La importancia del sexo en el pejerrey
Un consorcio internacional de investigadores, entre los cuales se encuentran los argentinos Gustavo Somoza y Juan I. Fernandino, identificó el gen que determina el sexo en el pejerrey patagónico. En mamíferos, el sexo se define genéticamente en el momento de la concepción: la presencia del cromosoma Y determina que ese embrión será macho. Sin embargo, en peces, este proceso es distinto.
Conicet/Redaccion El Arca
Los investigadores Gustavo Somoza y
Juan I. Fernandino.
Juan I. Fernandino.
Un grupo de investigación internacional, en el que participan los argentinos Gustavo Somoza y Juan I. Fernandino, descubrió el gen que determina si el pejerrey patagónico será macho o hembra. Este gen es una duplicación del que codifica para la Hormona Anti-Mülleriana (amh) y en esta especie está directamente relacionado con la determinación del sexo.
Este gen está localizado en el cromosoma Y, y es exclusivo de los machos en esta especie. Por ello recibió el nombre de amh-Y. Cuando este gen se expresa, los peces desarrollan órganos reproductores masculinos. “Es el tercer gen que se descubre en la naturaleza que determina el sexo de un vertebrado”, explicó Gustavo Somoza, investigador principal del CONICET que trabaja en el Instituto de Investigaciones Biotecnológicas de Chascomús (IIB-INTECH).
El gen que codifica para amh también está presente en humanos, pero en ellos no determina el sexo sino que solamente participa en el proceso de formación de los testículos. “La sexualidad de los peces es sumamente lábil, no como en mamíferos donde el sexo está determinado genéticamente”, comentó Matías Pandolfi, investigador adjunto del CONICET en el Departamento de Biodiversidad y Biología Experimental de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA.
Determinación sexual
Investigaciones anteriores demostraron que en el pejerrey – especialmente el bonaerense – el desarrollo de órganos sexuales masculinos o femeninos está determinado por factores externos como la temperatura, la presencia de contaminantes en el agua o incluso el estrés al que está cometido.
“Cuando las larvas nacen en aguas con temperaturas cercanas a los 29º C, el 100% son machos. Cuando el agua está a 17º C, son todas hembras, y a 24º C son mitad y mitad”, graficó Somoza.
Sin embargo, cuando en las aguas hay presencia de estrógenos las larvas desarrollan órganos sexuales femeninos. Esta contaminación está en parte relacionada con el consumo de pastillas anticonceptivas. Las mujeres eliminan por orina parte de los estrógenos que contienen, que son luego vertidos en los diferentes cursos de agua.
Somoza y su equipo comenzaron también a trabajar además en una nueva línea de investigación en disrupción endocrina, es decir “alterar el sexo del pejerrey en función del ambiente en que se encuentran”, comentó.
De acuerdo con sus resultados, si las larvas son sometidas a estrés se masculinizan porque aumenta la producción de andrógenos, una familia de hormonas sexuales masculinas.
Sin embargo, el porqué de este fenómeno todavía es un enigma. Para Pandolfi, este “cambio de sexo” podría estar relacionado con la adaptación de los peces a situaciones de peligro, como reducción del hábitat natural o competencia con otras especies por el alimento.
“En algunas especies los machos más grandes suelen ser los más agresivos”, explica, “y además las hembras siempre eligen a los más feroces”, dos pautas clave para el supervivencia de la especie.
Peces e industria
A partir del trabajo de Somoza se abren nuevas puertas para comprender la fisiología de este pez y aplicarlas a su desarrollo comercial. “Desde el punto de vista práctico, en muchas especies de peces se pueden cultivar la hembra o el macho”, dijo el investigador.
Elegir uno u otro sexo se puede relacionar directamente con la cantidad y calidad del filet. En algunas especies las hembras suelen tener más carne, porque crecen más que algunos machos, y suelen tener mejor sabor. Así, poder seleccionar el sexo del pez puede impactar positivamente en su explotación comercial.
Para Somoza, trabajar con modelos de investigación usando peces regionales tiene además dos ventajas: por un lado, presentar a la comunidad científica internacional un modelo distinto a los habituales, como ratones o moscas Drosophila. Y, por el otro, conocer y estudiar la fauna argentina
Este gen está localizado en el cromosoma Y, y es exclusivo de los machos en esta especie. Por ello recibió el nombre de amh-Y. Cuando este gen se expresa, los peces desarrollan órganos reproductores masculinos. “Es el tercer gen que se descubre en la naturaleza que determina el sexo de un vertebrado”, explicó Gustavo Somoza, investigador principal del CONICET que trabaja en el Instituto de Investigaciones Biotecnológicas de Chascomús (IIB-INTECH).
El gen que codifica para amh también está presente en humanos, pero en ellos no determina el sexo sino que solamente participa en el proceso de formación de los testículos. “La sexualidad de los peces es sumamente lábil, no como en mamíferos donde el sexo está determinado genéticamente”, comentó Matías Pandolfi, investigador adjunto del CONICET en el Departamento de Biodiversidad y Biología Experimental de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA.
Determinación sexual
Investigaciones anteriores demostraron que en el pejerrey – especialmente el bonaerense – el desarrollo de órganos sexuales masculinos o femeninos está determinado por factores externos como la temperatura, la presencia de contaminantes en el agua o incluso el estrés al que está cometido.
“Cuando las larvas nacen en aguas con temperaturas cercanas a los 29º C, el 100% son machos. Cuando el agua está a 17º C, son todas hembras, y a 24º C son mitad y mitad”, graficó Somoza.
Sin embargo, cuando en las aguas hay presencia de estrógenos las larvas desarrollan órganos sexuales femeninos. Esta contaminación está en parte relacionada con el consumo de pastillas anticonceptivas. Las mujeres eliminan por orina parte de los estrógenos que contienen, que son luego vertidos en los diferentes cursos de agua.
Somoza y su equipo comenzaron también a trabajar además en una nueva línea de investigación en disrupción endocrina, es decir “alterar el sexo del pejerrey en función del ambiente en que se encuentran”, comentó.
De acuerdo con sus resultados, si las larvas son sometidas a estrés se masculinizan porque aumenta la producción de andrógenos, una familia de hormonas sexuales masculinas.
Sin embargo, el porqué de este fenómeno todavía es un enigma. Para Pandolfi, este “cambio de sexo” podría estar relacionado con la adaptación de los peces a situaciones de peligro, como reducción del hábitat natural o competencia con otras especies por el alimento.
“En algunas especies los machos más grandes suelen ser los más agresivos”, explica, “y además las hembras siempre eligen a los más feroces”, dos pautas clave para el supervivencia de la especie.
Peces e industria
A partir del trabajo de Somoza se abren nuevas puertas para comprender la fisiología de este pez y aplicarlas a su desarrollo comercial. “Desde el punto de vista práctico, en muchas especies de peces se pueden cultivar la hembra o el macho”, dijo el investigador.
Elegir uno u otro sexo se puede relacionar directamente con la cantidad y calidad del filet. En algunas especies las hembras suelen tener más carne, porque crecen más que algunos machos, y suelen tener mejor sabor. Así, poder seleccionar el sexo del pez puede impactar positivamente en su explotación comercial.
Para Somoza, trabajar con modelos de investigación usando peces regionales tiene además dos ventajas: por un lado, presentar a la comunidad científica internacional un modelo distinto a los habituales, como ratones o moscas Drosophila. Y, por el otro, conocer y estudiar la fauna argentina
Enviado por red foroba
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