 30 en bajo riesgo.
Pero al menos 6 de las aves estudiadas están en peligro
crítico, como el Atlapetes blancae o gorrión montés paisa, que se avistaba por
San Pedro de los Milagros y no se ha vuelto a encontrar. No se conocen
poblaciones y el último registro data de 1971, así que no se puede excluir que
esté extinta.
También el arrierito antioqueño Lipaugus weberi, de
poblaciones reducidas y fragmentadas. Se han establecido áreas para protegerlo
pero podrían ser insuficientes.
Estado
Ana María Castaño, presidenta de la Sociedad Antioqueña de
Ornitología, dice que en el Libro se incluyen 33 especies de Antioquia en las
distintas categorías de amenaza. Hay otras cinco en peligro crítico, como el
tororoi de Urrao, Grallaria urraoensis, descrito hace poco.
En el departamento habitan alrededor de 900 especies, o sea
9 % de las aves reportadas en el planeta. De esas, cerca de 50 son endémicas.
El grado de conocimiento de la riqueza de la avifauna ha
mejorado. Colombia es el país con mayor número de especies, pasando ya de
1.900. Pero las amenazas persisten desde que el padre Antonio Olivares, de la
Universidad Nacional, presentara a fines de los 60, en un evento en Washington,
tal vez el primer informe sobre los efectos de los cambios ambientales en las
aves.
La destrucción de los hábitats y los plaguicidas eran
amenazas principales, pero existía una más: las jaulas. Afirmaba el padre que
había más cóndores enjaulados que en los picos de las montañas.
Ana María afirma que hoy la mayor amenaza que enfrentan
estas especies “es la perdida de hábitat. Es una amenaza común para todas”. Y
esa pérdida, agrega, “se da por la expansión de la frontera agrícola en las
áreas donde se distribuyen naturalmente”.
La Lista Azul de Steven Hilty, publicada en 1985, la primera
que analizó toda la avifauna del país, decía que 135 especies habían perdido
50% del hábitat.
Antioquia se caracteriza por la alta presión sobre las áreas
boscosas: se deforestan entre 20.000 y 30.000 hectáreas al año. “Nos salvamos
un poco porque en algunas zonas las pendientes son tan altas que impiden el
acceso del campesino”.
También la cacería y el tráfico de fauna han diezmado las
poblaciones.
El Libro Rojo es el llamado a cuidar eso que queda, para que
no corran la suerte del zambullidor colombiano y el pato pico de oro,
declarados extintos en la primera lista de especies amenazadas publicada por el
Inderena.
CENSOS PARA EVALUAR LAS POBLACIONES
Los observadores de aves, dice Ana María Castaño, “hacemos
reportes de nuestras observaciones de manera juiciosa. Sin embargo, para
determinar fluctuaciones en las poblaciones de las aves es necesario adelantar
censos. Existen esfuerzos por adelantar censos por medio de iniciativas de
ciencia ciudadana como los Censos Neotropicales de Aves Acuáticas y los Censos
Navideños”.
RAMIRO VELÁSQUEZ GÓMEZ Los temas de la ciencia, la
astronomía y el medio ambiente con énfasis en cambio climático son mis campos
de acción periodística. Con vocación por el mundo de los pequeños felinos y la
defensa animal. TOMADO DE EL COLOMBIANO
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