Coronavirus. Jane Goodall: "A medida que salgamos de
la pandemia, tenemos que encontrar una nueva economía verde"
La científica británica confía en que la humanidad se
encuentra a tiempo de revertir su debacle. Pero eso dependerá de cada uno de
nosotros, en particular de los jóvenes. Crédito: New York Times
Alos 86 años,la legendaria Jane Goodall está
más activa que nunca. Concede entrevistas, escribe columnas de divulgación
científica, presiona a los líderes globales y moviliza a personas alrededor del
mundo. ¿Por qué? Porque vamos a destruir el planeta, dice, y nos queda poco
tiempo para revertirlo.
"No podemos seguir así, ¿verdad?", plantea
a LA NACION desde su casa familiar en la campiña de Inglaterra. "A medida
que salgamos de esta pandemia, tenemos que encontrar una nueva economía verde
que no solo dependa del desarrollo económico. De hecho, no podemos
tener un desarrollo económico global ilimitado en un planeta con recursos
naturales finitos y una población en constante crecimiento".
Traspaso:
¿qué falta para que Joe Biden tome posesión en enero de 2021?
Goodall no le teme a la muerte en la recta final de su vida.
"Cuando muera, acaso no haya nada. En ese caso, no tendré que preocuparme
más", dice, entre risas. "Pero si hay algo -y es lo que creo debido a
varias cosas que me han sucedido-, entonces qué emocionante será descubrir qué
hay más allá de esta vida".
Octava persona -y primera mujer- en obtener un doctorado en
la Universidad de Cambridge sin un título de grado previo, Goodall confía en
que la humanidad se encuentra a tiempo de revertir su debacle. Pero
eso, afirma, dependerá de cada uno de nosotros, incluso en estos tiempos de
coronavirus. Y, en particular, de los jóvenes. Confía en ellos.
"Parecen estar -dice- a la altura del desafío".
-¿Qué es lo que más le preocupa de esta pandemia?
-Mi mayor temor es que sigamos adelante como si nada, que
continuemos con esta codiciosa destrucción de los recursos naturales del
planeta. En ciertos lugares estamos consumiendo esos recursos más rápido de lo
que la naturaleza puede reponerlos, mientras aumenta la población humana y
mientras todos aspiran al mismo estilo de vida insostenible que existe en el
mundo desarrollado. Ahora somos 7200 millones de personas, se estima que para
2050 seremos 9700 millones y no sé qué va a pasar si seguimos como hasta ahora.
Tenemos que aliviar la pobreza, tenemos que reducir el estilo de vida
insostenible del resto y tenemos que pensar cómo será el crecimiento de la
población durante las próximas décadas.
-En ese sentido, usted les planteó a los líderes de la
Unión Europea en junio pasado que si no hacemos las cosas de otra manera, será
nuestro fin...
-Sí, creo que será así. No de inmediato, no sucederá como el
Big Bang o como si fuéramos golpeados por algún objeto extraterrestre. Pero
ocurrirá, lentamente. Destruiremos el planeta. ¡Mire lo que está pasando ahora!
¡Mire los terribles incendios que asolan partes de Estados Unidos o los
incendios del año pasado en Australia! Mire también los incendios en el
Amazonas, los que han devastado Grecia y los incendios que por primera vez
aparecieron en el Círculo Polar Ártico. ¡Mire cómo se derriten los casquetes
polares! Mire el aumento del nivel del mar. Mire a la gente que ha tenido que
dejar sus hogares por las largas sequías, por las inundaciones, por la
destrucción de los huracanes que son cada vez más fuertes y abundantes. Y si
miras a tu alrededor te das cuenta que también estamos viendo la extinción de
miles de animales y plantas. No podemos seguir así, ¿verdad? A medida
que salgamos de esta pandemia, tenemos que encontrar una nueva economía verde
que no solo dependa del desarrollo económico. De hecho, no podemos
tener un desarrollo económico global ilimitado en un planeta con recursos
naturales finitos y una población en constante crecimiento.
-Alude a la "economía verde", algo sobre lo que
también insistió en un artículo reciente para la revista Vogue. ¿De
qué se trata?
-Bueno, mi trabajo no es el de un economista, pero está
claro que tenemos que repensar la economía, que no debe depender solo del
producto bruto interno de cada país. Tiene que centrarse en que las personas
tengan una vida mejor, que la gente tenga suficiente, pero no demasiado. Es
decir, tener lo suficiente para desarrollar una vida digna, para cuidar de sus
familias, para materializar algunas de las cosas que quieren hacer. Pero
la única excusa para vivir para el dinero es si lo usarás para hacer del mundo
un lugar mejor, para ayudar a mitigar el cambio climático, por ejemplo, o
para asistir a los refugiados, y todo ese tipo de objetivos.
-Usted es amada, elogiada y respetada alrededor del
mundo, pero cuando expresó sus puntos de vista ante los líderes mundiales, ¿qué
respuesta recibió?
-No me han dicho nada [risas]. Nunca he recibido comentarios
de ellos, ni otros me han informado sobre comentarios suyos. Así que
creo que todos saben en el fondo de su corazón que lo que estoy diciendo es verdad. Solo
planteo hechos, datos. Y no creo que muchos líderes nieguen realmente el cambio
climático. Incluso el presidente [Donald] Trump admite que el clima está
cambiando, aunque niega con vehemencia que nosotros, los humanos, hayamos
tenido algo que ver con eso. Él piensa que es algo natural y no tiene en cuenta
lo que informa la ciencia, que alerta sobre la velocidad con la que estamos
llenando la atmósfera con dióxido de carbono y otros gases de efecto
invernadero.
-¿Hay motivos para la esperanza?
-Sí. La razón por la que tengo esperanzas es principalmente
porque los jóvenes parecen estar a la altura del desafío. Una vez
que comprenden el problema y los capacitamos para que tomen medidas, son muy
decididos. No estoy hablando solo de marchar y exigir a los políticos y las
empresas que instrumenten cambios. Me refiero a jóvenes, como los que se suman
a nuestro "Raíces y Brotes" que salen a plantar árboles y levantar
basura, abordando el problema de la contaminación plástica. Realmente tomando medidas.
Me parece que es una nueva base. Parece que se han levantado ante una
desesperada necesidad y están tan llenos de entusiasmo y determinación. Y otra
razón por la que soy optimista es que muchos directores ejecutivos de grandes
corporaciones están cambiando. Realmente están cambiando. En parte porque
responden a la demanda de los consumidores, que han comenzado a mostrar una
conciencia mucho mayor sobre el cambio climático que hace, por ejemplo, seis
años. Si la gente dice, "Bueno, no voy a comprar este producto porque se
fabricó de una manera que daña el medio ambiente y aumenta el cambio
climático", eso hace que una empresa cambie. A eso se suma que muchos de
estos directores ejecutivos tienen hijos, que les hacen planteos. Conozco a
muchas personas que han cambiado gracias a sus hijos. Lo mismo con los
políticos que realmente quieren impulsar una nueva "economía verde",
que realmente se dan cuenta de que tenemos que invertir dinero y esfuerzo para
abordar el cambio climático, para apoyar la energía renovable. Al menos
en las democracias, estos políticos más conscientes de los desafíos que
afrontamos deberían empezar a marcar la diferencia. Y a esta se suma,
claro la resiliencia de la naturaleza. Hay lugares que hemos destruido por
completo pero que pueden regenerarse.
-En varias de sus entrevistas y artículos más recientes,
abordó la idea de la muerte. ¿Cuál es su mensaje para las generaciones más
jóvenes?
-No lo sé, de verdad. Solo le digo a la gente lo que pienso.
No estoy tratando de persuadir a otras personas porque tenemos diferentes
culturas, diferentes religiones y diferentes creencias. Solo puedo decirle que
no le tengo miedo a la muerte en absoluto. Creo que hay algo más allá de esta
vida. No sé qué es. También creo que todos lamentamos el proceso de morir
porque a menudo es bastante sombrío y muchos de nosotros hemos tenido parientes
y amigos que padecieron muertes horribles por cáncer y Parkinson y otras
dolencias. Pero habiendo dicho eso, creo que nunca debemos preocuparnos por el
evento de la muerte en sí. Cuando muera, acaso no haya nada. En ese caso, no
tendré que preocuparme más [risas]. Pero si hay algo -y es lo que creo
debido a varias cosas que me han sucedido-, entonces qué emocionante será
descubrir qué hay más allá de esta vida. Algo que me ilusiona desde
que algunos de los mejores cerebros científicos han llegado a un acuerdo de que
hay inteligencia detrás del universo. No se trata solo de la yuxtaposición de
moléculas al azar, ni el Big Bang, sino algo más profundo. Porque cuando
algunos me dicen que sabemos cómo comenzó el universo, con el Big Bang, yo solo
les planteó una pregunta: ¿Y qué generó el Big Bang? ¿Qué había antes? Y no
saben qué responder.
-¿Cómo puede un individuo en la Argentina, por ejemplo,
marcar una diferencia en su vida cotidiana para salvar el planeta?
-De hecho, cada uno de nosotros puede hacer una gran
diferencia. Si fuera solo una persona, obviamente las decisiones que tome cada
día no importarían en absoluto. Pero hay millones de personas que están
tratando de vivir una vida más ética y tomar decisiones más éticas. Comencemos
por preguntarnos sobre lo que compramos: ¿De dónde vino? ¿Cómo se hace? ¿Dañó
el medio ambiente? ¿Sus productores tomaron decisiones éticas que pueden ayudar
al planeta? A la gente en la Argentina no le gusta que lo diga, pero es un
hecho que a medida que más personas comen más y más carne, estamos destruyendo
el planeta. Sabemos que se destruye el medio ambiente para cultivar el grano
que permite alimentar a miles y miles de millones de animales en granjas
industriales, además de los bosques que son talados por el pastoreo de ganado,
así como del consumo de combustibles fósiles para llevar el grano a los
animales y estos animales a la mesa. Esto, sin olvidar que todos estos animales
producen gas metano con su digestión, que es un gas de efecto invernadero muy,
muy peligroso. ¿Sabe? La última vez que viajé a la Argentina, ¡me consta que
logré que 17 personas se hicieran vegetarianas! [risas]. Ahora, sin
embargo, la gente comienza a comprender que tanto la pandemia como el cambio
climático son causados por nuestra absoluta falta de respeto al medio
ambiente. Esto comenzó con la venta de un animal en un mercado de vida
silvestre en Asia, donde las condiciones son antihigiénicas y crueles, como
también se han iniciado enfermedades similares en mercados de animales
silvestres en África. En esas situaciones es relativamente fácil para un
patógeno saltar de un animal a un humano, donde puede crear una nueva
enfermedad zoonótica. Pero también hay enfermedades zoonóticas que han sido
desencadenadas por animales en granjas industriales. Entonces, lo que estamos
pasando y sufriendo ahora en parte es nuestra culpa.
-En otras palabras, si no cambiamos los factores de la
ecuación, arribaremos al mismo resultado. Acaso otro virus en un futuro
cercano.
-Sí, lo haremos. Y a medida que continuamos destruyendo los
recursos naturales del planeta, muchos expertos han dicho que la próxima guerra
probablemente se librará por el agua dulce, porque está disminuyendo en todo el
planeta, causando terribles sequías y refugiados ambientales que dejan sus
países porque ya no pueden ganarse la vida allí, no porque quieran irse de
casa. Muchos jóvenes están emigrando porque buscan desesperadamente ganar
dinero en otro lugar.
-¿Hay alguna pregunta que no le hice y le gustaría
responder?
-No, creo que preguntaste bastante bien, aunque me gustaría
agregar que cuando asistí a la Universidad de Cambridge para doctorarme tras
varios años en África, los profesores me dijeron que no debería haberles dado
nombres a los chimpancés, que deberían haber tenido números y que no podía
hablar sobre sus personalidades, mentes o emociones porque eso es exclusivo de
nosotros. No es así. Los chimpancés son tan parecidos a nosotros que la
ciencia ha tenido que admitir que no somos los únicos seres del planeta con
personalidades, mentes y emociones. Poco a poco, también, ese mensaje
se está difundiendo y más y más países están sancionando leyes para proteger a
los animales. Eso es muy alentador. La gente empieza a respetar a los
animales. Con suerte, esta pandemia, iniciada en parte por nuestra
horrible crueldad hacia los animales, hará que la gente reflexione.
-Acaso ese sea su legado.
-Puede ser. Sólo sé que "Raíces y brotes" ahora
está en 68 países. Tenemos grupos en Medio Oriente, en Israel, en Irán, en la
India está comenzando a extenderse rápido y, por supuesto, está en la
Argentina.
Biografía
- Nacida
en 1934, en Londres, en 1957 viajó por primera vez a África, donde pasó
varios años estudiando a los primates, para luego retornar a Inglaterra y
convertirse, en 1965, en la octava persona (y primera mujer) en la
historia de la Universidad de Cambridge que completó su doctorado sin una
licenciatura previa.
- Considerada
una de las mayores expertas en chimpancés del mundo desde hace décadas,
fundó el Instituto Jane Goodall -con oficinas en la Argentina:
https://janegoodall.org.ar/-, y el programa "Raíces y Brotes",
además de escribir más de 26 libros y protagonizar más de 20 documentales
para cine o televisión.
- Recibió
más de 45 doctorados honoris causa y cien grandes premios internacionales,
incluyendo el Príncipe de Asturias (2003), la Medalla de Oro de la Unesco,
la Legión de Honor de Francia y el título de Dama del Imperio Británico,
entre otros.
Recomendaciones para aprovechar el tiempo
-En estos tiempos de pandemia, ¿qué libros o películas o
música o cualquier otra actividad sugiere a los argentinos para distraerse o,
acaso, aprovechar el tiempo? ¿Qué hace usted con su tiempo libre?
-Bueno, no tengo tiempo libre. Nunca había trabajado tan
duro en toda mi vida [risas]. Cuando ordenaron el primer encierro,
afortunadamente estaba aquí, en Inglaterra, en la casa en la que crecí y que
comparto con mi hermana. Casi quedo en Abu Dhabi, lo que no hubiera estado
bien. Quiero decir, amo a la gente de allí, pero aquí están todos mis libros y
posesiones. Así que a la hora del almuerzo salgo con el perro, media hora, no
más, porque es muy mayor. Me siento debajo de mi árbol favorito con unas
tostadas, unos tomates y un poco de queso, y un zorzal viene a visitarme todos
los días. Va y viene buscando insectos para comer, pero viene yo le canto. La
primera vez que lo intenté, el zorzal comenzó a cantar en el árbol. Seis días después,
volví a cantar y, de nuevo, ¡cantó en el árbol! Creo que él disfruta plenamente
de esta pequeña sesión que tenemos y para mí es la parte más maravillosa del
día. Y por la noche, mientras cenamos con mi hermana, vemos un documental sobre
vida silvestre. Ya no tengo tiempo para leer porque siempre tengo miles de
correos electrónicos, pero creo que la gente debería leer libros por
diversión, para relajarse, pero también libros que les permitan aprender sobre
lo que está pasando. Uno mío que acaso pueda interesarles es Razones
para la esperanza. Tres personas me han dicho que se iban a suicidar, pero
que leyeron ese libro y resurgieron.
Por: Hugo Alconada Mon
Tomado de la nación de ar
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