Adiós a los glaciares
del Pirineo
Los hielos permanentes han perdido el 75% de su superficie
en sólo 30 años
Adiós a los glaciares del PirineoPérdida de hielo en el
glacial del Aneto, a la altura del Coll de Coronas (Xavier Cervera) ANTONIO CERRILLO, Barcelona Louis Ramond de
Carbonnières, el primer viajero en sentido moderno que avistó el Aneto, definió
este pico en 1787 como la “aguja de hielo”. Pero, si hoy lo volviera a
contemplar, su descripción sería otra, y seguramente no podría evitar su
decepción. El retroceso del glaciar del Aneto es galopante, como el resto de las
montañas con nieves perpetuas de España. Los glaciares del Pirineo español,
concentrados en la provincia de Huesca, han perdido un 75% de su superficie en
sólo 32 años (de 1980 a 2012), según la última recopilación general del
Gobierno aragonés dada a conocer hace unos días. El retroceso se ha acelerado
desde el año 2000, por lo que se teme su total desaparición en unas pocas
décadas. Helero en el Pirineo (LV) Muchos glaciares del Pirineo mostraban hace
35 o 40 años movimientos y grietas. Estaban vivos. Pero hoy han quedado
reducidos a meras placas de hielo inmóviles (heleros), y, además, muchas de
ellas ya han desaparecido. La pérdida de superficie de los glaciares del
Pirineo aragonés alcanzó el 50% entre mediados del siglo XIX y el año 1980. En
esos 130 años se esfumó la mitad de su superficie. Pero el retroceso se ha
acentuado aún más en las últimas tres décadas. Concretamente, entre 1980 y el
2012 la merma ha alcanzado el 75% de la superficie. Su estado es, por tanto,
terminal. El resultado es que actualmente (datos del 2012) sólo sobreviven diez
glaciares y ocho heleros, con una extensión total de 160,4 hectáreas, mientras
que en 1980 –cuando se inició un seguimiento sistemático– abarcaban 641,3
hectáreas. Queda, pues, una cuarta parte de lo que había. Todo esto es una
demostración de “la gran sensibilidad de los glaciares pirenaicos al
calentamiento global”, señala el departamento de Desarrollo Rural y
Sostenibilidad del Gobierno aragonés.
Evolución negativa en todas las zonas La
desaparición de los hielos permanentes se puede percibir más fácilmente en los
glaciares de mayor dimensión, es decir, en aquellos que todavía superan las 20
o 30 hectáreas. No obstante, la previsión es que su desintegración total afecte
antes a los glaciares y heleros más pequeños –con cuerpos de hielo de menos de
10 hectáreas–, según apunta Fernando Lampre, presidente del Patronato de los
Monumentos Naturales de los Glaciares Pirenaicos.En los 32 años evaluados
(1980-2012), la superficie helada se ha reducido el 54% en el Aneto (60,2 ha),
y el 42% en el Inferior Monte Perdido (27,8 ha). Por su parte, en el tercer
gran glaciar español en importancia, el Maladeta oriental (22,3 ha), ha disminuido
el 47,4% del espacio que ocupaba en el 2000. Estos tres glaciares, junto con el
de Ossoué, en el macizo de Vignemale, aportan el 50% de la
extensión glaciar
del Pirineo.
Glaciar Oriental de la Maladeta – Comparativa 2 años
(1992-2015) (JORDI CAMINS)
El retroceso estos años es incluso mayor en algunos
glaciares de menor tamaño: Barrancs (86%), Tempestades (78%) o la Paúl (75%),
Llardana (70%) e Infierno (59%). El glaciar es un río de hielo que avanza y que
con su empuje va friccionando el suelo y originando grietas y brechas en formas
de U. Pero el Pirineo ya no tiene aquella fuerza que abría gargantas y temibles
acantilados. No quedan rastros de aquellas cavernas que parecían un atajo al
centro de la Tierra. En su proceso de extinción, los glaciares se hacen cada
vez más pequeños y quedan cercados en áreas localizadas. Y cuando resisten,
quedan en lugares recónditos, o encajados entre abruptas paredes del circo,
esperando alimentarse de “los aludes de nieve desde crestas y vertientes”,
explica Lampre, quien cita el ejemplo del Inferior de Monte Perdido, una
de las masas de hielo que han sufrido una degradación
relativamente menor. El problema principal es que el balance anual entre la acumulación
de nieve (en invierno y primavera) y la fusión (verano-otoño) es, a todas
luces, negativo. Y por eso, la renovación del hielo glaciar resulta hoy
inviable.
Un ejemplo elocuente en la Maladeta
El glaciar del Maladeta, por ejemplo, se deshace como un
azucarillo. “El último año (2014-2015) ha perdido un grosor de dos metros de
hielo, mientras que en 24 años la pérdida media de grosor totaliza 19 metros.
Sin embargo, en su parte inferior, la disminución del grosor llega a 35
metros”, dice Guillermo Cobos, profesor de la Universidad Politécnica de
Valencia que hace el seguimiento para la Confederación Hidrográfico del Ebro. Guillermo
Cobos y su equipo hacen dos mediciones cada año en el Maladeta: una, en la
parte superior del glaciar o zona de acumulación de hielo, para calcular la
caída de nieve sobre el hielo perenne –con una perforación extrae la nieve del
año para ver hasta qué punto conecta con el hielo permanente y así se evalúa la
ganancia de la innivación–, y otra, a finales de septiembre, en la zona
inferior o de fusión (que permite medir el hielo que queda y ver hasta dónde se
ha adelgazado esa capa). “El retroceso en los glaciares se ha acelerado a
partir del 2003. Y creo que hacia el año 2040 no habrá ningún glaciar. Hacia
esa fecha, los pocos restos de hielo que haya se habrán convertido en heleros,
en restos inmóviles”, dice Jordi Camins, que hace un seguimiento de los
glaciares desde hace 34 años midiendo la lengua de hielo en muchos de ellos. El
glacial oriental de la Maladeta ha retrocedido entre 1992 y 2003 un total de
67,7 metros, es decir, 6,15 metros cada año. Pero en los 11 años siguientes
(entre el 2003 y el 2014) ha perdido 162,5 metros adicionales (una mengua de
14,8 m al año en este periodo). “Esto significa que la pérdida se ha
multiplicado por 2,4”, dice Camins. ¿Y qué solución hay? “La solución del
problema radica en eliminar las emisiones de gases de efecto invernadero para
limitar al máximo el calentamiento global. Ya no es posible evitar la
desaparición de los glaciares pirenaicos, salvo que, de forma natural, se
iniciara un nuevo enfriamiento climático a causa de una ligera disminución de
la actividad solar, tal y como ha sucedido en épocas históricas recientes”,
dice Camins. TOMADO DE LA VANGUARDIA , SUGERIDO EN FACE DE CAMBIO CLIMATICO
.ORG
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