Agua: confrontaciones en todo el mundo
Los grandes ríos del planeta, en general, son compartidos
por más de dos países y otros grandes cauces en el interior de una misma nación
dividen estados. En ambos casos, la utilización del recurso genera conflictos.
Por Hugo Eberle - Especialista en temas ambientales
El agua en el mundo no está distribuida de manera uniforme,
hay regiones que naturalmente son de abundancia y también regiones de extrema
escasez, a lo cual ahora se agregan los desequilibrios del cambio climático,
que provoca inundaciones en algunas regiones y sequías en otras, así como el
retroceso de glaciares.
Todas esas situaciones son causa de conflictos territoriales
internos o externos que ya han comenzado a ser realidad. Las Naciones
Unidas tiene identificadas más de 300
situaciones de conflicto potencial o real, algunas de las cuales vamos a comentar
aquí.
El Nilo es compartido por cinco países, lo que naturalmente
es motivo de conflictos. Egipto ha amenazado a los países ribereños de no
diversificar el río para proveerse de agua, pero esto no ha sido acatado y
además algunos países ricos de la región han comenzado con un proceso de compra
de inmensos territorios a ambos lados del río, particularmente en Sudán y
Etiopía, para explotación agrícola en su propio beneficio.
Iraq ya había tenido problemas en 1975 y hasta llegó a
colocar tropas en la frontera con Siria cuando este país anunció el corte de
paso del río Éufrates. En la misma región, los problemas son reiterativos entre
los países ribereños del río Jordán, que es compartido por Líbano, Siria,
Israel y Jordania, así como el río Tigris genera problemas entre Turquía e Iraq
o el Indo que comparten la India, Nepal, Paquistán y Bangladesh.
Los israelíes y palestinos viven en guerra secular y el agua
no es justamente un elemento mediador sino todo lo contrario, ya que los
primeros consumen tres veces más agua que los otros. En Dhaka, la capital de
Bangladesh, hace apenas unos años hubo cortes de rutas al más puro estilo
piquetero argentino protestando por la escasez de agua de distribución urbana.
En Sudáfrica el agua ha devuelto el conflicto histórico del apartheid, donde
los blancos continúan con el privilegio del uso del agua.
Ya en Asia oriental el conflicto se presenta en la península
de Indochina con el río Mekong, conocido por ser escenario de la guerra de
Vietnam y que riega varios países desde China hasta Vietnam, sobre el cual el
primero de ellos tiene anunciadas y en construcción varias represas que le son
necesarias para sustentar su desarrollo económico.
La situación es preocupante para los países río abajo en
función de que esas represas modifican el caudal de las aguas y la pesca, donde
más de sesenta millones de personas dependen de ese recurso.
Aun España debe
resolver una disputa entre Cataluña y la comunidad valenciana por un proyectado
desvío del río Ebro en el que están afectados cinco millones de personas.
Nuestra región no es
distinta en este tipo de problemas.
En el año 2000, y luego de varios conflictos por la disputa
del recurso, tuvo lugar la guerra del agua en Cochabamba, en la que el Estado
no consiguió finalizar exitosamente la privatización que estaba adjudicada a
una empresa extranjera a causa de la decisión de dicha empresa de aumentar
drásticamente el precio del recurso a la población.
México es un ejemplo en el que el agua es la gran
protagonista. Ese país tiene aproximadamente unos 110 millones de habitantes,
20% de los cuales vive en la capital (DF) a 2.200 metros de altitud, causa por la cual el aprovisionamiento del
agua se complica por extraerse de acuíferos y de ríos aledaños. El problema
radica en que el país tiene un déficit de 31 m3 por segundo que se sobreextraen
del acuífero en exceso de su capacidad de recarga. Esto obligará al DF a buscar
el recurso fuera de su región o de su país.
La disputa por el agua en Perú no estuvo exenta de
conflictos, inclusive bélicos, en los que las propias comunidades indígenas han
participado. Estas luchas ocurrieron en la década del ’60 del siglo pasado y el
gobierno de turno tuvo que intervenir para evitar su proliferación. La lucha
entre la comunidad Chiara y la empresa concesionaria en el año 2000 en Ayacucho
tuvo ribetes dramáticos de violencia.
En Chile, un conflicto minero binacional afecta el recurso
del agua dulce en la región de Atacama, al norte del país, donde existe una
importante veta de oro situada debajo de un glaciar, de modo que para acceder a
ella se deberá abrir una vía de entrada y salida a través de dos glaciares de
forma que permita movimientos de personas, maquinarias, el transporte del
mineral y el procesamiento de sus residuos que son contaminantes por el ácido
sulfúrico y el cianuro que se usan en el tratamiento del mineral.
Este proyecto,
llamado Pascua Lama, es desarrollado por una compañía canadiense, aunque por el
momento está detenido debido a la presión ejercida por los habitantes de la
región y por incumplimientos contractuales de la compañía. Del lado argentino
afecta la provincia de San Juan en la región del Valle del Cura.
También en la Argentina tenemos conflictos por el agua, el
principal de ellos es hoy entre La Pampa y Mendoza por las aguas del río Atuel,
debido a los embalses en territorio mendocino, lo que afecta la agricultura de
aquella provincia. Vale la pena recordar la disputa con Uruguay por la construcción
de la pastera ex Botnia por contaminación del río limítrofe.
A medida que la gente se desplaza de un lugar a otro, sea
compulsivamente o no, principalmente hacia los grandes centros urbanos, se
altera la demanda de agua entre las distintas regiones y se desestabilizan los
sistemas de aprovisionamiento, creando situaciones nuevas que a veces se tornan
conflictivas.
Ya en estos días la populosa ciudad de San Pablo, en Brasil,
está comenzando a racionar el agua potable producto del excesivo consumo y las
pocas fuentes relativas disponibles en el país con más disponibilidad del
recurso en el planeta.
Situaciones como las descriptas están afectando las
economías, tanto regionales como centrales, conforme va cambiando el mapa del
agua, situación que los arquitectos urbanos deben resolver de una forma
sustentable.
No es fácil evitar este tipo de conflictos porque no es
simple compartir un recurso tan importante entre vecinos, tienen que darse
muchas condiciones para que esto sea posible y, básicamente, buscar una mutua
conveniencia.
El agua no es justamente lo más fácil de compartir, porque
es escasa, cara y codiciada, por eso requiere gran comprensión de las partes y
hasta un desprendimiento económico y moral que muchas veces los pueblos no
llegan a entender en profundidad.
Está claro que si en el corto plazo no se logra un control
de la contaminación y del consumo y no hay acuerdo entre las naciones para su
racional distribución asistiremos a la
aparición de los refugiados ambientales relacionados con los conflictos por el
agua y a nuevos focos de confrontación. TOMADO DE LOS ANDES POR SUGERENCIA EN ENVIO
DE BOLETIN GAL DE CHILE
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