En las últimas décadas se perdieron 4 millones de hectáreas
de bosques nativos, a tasas superiores a las del resto del planeta. Un informe
de la FAUBA pide aumentar los esfuerzos en la aplicación de la Ley de Bosques. Por:
Juan Manuel Repetto (SLT-FAUBA) La expansión de la frontera agrícola aceleró la
deforestación en la ecorregión del Chaco semiárido, que representa la segunda
cobertura boscosa más grande y continua de Sudamérica después del Amazonas,
hasta alcanzar un record poco feliz: la mayor tasa de desaparición de bosques
nativos de todo el mundo. En este contexto, un estudio elaborado por la
Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) advierte sobre los desmontes y la
aplicación de la Ley de Bosques en Santiago del Estero, la provincia argentina
con mayor superficie perteneciente al Chaco semiárido y una de las más
perjudicadas por este proceso. “Durante el período 2000-2012 la tasa de
transformación de bosques nativos por cultivos en Santiago del Estero fue mayor
a la producida en la ecorregión entera, en Sudamérica e incluso en el mundo”,
advierte el informe publicado en la página de divulgación científica Sobre la
Tierra, en base al trabajo elaborado por Gonzalo Camba, técnico del Laboratorio
de Análisis Regional y Teledetección (LART) de la FAUBA, quién investigó el
caso en su tesis para recibirse de Licenciado en Ciencias Ambientales. En
total, se calcula que en Santiago del Estero se desmontaron 4 millones de
hectáreas en las últimas décadas. Los números son alarmantes: Entre 2000 y
2012, esta provincia presentó una tasa de transformación de cobertura vegetal
natural por cultivos y pasturas 13 veces superior a la de los bosques
tropicales, 39 veces superior a la de los subtropicales y 45 veces superior a
la de los bosques templados de todo el mundo. “La importante proporción de
territorio que representa Santiago del Estero dentro del Chaco semiárido, sus
características socioeconómicas, los conflictos territoriales existentes y las
particularidades de su legislación en lo que refiere a la conservación de sus
bosques, hacen necesario un análisis exhaustivo de los procesos de
deforestación y su relación con la Ley de Bosques, particularmente sobre su
cumplimiento”, detalla el trabajo de la FAUBA, dirigido por el investigador
José Paruelo en base a sistemas de información geográfica (SIG). Según la
Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO),
en Sudamérica se perdieron unas 40 millones de hectáreas de bosques nativos
durante la primera década del siglo XXI. Los cambios en la región ocurrieron
principalmente sobre El Cerrado (Brasil), la selva de Chiquitanos (Bolivia) y
el Gran Chaco Americano (que comparten Argentina, Bolivia y Paraguay) y fueron
equivalentes al 76% de los desmontes que se produjeron en todo el planeta. Lo
cierto es que hacia 2012 cerca del 20% de la superficie del Gran Chaco
Americano se transformó para dar lugar a la agricultura. Según el estudio de
Camba, de aquí en adelante se espera que este proceso se intensifique, poniendo
en jaque la estabilidad de los ecosistemas y afectando la provisión de
servicios ecosistémicos de los cuales la sociedad obtiene beneficios clave para
su bienestar. Se estima que con tasas similares a las actuales, tomará entre 30
y 100 años para que se invierta el paisaje. O sea, que los cultivos reemplacen
por completo las coberturas naturales, compuesta por bosques y pastizales. Por
esta razón, desde la FAUBA piden aumentar los esfuerzos en la aplicación de la
Ley de Bosques.
Ordenamiento desordenado En 2007 se sancionó la Ley de
presupuestos mínimos de protección ambiental de los bosques nativos (Ley
Nacional N° 26.331), a partir de cual le tocaba a cada provincia elaborar su
propio ordenamiento territorial, caracterizando sus bosques nativos en zonas de
alto, mediano y bajo valor de conservación. Según los investigadores de la
FAUBA, la categorización de bosques elaborada por las provincias del noroeste
argentino habría resultado inconsistente, debido a que la información ambiental
utilizada fue pobre y escasa. Además, las provincias del NOA interpretaron de
forma diferente los criterios de sustentabilidad y zonificaron sus bosques de
manera dispar. Por ejemplo, se asignaron categorías distintas a bosques a ambos
lados de los límites provinciales, teniendo en cuenta sólo los aspectos
políticos y no los ambientales o ecológicos. Santiago del Estero reglamentó su
Ley provincial de bosques en 2008, dividiendo a la provincia en 11 zonas en
función de su potencial productivo y de conservación, y determinando las tres
categorías de bosques. Al respecto, el informe de la FAUBA sostiene que tampoco
en esta normativa existió un criterio de sustentabilidad. El estudio de la
FAUBA reconoce que a partir de la sanción de la Ley Provincial de Bosques, en
2009, se redujeron la superficie y las tasas de deforestación anuales en
Santiago del Estero. Sin embargo, asegura que la efectividad de la legislación
fue parcial porque se presentaron fuertes irregularidades en la determinación
de las zonas de conservación, sobre las cuales no se permite desmontar. En
concreto, se permitió deforestar en zonas de categoría II (amarillo) que la
legislación nacional no admite. Consecuencias negativas La conversión de
superficies de cobertura original del suelo (bosques y pastizales) en áreas de
cultivos agrícolas y pasturas, principalmente soja, incrementó la producción de
servicios ecosistémicos finales (como granos y carne), pero al mismo tiempo
disminuyó la provisión de otros servicios como la regulación hídrica, el
secuestro de carbono y la conservación de la biodiversidad. “Cuando la
superficie boscosa fue reemplazada por cultivos se evidenciaron cambios en la
dinámica de las ganancias de Carbono, provocando una pérdida de capacidad
buffer (amortiguación) ante cambios ambientales y un aumento en las emisiones
de efecto invernadero, responsables del calentamiento global. No es un dato
menor, puesto que el desmonte sobre bosques chaqueños generó el 75% de las
emisiones de Carbono del norte argentino (las Yungas y los bosques del Atlántico
representaron el 25% restante). Asimismo, la disminución en las tasas de
evapotranspiración generadas por la conversión de bosques en cultivos anuales
incrementó significativamente el drenaje profundo de los suelos provocando una
mayor recarga en los acuíferos subterráneos que aumenta el riesgo de
salinización superficial (afectando la fertilidad de los suelos y la calidad
del agua). El reemplazo de bosques en la ecorregión también provocó una
disminución del contenido de materia orgánica, debido a las diferencias en la
cantidad de residuos que se depositan sobre el suelo de un bosque y un cultivo,
y desencadenó un proceso de compactación. Además, la pérdida del hábitat
impulsada por los cambios en el uso del suelo tiene consecuencias sobre la biodiversidad.
Fuente: FAUBA – TOMADO DE ENVIO DE ´PREGON AGROPECUARIO DE AR
No hay comentarios:
Publicar un comentario