ALFALFA: LA
IMPORTANCIA DE LAS PRIMERAS DECISIONES
En líneas generales puede atribuirse el desaprovechamiento
de las posibilidades existentes, a una concepción más conservadora al momento
de producir pastos con relación a la siembra granos, aún cuando el productor
que implante ambos cultivos sea el mismo.
Por: Norberto Veribona Dola Por sus excelentes propiedades nutritivas, características
agronómicas y capacidad productiva, la alfalfa tiene merecidamente ganado su
note de reina de las forrajeras. En virtud de estas propiedades, se trata
también de la especie forrajera más investigada por fitomejoradores, existiendo
en consecuencia en el planeta un banco genético muy rico en materia varietal.
Las virtudes de la alfalfa son indiscutibles, mediante su
utilización ganaderos y tamberos han obtenido buenos resultados, no obstante la
performance puede optimizarse muchos más, dado que el potencial que posee es
superior entre un 35 y40% del promedio de la materia seca obtenida a nivel
país.
En líneas generales puede atribuirse el desaprovechamiento
de las posibilidades existentes, a una concepción más conservadora al momento
de producir pastos con relación a la siembra granos, aún cuando el productor
que implante ambos cultivos sea el mismo. Por lo tanto teniendo en cuenta
algunos aspectos claves y utilizando el bagaje de recursos disponibles, mejorar
los logros es tan posible como necesario para hacer más rentable la
explotación. En este artículo abordaremos aspectos cruciales vinculados con la
siembra.
Elección correcta de
la semilla
En el mercado se encuentra disponible un menú variado en
materia de cultivares mejorados en los diferentes grupos de siembra, factor
sumamente importante para definir la elección de los materiales más adecuados,
considerando tipo de explotación, propósito, latitud y características del lote
a sembrar.
La propia experiencia en cuanto al comportamiento de
variedades es una referencia ineludible, empero no es aconsejable que el
productor se cierre a considerar el desempeño de otras alternativas, para ello
existen numerosos ensayos comparativos practicados en diferentes regiones del
país, para el acceso e interpretación de los mismos bien se puede recurrir a
asesores privados en la materia o, realizar las consultas pertinentes en las
agencias de extensión de INTA.
Definida las variedades, es fundamental conocer el valor
cultural de la simiente a implantar. Para ello es menester efectuar un análisis
integral que permita conocer el poder germinativo y valor físico botánico.
Dicha práctica debe realizarse sistemáticamente, tanto para tener certeza del
estado de la semilla previamente, para evitar sorpresa sobre su pureza como de
viabilidad; al respecto es conveniente recordar que en las leguminosas
forrajeras, por su reducido tamaño se torna más dificultoso advertir la
presencia de malezas con granulometría semejante; asimismo aun cuando se trate
de mercadería certificada (siempre recomendado), la semilla como cualquier
cuerpo vivo puede sufrir alteraciones por distintas causas.
Lograr una buena
implantación
Al momento de la siembra deben tomarse todos los recaudos
posibles para lograr una buena implantación, ello resulta esencial para la vida
del cultivo, razón por la cual se impone repasar las condiciones que deben orientar
las prácticas de manejo, a los efectos de alcanzar el objetivo supremo: Obtener
la mayor cantidad de materia seca posible, para la zona y ambiente donde se
encuentra el campo, procurando que sea de la mejor calidad y durante el mayor
período del año.
El manejo puede diferir cuando se trate de alfalfa sola, con
relación a una pastura permanente base alfalfa, habitual en planteos ganaderos;
en este caso teniendo en cuenta el mejor aprovechamiento de los distintos
componentes y la perdurabilidad.
Se entiende como bien implantada una pradera de alfalfa si
logramos un stand de plantas aproximado a las 100 por metro cuadrado, libre de
malezas, al primer pastoreo. Corresponde acotar que esa población no se alcanza
únicamente mediante la adecuada densidad de siembra. Al respecto se deben
contemplar otros factores, tales como: época de siembra, tratamiento de la
semilla (para proteger las plántulas de hongos e insectos) y tener en cuenta
que por tratarse de semillas tan pequeñas, muchas de las que germinan bien en
laboratorio no prosperan como planta; ello está íntimamente relacionado a que
éstas hasta que enraízan vive de las reservas del grano, el menor tamaño
agravado por la latencia propia de las leguminosas la hacen más vulnerables a
cualquier contingencia desfavorable que se presente. En la práctica ocurre con
frecuencia que solo que solo hacen baza el 15 o 20% de las semillas sembradas.
La elección del lote también es un aspecto substancial para
lograr una buena implantación. Al respecto es importante escoger un terreno de
libre de malezas perennes y/o de difícil control una vez establecida la
pastura. También es relevante obtener una adecuada cama de siembra, ya sea a
través de labores culturales o barbechos químicos. Igualmente preponderante es
allegar humedad en el perfil, puesto que tratándose de una siembra superficial
y de lento desarrollo radicular en su establecimiento, no es factible
capitalizar la humedad que se encuentre en profundidad. Naturalmente, no se
debe prescindir de un sistema de siembra que posibilite la colocación de la
semilla en contacto con la humedad del suelo.
En cuanto a la fecha
de siembra, juegan un rol destacado humedad y temperatura.
La alfalfa germina entre 5 y 35ºC de temperatura. En tanto
el rango que va de los 19 a los 25ºC es el más propicio para obtener un mejor
desarrollo. Este comportamiento nos está indicando que puede brotar a
temperaturas que no son compatibles para su posterior crecimiento. En virtud de
ello, tanto en otoño como en primavera las siembras tardías suelen presentar
contratiempos que conspiran contra el mejor desempeño del cultivo.
Las siembras tempranas de otoño son generalmente las más
adecuadas, puesto que consienten previo a las primeras heladas, las plantas
logren un buen desarrollo aéreo y almacenen reservas en las raíces. Cabe
mencionar que la implantación en primavera beneficia el crecimiento de tallos y
hojas, pero obstaculizan la provisión de reservas en raíz, y en consecuencia,
el establecimiento definitivo de la pradera, producto de una mayor infestación
de malezas e incremento de la acción de plagas.
Algunos productores suelen obviar la realización del
tratamiento de semillas, resultando ello un error pues la presencia hongos que
afectan el cultivo son frecuentes y suelen provocar daños significativos. Por
otra parte es de gran importancia que las leguminosas puedan fijar el nitrógeno
en el suelo, tal es su facultad; suele ocurrir a menudo que en los lotes exista
baja cantidad de rizobios, por lo que la inoculación se torna esencial. En
razón de ello no debería de omitirse el tratamiento con fungicidas e
inoculantes, máxime teniendo en cuenta que el costo no es gravitante, caso
contrario la solución pasaría por recurrir a semillas ya peleteadas.
Seguramente si se tomaran estas precauciones y se aplicara
la tecnología disponible, tal como lo hace con la agricultura, la mayor
producción obtenida superaría con creces la mayor erogación inicial.
(Artículo confeccionado para Pregón Agropecuario) TOMADO DE ENVIO DE PREGON AGROPECUARIO DE AR
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