miércoles, 9 de abril de 2014

ALFALFA: COMO PLANTAR EN FORMA CORRECTA


 ALFALFA: LA IMPORTANCIA DE LAS PRIMERAS DECISIONES
En líneas generales puede atribuirse el desaprovechamiento de las posibilidades existentes, a una concepción más conservadora al momento de producir pastos con relación a la siembra granos, aún cuando el productor que implante ambos cultivos sea el mismo.
Por: Norberto Veribona Dola  Por sus excelentes propiedades nutritivas, características agronómicas y capacidad productiva, la alfalfa tiene merecidamente ganado su note de reina de las forrajeras. En virtud de estas propiedades, se trata también de la especie forrajera más investigada por fitomejoradores, existiendo en consecuencia en el planeta un banco genético muy rico en materia varietal.
Las virtudes de la alfalfa son indiscutibles, mediante su utilización ganaderos y tamberos han obtenido buenos resultados, no obstante la performance puede optimizarse muchos más, dado que el potencial que posee es superior entre un 35 y40% del promedio de la materia seca obtenida a nivel país.
En líneas generales puede atribuirse el desaprovechamiento de las posibilidades existentes, a una concepción más conservadora al momento de producir pastos con relación a la siembra granos, aún cuando el productor que implante ambos cultivos sea el mismo. Por lo tanto teniendo en cuenta algunos aspectos claves y utilizando el bagaje de recursos disponibles, mejorar los logros es tan posible como necesario para hacer más rentable la explotación. En este artículo abordaremos aspectos cruciales vinculados con la siembra.
Elección correcta de la semilla
En el mercado se encuentra disponible un menú variado en materia de cultivares mejorados en los diferentes grupos de siembra, factor sumamente importante para definir la elección de los materiales más adecuados, considerando tipo de explotación, propósito, latitud y características del lote a sembrar.
La propia experiencia en cuanto al comportamiento de variedades es una referencia ineludible, empero no es aconsejable que el productor se cierre a considerar el desempeño de otras alternativas, para ello existen numerosos ensayos comparativos practicados en diferentes regiones del país, para el acceso e interpretación de los mismos bien se puede recurrir a asesores privados en la materia o, realizar las consultas pertinentes en las agencias de extensión de INTA.
Definida las variedades, es fundamental conocer el valor cultural de la simiente a implantar. Para ello es menester efectuar un análisis integral que permita conocer el poder germinativo y valor físico botánico. Dicha práctica debe realizarse sistemáticamente, tanto para tener certeza del estado de la semilla previamente, para evitar sorpresa sobre su pureza como de viabilidad; al respecto es conveniente recordar que en las leguminosas forrajeras, por su reducido tamaño se torna más dificultoso advertir la presencia de malezas con granulometría semejante; asimismo aun cuando se trate de mercadería certificada (siempre recomendado), la semilla como cualquier cuerpo vivo puede sufrir alteraciones por distintas causas.
Lograr una buena implantación
Al momento de la siembra deben tomarse todos los recaudos posibles para lograr una buena implantación, ello resulta esencial para la vida del cultivo, razón por la cual se impone repasar las condiciones que deben orientar las prácticas de manejo, a los efectos de alcanzar el objetivo supremo: Obtener la mayor cantidad de materia seca posible, para la zona y ambiente donde se encuentra el campo, procurando que sea de la mejor calidad y durante el mayor período del año.
El manejo puede diferir cuando se trate de alfalfa sola, con relación a una pastura permanente base alfalfa, habitual en planteos ganaderos; en este caso teniendo en cuenta el mejor aprovechamiento de los distintos componentes y la perdurabilidad.
Se entiende como bien implantada una pradera de alfalfa si logramos un stand de plantas aproximado a las 100 por metro cuadrado, libre de malezas, al primer pastoreo. Corresponde acotar que esa población no se alcanza únicamente mediante la adecuada densidad de siembra. Al respecto se deben contemplar otros factores, tales como: época de siembra, tratamiento de la semilla (para proteger las plántulas de hongos e insectos) y tener en cuenta que por tratarse de semillas tan pequeñas, muchas de las que germinan bien en laboratorio no prosperan como planta; ello está íntimamente relacionado a que éstas hasta que enraízan vive de las reservas del grano, el menor tamaño agravado por la latencia propia de las leguminosas la hacen más vulnerables a cualquier contingencia desfavorable que se presente. En la práctica ocurre con frecuencia que solo que solo hacen baza el 15 o 20% de las semillas sembradas.
La elección del lote también es un aspecto substancial para lograr una buena implantación. Al respecto es importante escoger un terreno de libre de malezas perennes y/o de difícil control una vez establecida la pastura. También es relevante obtener una adecuada cama de siembra, ya sea a través de labores culturales o barbechos químicos. Igualmente preponderante es allegar humedad en el perfil, puesto que tratándose de una siembra superficial y de lento desarrollo radicular en su establecimiento, no es factible capitalizar la humedad que se encuentre en profundidad. Naturalmente, no se debe prescindir de un sistema de siembra que posibilite la colocación de la semilla en contacto con la humedad del suelo.
En cuanto a la fecha de siembra, juegan un rol destacado humedad y temperatura.
La alfalfa germina entre 5 y 35ºC de temperatura. En tanto el rango que va de los 19 a los 25ºC es el más propicio para obtener un mejor desarrollo. Este comportamiento nos está indicando que puede brotar a temperaturas que no son compatibles para su posterior crecimiento. En virtud de ello, tanto en otoño como en primavera las siembras tardías suelen presentar contratiempos que conspiran contra el mejor desempeño del cultivo.
Las siembras tempranas de otoño son generalmente las más adecuadas, puesto que consienten previo a las primeras heladas, las plantas logren un buen desarrollo aéreo y almacenen reservas en las raíces. Cabe mencionar que la implantación en primavera beneficia el crecimiento de tallos y hojas, pero obstaculizan la provisión de reservas en raíz, y en consecuencia, el establecimiento definitivo de la pradera, producto de una mayor infestación de malezas e incremento de la acción de plagas.
Algunos productores suelen obviar la realización del tratamiento de semillas, resultando ello un error pues la presencia hongos que afectan el cultivo son frecuentes y suelen provocar daños significativos. Por otra parte es de gran importancia que las leguminosas puedan fijar el nitrógeno en el suelo, tal es su facultad; suele ocurrir a menudo que en los lotes exista baja cantidad de rizobios, por lo que la inoculación se torna esencial. En razón de ello no debería de omitirse el tratamiento con fungicidas e inoculantes, máxime teniendo en cuenta que el costo no es gravitante, caso contrario la solución pasaría por recurrir a semillas ya peleteadas.
Seguramente si se tomaran estas precauciones y se aplicara la tecnología disponible, tal como lo hace con la agricultura, la mayor producción obtenida superaría con creces la mayor erogación inicial.
(Artículo confeccionado para Pregón Agropecuario)  TOMADO DE ENVIO DE PREGON AGROPECUARIO DE AR

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