SANTIAGO DE CUBA Crédito: Jorge Luis Baños/IPS , nov (Tierramérica) -
Aún se ven platos rotos, restos de juguetes, libros y una que otra foto en el
amasijo de escombros de lo que fue el hogar de Rey Antonio Acosta y de otras
familias en Mar Verde, la playa por donde el huracán Sandy entró a esta ciudad
del oriente cubano.
"Venga por aquí para que vea lo que es el dolor", dice a
Tierramérica este niño de 12 años que guardará para siempre la memoria de la
madrugada del 25 de octubre, cuando vientos de hasta 200 kilómetros por hora y
olas de nueve metros de altura arrasaron decenas de casas en la línea costera.
Pero no parece haber perdido elocuencia para narrar lo sucedido. Cuenta
cómo vio el ojo del huracán, "negro y con estrellas en el centro", a
cuyo paso hubo mucha calma. "Pero luego las olas crecieron y el viento fue
más fuerte. Sentimos como el rugido de una bestia sobre nosotros. La gente
lloraba y yo pensé que era mi día" de morir.
Su juventud no le impide sacar la primera lección de Sandy. "Ahora
ya sé lo que es un huracán; cuando venga otro no demoraremos en
evacuarnos", dice. La gran mayoría de los santiagueros admiten que el
devastador "ataque" de Sandy los sorprendió, a pesar de alertas
meteorológicas.
"Pensamos que habría un poco de viento y otro poco de lluvia, y
ya", dice María Caridad, vecina del centro de la ciudad cabecera de
Santiago de Cuba, donde viven medio millón de habitantes. Como muchas en esta
parte de la urbe, su casa de casi un siglo no estaba preparada para la
embestida.
"Entre mis vecinos nadie tomó en serio a Sandy, y eso que nosotras
tuvimos luz eléctrica hasta tarde", cuenta esta mujer de 50 años. Sobre su
vivienda cayó un muro aledaño que rompió el techo y dejó a la familia a merced
del viento. "Aprovechamos un momento de tregua para pasar al balcón del
apartamento de al lado y buscar protección", dijo.
Otras personas se quejan de que en sus barrios no hubo electricidad
desde temprano y no escucharon el último parte meteorológico, alertando que el
huracán pasaría justo por la ciudad capital de la provincia homónima, un centro
urbano de gran densidad y con mayoría de viviendas precarias y vulnerables a
desastres.
"Los ciclones pasaban cerca de Santiago de Cuba y venían por el
este. Sandy entró por el norte, y por primera vez pasó el ojo de un huracán por
nuestro territorio. Si es de día, hubiera causado más muertes que esas 11 que
tuvimos, porque la gente habría estado en la calle", dice a Tierramérica
Eddy Acosta, de la Defensa Civil de Mar Verde.
Pasadas más de tres semanas, las calles santiagueras se ven despejadas
de escombros, pero los árboles sin follaje y alzando sus ramas rotas hacia lo
alto le confieren un raro aspecto invernal. Muchos fueron arrancados de cuajo y
arrojados contra edificios y viviendas.
asta el 12 de noviembre no había balance oficial de las pérdidas
económicas que causó Sandy, aunque la oficina de la Organización de las
Naciones Unidas en Cuba situaba en 137.000 las viviendas dañadas en Santiago,
65.000 en Holguín y 8.750 en Guantánamo, las otras dos provincias orientales
más afectadas.
Los perjuicios fueron graves en la industria, las telecomunicaciones,
la electricidad y la producción de alimentos, entre otros sectores, y la
recuperación se prevé muy dificultosa para un país que intenta sacar a flote su
debilitada economía y que en 2008 sufrió tres huracanes que le costaron 10.000
millones de dólares en daños.
La fuerza de las olas y los vientos devastó no solo Mar Verde, sino
otras comunidades costeras, como Cayo Granma y Siboney, y varias instalaciones
turísticas situadas a poca distancia del mar. Según las autoridades, Sandy
añadió elementos para propuestas más "realistas" en materia de
construcción y reordenamiento territorial.
Investigadores del impacto del cambio climático en Cuba calculan que
577 comunidades de este país estarán expuestas a sufrir inundaciones temporales
de diferentes magnitudes, debido a la elevación del nivel medio del mar y al
fuerte oleaje que se originan por el azote directo o indirecto de huracanes de
gran intensidad.
En este aspecto, se recomienda trabajar en la protección de los
ecosistemas, como manglares y crestas de arrecifes coralinos, que son barreras
naturales para el avance del mar, así como evitar nuevas construcciones en
zonas del litoral muy amenazadas.
Sandy dañó lugares muy poblados y no acostumbrados a un huracán cuya
capacidad devastadora es enorme, comenta a Tierramérica el especialista Ramón
Pérez, del Instituto de Meteorología. La mejor adaptación comienza por tomar
previsiones, apuntó.
"Si pensamos que puede haber huracanes más intensos en el futuro,
lo primero que debemos hacer es prepararnos para enfrentar los actuales, lo que
incluye por supuesto la reducción de vulnerabilidades (ante desastres
naturales) y mayor educación de la gente", abundó este especialista sobre
las lecciones globales que dejó el ciclón.
Sandy fue el decimoctavo ciclón tropical de la temporada de 2012 y el
décimo en alcanzar el grado de huracán. Sus vientos y lluvias afectaron Haití,
República Dominicana, Jamaica, Cuba, Bahamas, Bermudas, Estados Unidos y
Canadá, dejando a su paso millonarias pérdidas económicas y casi 200 muertos.
* Este artículo fue publicado originalmente el 17 de noviembre por la
red latinoamericana de diarios de Tierramérica.
Enviado en red foroba
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