RICARDO LOZANO ¿Y quién está preparado para las lluvias?
Nadie ha dicho que la temporada de lluvias ya llega esta
semana, con noticias buenas y malas, con excepción para la región Caribe y
norte de la Orinoquia. Las buenas están relacionadas con su presencia y el
aumento lógico de caudales. Las malas con que la cantidad de agua que caerá no
será suficiente para que se recuperen hidroeléctricas, acueductos, fincas y
cultivos, a pesar de la llegada de tormentas, avalanchas, deslizamientos,
desbordamientos, granizadas y vendavales. Es verdad, así está el clima: más
intenso y menos positivo para la economía, campesinos, pescadores y demás seres
vivos del territorio.
De acuerdo a las predicciones, las lluvias de esta primera
temporada que comienza a finales de febrero y termina a mediados de junio,
tendrá un déficit de precipitación cercano al 50 %, es decir lloverá 50 % menos
del promedio, cosa muy grave para el sector energético, acueductos, salud,
agrícola y pecuario, pues luego de dicha temporada continuará la sequía desde
mediados de junio hasta mediados de septiembre.
En un país tropical como Colombia, es muy común que un solo
aguacero paralice toda una capital, y más cuando dichas lluvias arrastrarán los
suelos destruidos, deteriorados, quebrados y sueltos que dejó esta dantesca
sequía.
Lo peor es que se acercan dichos desastres y hasta el
momento nadie dice nada. Tal como sucedió con el anuncio oficial de este Niño,
las autoridades nacionales nuevamente se equivocan en no contarle al país la
verdad sobre dichas posibilidades. La Niña ya llega al 60 % y hasta el momento
nadie ha preparado un solo plan de prevención. Anunciar una posibilidad no
significa que se presentará, anunciar una posibilidad significa preparación
para el mismo, así dicho evento no se presente.
No es función de las autoridades ambientales estar apagando
incendios cuando la temperatura aumenta ni repartir agua cuando los ríos se
secan, como todavía. Para eso están las fuerzas de atención y combate. La
responsabilidad de las autoridades ambientales y sus políticas recaen en la
función de prevenir, conservar, proteger, restaurar y recuperar. No en atender.
Es hora de alertar y preparar a comunidades que viven en las
riberas de los ríos, en asegurar sus techos, en hacer mantenimiento de árboles,
canales (que de por sí están bastante fracturados por la sequía) y desagües, en
retirar basuras y elementos que eviten el flujo del agua, en aprovechar y
almacenar las lluvias para la siguiente temporada seca de mitad de año. En fin,
en aplicar todas las lecciones aprendidas.
No podemos seguir anunciando las sequías o la posible
presencia de un Niño cuando las vacas ya estén muertas. O la posible Niña o la
llegada de la temporada de lluvias cuando el agua nos llegue al cuello.
Por lo tanto, no nos debemos descuidar en el segundo
semestre de este año, cuando muy posiblemente la segunda temporada de lluvias
estará por encima del promedio, trayendo las consecuencias ya conocidas.
A pesar de los incendios y de las altas temperaturas
sentidas en todo el territorio nacional, para alegría de muchos, en algunos
departamentos las lluvias ya llegaron, especialmente, para los del sur y
occidente del país. Como en los departamentos de Amazonas, Vaupés, Guaviare,
Putumayo, Nariño, Cauca, Valle, Eje Cafetero y Antioquia.
Hacia el oriente, en Boyacá y Santander, muchos campesinos
están felices. Y en Bogotá ya se han sentido las primeras gotas. Es decir, el
fantasma de El Niño desaparece poco a poco a partir de esta semana.
En materia ambiental, los ríos y el país tocaron
literalmente fondo. Nunca antes en la historia esto había sucedido. Prevenir
ahora es la única salida. Como si las muertes, víctimas y pérdidas económicas
por la falta de planificación e información no hubieran sido suficientes. Por
lo tanto, ¿quién está preparado para las lluvias?. TOMADO DE EL COLOMBIANO
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