La xenofobia nuestra
de cada día - Sergio Cáceres Mercado - Esta semana que terminó, el futbolista
Óscar Romero y la periodista Yolanda Park tuvieron un papel destacado en las
noticias y redes sociales. Romero, en pleno partido contra Bolívar, pidió a la
hinchada de Racing que no cantara un estribillo xenófobo contra bolivianos y
paraguayos. Park, por su parte, fue nominada como una representante destacada
entre las mujeres paraguayas y por eso recibió ataques xenófobos porque no la
consideraban una "auténtica" paraguaya. Los paraguayos sufrimos
xenofobia todo el tiempo. Al cruzar la frontera de los países vecinos ya
podemos percibirla en ciertas ocasiones. Brasil y Argentina son los países
donde es más fuerte el rechazo a los compatriotas. Por lo tanto, no es
necesario que viajemos tan lejos, Europa o Estados Unidos, para que seamos
marcados por nuestra condición extranjera. Con nuestros vecinos nos basta. Este
histórico desprecio sin embargo nunca sirvió para que empaticemos con los que
son extranjeros para nosotros. Al contrario, somos igual o peor de xenófobos
como cualquier otro. Tenemos listas también nuestras canciones contra los vecinos,
especialmente bolivianos y argentinos. El brasileño a veces se salva, pero si
es de descendencia africana, ahí salta nuestra xenofobia mezclada con el peor
racismo. Hasta de la Guerra de la Triple Alianza nos acordamos, como si
nuestros contemporáneos tuvieran que ver con aquel oprobioso suceso. Con
nuestros vecinos nos basta. Este rechazo al que no comparte nuestra cultura es
tan fuerte que las políticas educativas nunca alcanzan. Sin embargo, esto no
quiere decir que no funcionen; la conciencia de que la xenofobia es negativa en
todo sentido está instalada en muchísima gente, y esta idea solamente pudo
provenir de campañas concientizadoras. Pero no hay duda de que debemos
incrementar tales campañas; al menos en Paraguay son prácticamente inexistentes
y ya vemos que son más que necesarias. De aquel famoso intercambio epistolar entre
Umberto Eco y el cardenal Martini, hay una carta donde Eco toca el tema de la
xenofobia. La misma la publicó aparte en su libro sobre moral. Recuerdo muy
bien una idea semiótica que le proponía a Martini: que reconozcamos en el otro
como semejante lo que en realidad somos a partir de los signos gestuales,
aquello que nos hace humanos y hermanos, una sonrisa, el llanto, la risa, las
miradas, un abrazo, etc. Fernando Savater propone algo muy similar en su obra
El valor de educar: por encima de la envoltura cultural que nos define como
humanos, hay una sicobiología que nos hermana y que debe ser el objetivo de una
educación más abierta. TOMADO DE ULTIMA HORA DE PY
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