domingo, 20 de abril de 2014

AGUA DE RED UN PRIVILEGIO EN SECTORES DE BOLIVIA


 SÓLO LA MITAD DE LA POBLACIÓN URBANA ESTÁ CONECTADA A LA RED PÚBLICA DE SEMAPA
En Cercado el acceso al agua es un privilegio - Toma de agua en la zona sur de la ciudad. Pese al conflicto, el acceso al agua aún es un privilegio
Han pasado 14 años de la Guerra del Agua y la brecha del déficit de acceso al servicio se ha profundizado. Sólo la mitad de la población tiene agua limpia. La cobertura del servicio de Semapa llega a 355.536 habitantes de los 630.587 registrados en el Censo de 2012, en la ciudad. Las conexiones de la red de distribución se incrementaron de 54.208 en 2001 a 69.587 en 2014.
El agua tratada aún es un privilegio. Los sectores que no están conectados a la red y que se concentran en los distritos 8, 9 y 14 dependen de los sistemas privados, informales, comunitarios o de autogestión.
El origen de la problemática, después de la Guerra del Agua, no sólo se debe a la falta de fuentes de agua, sino también al acelerado crecimiento urbano que se da de manera caótica.
 Los problemas derivados de la falta de acceso al agua limpia, siguen siendo las enfermedades de la pobreza como las diarreas e infecciones. A ello se suma que los hogares sin agua tampoco tienen alcantarillado. La Guerra del Agua, en abril de 2000, que hoy está vinculada sobre todo a los cambios políticos que vivió el país fue en el fondo una de las expresiones más claras de la tensiones de la pobreza. Así como de la desigualdad social y de las asimetrías del desarrollo urbano.
La privatización del agua movilizó a nuevas organizaciones sociales como los regantes. Pero también visibilizó a sectores que viven en el límite de la pobreza con enormes dificultades para acceder a los servicios.
El conflicto que derrotó a los gases y las balas estalló cuando se cumplían 15 años de vigencia del modelo neoliberal que había llegado a su cúspide con la privatización de las empresas estratégicas. Todo indicaba que había llegado el turno del agua y otros servicios. Pero miles salieron a combatir para rescindir el contrato con Aguas del Tunari.
La empresa, subsidiaria de la transnacional Bechtel, tenía la exclusividad de operaciones. El contrato garantizaba a la compañía una tasa de retorno de su inversión del 16 por ciento a través del incremento de las tarifas del 30 al 300 por ciento. A ello se añadió la indexación al dólar y la privatización del Proyecto Misicuni. El megaproyecto se convirtió entonces en un plan lucrativo sólo viable si los usuarios cubrían el costo.
Pero 14 años después, en el balance, para el analista Roberto Laserna hay más frustraciones que logros. Explicó que desde un punto de vista ideológico no se acepta hacer del agua una mercancía ni del derecho al agua un negocio. “Ese ha sido el criterio prevalente en 14 años y los resultados son más que evidentes”, enfatizó. Sin embargo, “la gran ironía es que ese discurso ha terminado protegiendo que el agua siga siendo un negocio, aunque clandestino e informal”, enfatizó.
ABASTECIMIENTO Semapa recurre a fuentes superficiales y subterráneas de agua para cubrir la demanda. El 60 por ciento del suministro proviene de aguas subterráneas de Cercado, Vinto y Quillacollo.
MEGAPROYECTO
Más de la mitad de la ciudad depende de la conclusión del Proyecto Misicuni para acceder al agua potable. Por el momento, el plan de expansión de Semapa está paralizado hasta que existan nuevas fuentes de abastecimiento para la ciudad.
POZOS El 60 por ciento del agua que consume la ciudad proviene de pozos. Sin embargo, estas fuentes son cada vez más escasas y están amenazadas por la contaminación de acuíferos.
DISTRIBUCIÓN Los vecinos que no están conectados a la red de Semapa compran agua en turril por 5 y 7 bolivianos. El control de sanidad se limita a revisiones mensuales y del estado del tanque de las cisternas. El agua también se contamina con el polvo. TOMADO DE LOS TIEMPOS DE BOLIVIA 

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